La conocí hace unos meses, en “El Rincón de Ger”, en la Playa de Santa Cristina (La Coruña), muy cerca de mi casa. Ejercía entonces como aventajada ayudanta de cocina de mi buena amiga y gran cocinera Angie López Molina. Me refiero a Olga Gerashchenkova, una simpática y eficaz camarera que presta sus servicios actualmente en el recién inaugurado “Finisterrae” de Santa Cristina, con quien aparezco en la primera fotografía de esta crómica diaria.

Olga nació el 17 de agosto de 1977 en Tynda-Siberia (Rusia), una pequeña ciudad de apenas 38.000 habitantes, que lleva bastantes años perdiendo población, disminuyendo nada menos que un 30%. Situada a orillas del Río Tynda, pertenece al Óblat de Amur y está a nada menos que 8.000 kilómetros al Este de Moscú. Casi el doble de la distancia que hay (por carretera) entre La Coruña y la capital de Rusia. Curiosamente, Tynda, que se encuentra cerca de la frontera con China, está hermanada con una ciudad norteamericana: Wenatchee, que pertenece al Estado de Washington.

Pues bien, esos más de 12.000 kilómetros que separan Tynda y La Coruña no fueron un obstáculo para que, hace unos veinte años, Olga se trasladase a vivir a la capital coruñesa, adonde llegó el 16 de marzo del año 2001. Una amiga rusa, que trabajaba en la ciudad herculina, la animó a venir, y comenzó a trabajar como interna en una casa en la que cuidaba dos niños, hasta que se hizo externa. Por cierto, hay una fotografía de la Estación del tren de Tynda con un alto edificio que recuerda mucho a la Torre de Control del Puerto de La Coruña. ¿Casualidad, o predestinación….?.

Desde el 26 de agosto del año 2004 vive con un coruñés llamado Ángel, con el que tiene un hijo de diez años, David, un nombre bíblico que le encantó, aunque no tenga ascendentes judíos. También ha criado a Iván, de 27 años, que es hijo de su citado compañero y a quien quiere como si fuese propio.

Olga comenzó a trabajar en hostelería hace unos 14 años, concretamente en la Vinoteca Oh! Coruña. De allí pasó a la famosa “Casa Celia” (Cambre-La Coruña). Luego estuvo en “Casa Mela” (la antigua “Casa Lola” del Polígono de Sabón (Arteixo-La Coruña). Y tras pasar por tres cáterins diferentes, hace unos 4 años que fichó por el “Aquarium Finisterrae”, en la ciudad de La Coruña. De ahí a “El Rincón de Ger” (Playa de Santa Cristina-La Coruña) y ahora en el “Finisterrae” (antigua “Pizzería Margarita”), en la misma playa. ¡Todo un ejemplo de superación, sin duda alguna!.

La escritora y pintora Ana-Isabel Leonett, me envió este pequeño relato, a modo de cuento navideño: “Hola, Roberto. Espero que estas fiestas lo pases lo mejor, aunque con cierta nostalgia, como lo expreso en el texto que sigue:

“Debido a la pandemia que estamos sufriendo, nuestra familia no se puede reunir para comer juntos en Navidad como todos los años se venía haciendo. Por este motivo, la casa de los abuelos se queda vacía, y ya no se oyen los niños subir y bajar las escaleras, muchas veces haciendo competiciones a ver quién llegaba primero.

“Las cartas están en su sitio, esperando para ser colocadas y empezar el juego, la cama desmontable sigue esperando la subida de los niños con su bolsa de palomitas para ver las películas de turno, con el jolgorio que les caracterizaba.

“Ya la mesa no se vestirá de gala, ni los comensales disfrazados como el año pasado (cuyo disfraz fue de Elfos) disfrutarán de los platos donde se exhibían los manjares que les gustaban.

“¡Qué pena!, no poder tenerlos a todos, de cuya valía los abuelos satán muy orgullosos. Solo les queda espera, esperar, y mientras tanto, sentados en la mecedora al lado de la chimenea, rogando que ¿por fin! se desprenda la última hoja del calendario de este fatídico año 2020, y oyendo el sonido del reloj de pared …. tic…. tac….. tic…..tac. Los abuelos se han quedado dormidos”.

Como les dije ya, en el recién finalizado 2020 escribí y publiqué 3 libros: “Viajero sin Fronteras. Comunidad Valenciana”, “Mis menús en tiempos del Corona virus” y “Coronavirus. La pandemia que aterrorizó al mundo”, del cual entregué el último ejemplar a mi hermano mayor, Emilio, (en la segunda fotografía que ilustra esta información) que no había podido asistir a la presentación pública del mismo.

Acompañado de un mensaje cariñoso, y ajustado a estos procelosos tiempos, del Secretario General de Emigración de la Xunta de Galicia, el Consello de la Enxebre Orden de la Vieira, con sede en Madrid, me remitió el “Mensaxe de Nadal” que reproduzco: “Poucas veces os galegos que estamos fora…, sentímonos tan lonxe dos nosos e da nosa terra nai, como neste ano 2020. Por iso mensaxes coma este danos agarimo, cúranos da nosa soidade e enfortecen a nosa galeguidade”.

El prestigioso abogado José-Manuel Dapena, Vicepresidente del Club de Leones La Coruña-Marineda, me remitió este animoso guasapo navideño: “Que el humor y las sonrisas no falten nunca, querido Roberto L. Moskowich-Spiegel Pan. Más si cabe ahora, que con las mascarillas las sonrisas no se pueden ver, aunque se intuyan a través del brillo de las miradas: el hablar de los ojos. Un afectuoso y risueño abrazo”.

Del famoso escritor escocés Robert Louis Stevenson, que ha sido uno de los que más ha influido en mi estilo y en mi gran pasión por los viajes, les regalo esta lapidaria frase: “Algo debe haber hecho o no sería tan famoso”.

Finalizo por hoy, pero les prometo que seguiré publicando más crónicas de este “Estado de Alarma-Toque de queda”, que estoy deseando que se acabe de una puñetera vez. ¡¡¡Mientras el cuerpo aguante!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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