Érase una tarde propicia, claramente otoñal. -Muy coruñesa-, aromas a tierra húmeda, a castañas asadas, vid en el lagar y vino joven; rumor quedo producido al pisar la hojarasca seca caída en la vereda solitaria, una luz mortecina se filtra a través de celajes rotos, por donde asoma una luna un tanto burlona tiñendo de un gris plomizo el indómito mar que besa nuestra ciudad.
Todo con una quietud diríamos impuesta, un tanto cargada de melancolía
Un público entregado espera ansioso se le hable de intriga y misterio.
El lugar, las magníficas instalaciones que el Sporting Club Casino de La Coruña posee en la C/ Real, cedidas generosamente a un joven autor.

Miguel Ángel Pérez Omil


El acto, presidido por D. Juan José-Medín, a la sazón presidente de la centenaria sociedad y por la vocal de cultura Mary Carmen Calviño, dio comienzo con la intervención de Marta Otero-profesora de inglés- que hizo una especie de presentación del autor y su obra, seguidamente el profesor D. Enrique Nión, tomó la palabra y desgranó, la relación que le une al joven autor, como a través de técnicas pedagógicas- de las que suelen estar en posesión los MAESTROS- supo llegar al joven alumno, que este descubriera la importancia de la lectura en todos sus ámbitos.
El MAESTRO sembró, la tierra fértil dio sus frutos, así fue germinando y floreció, el primer fruto lleva por título ”caléndulas”, el segundo, ”La Isla del trisquel”, obra cargada de imaginación, intriga y misterio.
Por último Miguel Angel Pérez Omil, autor de ambas novelas demostró durante su disertación como la relación habida entre el MAESTRO y el alumno, desde su posición de enseñante supo inculcar el amor, la curiosidad por la lectura, desarrollando en el joven estudiante esa vocación por la enseñanza, quedando una vez más de manifiesto que la pedagogía tiene que estar presente- no son los grandes conocimientos que atesore el profesor, sino la metodología que utilice para llegar al alumno- creo que eso se llama VOCACIÓN-
Una tarde verdaderamente instructiva y con calidez.
Desde FEDELLANDO deseamos al joven autor a una feliz “andaina” por el proceloso mundo de la creación.

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