Uyuni (Bolivia), 24 de octubre del 2018

Con el fin de enviar la información, me levanté a las 5.30 de la mañana, y volvi a la cama hasta las 6.30. Una hora mas tarde pasaron a recogerme Davor Murillo, mi guía, y el chófer, Efraín Orellana, e iniciamos el viaje a Potosí, con final en Uyuni, acompañados por el argentino Renato Giordano, jefe del mayorista Club Marco Polo, con sede en Madrid, y 2 clientes suyos españoles.
Aunque la distancia entre Sucre y Potosí no es más que 150 km tardamos más de 3 horas. La salida fue complicada debido al tráfico. Tras pasar el puente sobre el Rio Sucre entramos en una carretera encajonada y serpenteante. Descendimos unos 700 m, hasta los 3.900 m de de altitud de Potosí. Atravesamos un pequeño y fértil valle, con frutales, maíz y hortalizas, pero con muy pocos árboles. Pese a ser una simple carretera, tuvimos que pagar peaje en un par de ocasiones.

Atravesamos pequeños pueblos y algunas granjas: Comunidad Anfaya, Comunidad Pulqui, Millares, Villa Carmen, Sijllani, Don Diego…. Al borde de la carretera, muchas casitas y pequeños templetes, con velas, flores retratos en recuerdo de los fallecidos en accidentes. En una curva muy cerrada conté hasta 10. Vi algunas vacas rojizas, unas pocas cabras, y pare de contar.
La velocidad máxima es de 30-40-50 km hora, que casi nadie la respeta, como tampoco la doble línea. Tras entrar en una zona geológica inestable, pasamos el Puente Méndez sobre el Rio Pilcomayo, de 2.500 km, que es frontera entre Sucre y Potosí y también es frontera con Paraguay. Nos detuvimos para ver la gran pasarela peatonal colgante construida en 1812, sustentada sobre 4 torres que forman una especie de castillo medieval.

Al pasar el Puente del Retiro, en el km 68, comenzamos a subir. Ríos de montaña secos (las lluvias son e diciembre y enero), y montes prácticamente pelados. Muy poco tráfico, la mayoría camiones de transportes. A las 2 horas de viaje coronamos el Puerto del Retiro, de 3.500 m de altura.Recorridos 24 km llegamos a la ciudad de Betanzos, que guarda estrechas relaciones con su homónima de Galicia y está a 45 km de Potosí.

Betanzos es una zona residencial y tranquila, tiene 5.000 habitantes y con los alrededores llegan a 33.0000. La mayoría se dedican a la agricultura, y en ferias y mercados siguen practicando el trueque. Cerca de Betanzos hay varios lugares de interés arqueológico, y cuenta con importantes infraestructuras coloniales. Es famosa por su música y sus grupos folclóricos. Cada 2 años celebran la Fiesta de la papa (como en Coristanco-La Coruña). Cuentan con gas ciudad, calles asfaltadas, emisora de Radio e Internet. Sus gentes son muy afables y serviciales, desviviéndose por atender a los pocos turistas y viajeros que les visitan. Allí me acordé de mis buenos amigos betanceiros coruñeses: María Barral, alcaldesa; Ramón Vázquez, ex alcalde; Andrés Hermida, concejal; Pachico, ex concejal; etc…..


Recorrimos el altiplano, gran productor de trigo, maíz y algunas hortalizas, en grandes extensiones pero con muy pocas y pequeñas casas de adobe, y atravesamos varias veces la linea del ferrocarril que unía Sucre, Potosí, Uyuni y el ex puerto boliviano de Antofagasta.

En el km 143 divisé la famosa Montaña de plata, un perfecto cono volcánico que nunca erupcionó y del que los españoles sacaron cantidades ingentes de ese metal. Aún hoy hay personas dedicadas a esa tarea.

La entrada en Potosí es bajo un gran Arco de Triunfo. Las calles son muy pendientes y muy estrechas en el casco histórico. Es la quinta ciudad de Bolivia, mucho más colonial que Sucre y, como todas las grandes ciudades de Bolivia, tiene su propia cerveza: La Potosina.

Les diré que Sucre y Potosí son ciudades hermanas. Creada en 1544, gracias a las explotaciones de plata, Potosí llegó a ser una de las ciudades más ricas del mundo. Su segundo nombre es Villa Imperial de Carlos V, tiene 200.000 habitantes, es la quinta urbe boliviana, y es Patrimonio de la humanidad.

Mi primera y detenida visita fue a la monumental y Real Casa de la Moneda, del año 1773, con sus grandes hornos originales de fundición de la plata, 3.000 piedras semipreciosas, salas de plateria y su patrón San Eloy, ruedas gigantescas llevadas de España para aplanar los lingotes y movidas por 4 mulas, acuñación, medallas, salón colonial, salón de cuadros de las vírgenes católicas, prensa de bronce manejada por 3 hombres, locomotora «Pacamayo» de 1892 que enlazaba Potosí y Uyuni, gran prensa para hacer medallas de plata y oro manejada por 3 hombres, etc.

Luego visité la Torre de la Compañía de Jesús; la Plaza Principal 10 de noviembre, con la Catedral, Palacio de Justicia, Teatro Modesto Omiste y Banco Central de Bolivia; plaza de las frutas y Obelisco ; Banco Colonial; mirador del Cerro Rico; San Francisco; barrio colonial; etc.

En el intermedio de las visitas almorzamos en «El Empedradillo», cerca de la Iglesia de San Francisco, degustando comida boliviana regada con cerveza Potosina. Cuando íbamos a iniciar el viaje a Uyuni cayó una tremenda granizada que convirtió las empinadas calles en grandes torrenteras, complicando nuestra salida de la ciudad, pese a viajar en un potente Toyota 4×4, muy bien manejado por Wilder Copa. Por cierto, el Cerro de enfrente estaba cubierto de blanco, como si hubiera nevado.

Tardamos unas 4 horas en recorrer los 210 kilómetros que hay entre Potosí y Uyuni, ciudad de sólo 20.000 habitantes, situada a casi 500 m menos de altura. Buena carretera de peaje, con infinidad de curvas, que recorrimos ya con sol.

A los 20 km cruzamos linea férrea, y 10 más tarde una zona de aguas termales y montes prácticamente pelados. El primer pueblo fue Condoriri y a unos 50 km atravesamos montañas de arenas blancas, la Zona Arqueológica de Chaquilla, Puente de San Juan, Valle de cactus, Pelca, Tica Tica, y vimos manadas de llamas y de vicuñas salvajes.

Entramos en la Avenida Costanera Tica Tica, bordeamos el Rio Chaqueri, atravesamos curiosas formaciones geológicas y montañas de arena blanca. Pasado el Río Ollerias, recorrimos una recta de unos 20 kilómetros con grandes plantaciones de chinoa y rebaños de vicuñas salvajes.

Luego, otra buena ración de curvas y toboganes y las ruinas de las Minas de Pulacayo, que produjeron mucha plata y tuvieron el primer ferrocarril de Bolivia.
Tras otra fuerte subida, divisamos los inmensos desiertos secos de arena, el Salar de Uyuni, y entramos a esta ciudad por delante del Cementerio, en el que había un nutrido sepelio.
Y ya en la habitación del Hotel Tambo Aymara, escribo esta nueva crónica viajera que confío les guste.
¡Saludos y salud!. (Lajos Spiegel!

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