Habitualmente, después de comer, paseo por la coruñesa y turística Playa de Santa Cristina. Y para hacer ejercicio de abdominales (que buena falta me hace….) me agacho con frecuencia para recoger piedrecitas y conchas, que utilizo para cubrir los numerosos tiestos y macetas con plantas que tengo en mi terraza, evitando así que los pájaros y la lluvia dispersen la tierra por el suelo.
El pasado 14 de julio, después de celebrar la exitosa comida de mi Cumpleaños natural en “El Rincón de Ger”, en la que me acompañaron más de medio centenar de amigos, y tomar un café con Berta, Margor, José, Javier y José-Ricardo, dado que la tarde era excelente, fui a darme un reconfortante baño en el mar.
Como de costumbre, recogí piedras de colores (sobre todo de cuarzo rojizo) y diversas conchas de almejas gigantes, navajas, berberechos grandes, longueirones, ostras, vieiras, mejillones grandes, chirlas, caracolas pequeñas, minchas, lapas, corales, zamburiñas, y algunas otras de moluscos que no conozco.
El sábado día 1 decidí lavar las piedrecitas y conchas, que había dejado en una bolsa sobre la meseta del lavadero que tengo en la terraza, ya que estaban llenas de arenas y pequeñas algas. Y fue cuando me encontré con la grata sorpresa de que la concha inferior de una pequeña ostra tenía una perla blanca, según pueden comprobar en la primera fotografía que acompaña esta información, hecha sobre mi mascarilla de protección contra el maldito Coronavirus….
No es la primera vez que, en la Ría de La Coruña, y más concretamente en la zona de la Playa de Santa Cristina y Ría de O Burgo, aparece alguna ostra con perla. Hace pocos meses, los medios informativos publicaron que habían encontrado una ostra con una perla de color negro, y pocos días después una almeja (cosa que es mucho menos frecuente) también con una perla negra.
Y eso me trae a la memoria que, durante un paseo por la valenciana Playa de Pinedo, en el pasado mes de febrero, en compañía de mi excelente amiga la fallera Pilar Gómez, encontré una preciosa concha de coral que tenía una pequeña y brillante piedrecita en su interior. Tal cual, se lo cuento.
Por cierto, la publicación en las redes sociales de mi valioso hallazgo ha provocado un auténtico aluvión de comentarios. La mayoría lo consideran una señal de fortuna y buena suerte, sobre todo de cara a mi futuro. Hay quien ve una serie de connotaciones esotéricas en el asunto, pero siempre de carácter positivo, cosa que, como es natural, celebro. ¡Va por ustedes!.
La escritora y pintora venezolana Ana-Isabel Leonett me remitió este bello relato: “Érase los últimos días de un caluroso verán. Una mariposa, que estaba herida y aturdida por el golpe que había recibido, se posó en un pequeño rosal, donde sus bellos pétalos acababan de abrir dejando al descubierto sus apetitosos estambres. Una gota de sudor frio le resbalaba por sus alas, y un latido fuerte le oprimía el pecho.
“De repente se posa una bella mariposa que, al notar su presencia, abre las alas en señal de aceptación. Se acercan, y al cabo de un rato las dos avanzaron hacia la inmensidad del verbo amar. Cruzaron valles, lagos y montañas, hasta llegar a posarse en el árbol de la vida. Allí, como si fueran arañas, tejieron con avidez y soltura los hilos dorados de sus vidas y en su nido de amor estaban felices.
“Los árboles sacudidos por el fuerte viento y las nieblas, que también hacían su aparición, estaban anunciando que llegaba el otoño.
“Los rebrotes del Covid-19 estaban causando estragos también entre los animales, motivo por el cual su compañera de vida murió por la pandemia, al consumir un polen contagiado, dejándola sola y triste como al principio.
“Un buen día dejó de llover. Los pájaros cantaban y la pequeña mariposa se pintó los labios de carmesí, se posó en el alfeizar de una ventana y voló…. voló…. y voló”.
El maldito Coronavirus sigue creando gravísimos problemas, además del que atenta directamente y muy seriamente contra nuestra salud. Los quebrantos económicos son enormes, y uno de los sectores más afectados en España es el turístico. Hace unos días recibí una carta de mi buen amigo Luis Domínguez Calderón, ex Director Internacional de los Clubes de Leones, residente en Mijas-Málaga, la famosa localidad de los burro-taxis. Su carta dice así:
“Queridos amigos: Como podéis imaginar esta crisis me ha afectado gravemente, sobre todo mi caso, que dependemos del sector turístico. Para que se hagan una idea en junio vendimos el 5% del año anterior. Entre mi yerno Juan y yo hemos creado una página web nueva de una de mis tiendas, en este caso es de ropa, sobre todo de marcas españolas y de alta calidad. Yo te pediría un gran favor, es que entraras en la página web, para que se posicione mejor en buscadores como Google. Sobre todo, reenviarlo a amistades y familia, para que lo visiten la mayor cantidad de personas posible. Por cierto, en la foto (segunda de esta información) está mi yerno Juan y mi nieto Juanito, como verán igual de guapo que su abuelo…. Muchas gracias por vuestra ayuda, lo agradezco muchísimo. Luis”. Por mi parte, hecho está. ¡Mucha suerte!.
Finalizo por hoy, con la promesa de seguir publicando más crónicas de esta “Nueva Normalidad”. ¡¡¡Mientras el cuerpo aguante!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)