Visto lo visto hasta ahora no parece que el aterrizaje del equipo deportivista en primera división haya sido el deseado. Cinco puntos en seis jornadas son un pobre balance pero un mal resultado en los dos siguientes enfrentamientos con el Sevilla y el Valencia, pueden marcar una tendencia muy negativa cuando todavía no se ha cumplido el primer cuarto de la competición.
Los movimientos dadostras el ascenso tampoco invitaban al optimismo y por eso no sorprende el actual escenario. Una destitución a pocas fechas del inicio de la pretemporada, una plantilla poco contrastada en la categoríay sin rodaje, no presagiaba nada bueno.
Ante este panorama no parece lo más aconsejable que un equipo en tales circunstancias trate de jugar en la Liga de las estrellas como si fuera un aspirante al título sino que haría bien en empezar a contar los puntos que le hacen falta para conseguir la permanencia.
Todos los entrenadores tienen –o se les suponen que deberían de tener- un Plan B para vestir al equipo con el mono de trabajo y, si no ganar partidos, tratar por lo menos no perderlos para ir arañando puntos. Abandonar catecismos tácticos que no sonaplicables a todos los equipos y tratar de adaptarse a las características de sus jugadores, a las necesidades del Club y a las estrecheces presupuestarias que impone la actual situación, se antojan las obligaciones las inmediatas del cuadro técnico.
Pues bien, hubo alguien que lo entendió cuando llegó a Riazor en 2013. Cogió al equipo en primera división en una situación desesperada cuando se disputaba el tramo final de la Liga y estuvo a punto de salvarlo si no fuera por la aciaga última jornada donde se sucedieron una serie de resultados que condenaron a los blanquiazules al descenso. La temporada siguiente, con una plantilla corta y poco experimentada, promocionó a promesas de la cantera de Abegondoal primer equipo y logró un ascenso muy trabajado. Orden y disciplina en defensa era la primera consigna. Alegrías, las justas porque la plantilla que manejaba no era, ni con mucho, la mejor de la categoría. Ahora ya no está y a veces se le echa de menos.
Se impone en el Depor una reflexión sosegada para armar un equipo capaz de competir con garantías y que empiece a tomarse como finales los encuentros ante los posibles rivales en la lucha por mantener la categoría. Porque en caso contrario la grada va a acordarse del día en que se decidió prescindir de los servicios de un señor de Castrofeito.
Artículo by Pablo García-Ramos en DXT Campeón el jueves 2 de octubre de 2014.
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