Pues sí, un buen par de collejas es lo que nos han dado en estas dos últimas jornadas. Y esperemos que hayan servido para algo, porque cuando queda tan poquito para terminar la temporada sería una pena echar todo a perder con la de obstáculos que ha tenido nuestro RC Deportivo esta temporada.

Lo cierto es que estábamos todos un poco subiditos tras el encuentro ante el Mallorca con ese marcador tan contundente de 0-3. Veíamos la clasificación y contemplábamos ufanos como le sacábamos 9 puntos al tercero. Le echábamos un vistazo al calendario y el optimismo aumentaba más todavía. Quedaban 7 jornadas y el objetivo parecía mucho más próximo que hace dos años cuando batimos todas las marcas de la categoría.

Y no era un exceso de euforia, ni mucho menos. Era el fiel reflejo que teníamos de tres partidos en los cuales el Deportivo había sido muy superior a sus rivales y no había encajado ningún gol. Parecía que Fernando Vázquez había dado por fin con la tecla mientras nuestros rivales seguían dejándose puntos por el camino. Y en el horizonte veíamos un encuentro en Riazor ante el peor equipo fuera de casa y un desplazamiento aquí al lado, a Lugo, donde la mitad del aforo iba a ser blanquiazul. Todos confiábamos en que en dos partidos íbamos a estar casi ascendidos. No era para nada un exceso de confianza. Era tan solo el optimismo que nos daban las sensaciones positivas de los últimos partidos.

Y en esto que llegó la Ponferradina de Claudio Barragán. Aquel delantero que un día que no estaban ni Mauro ni Bebeto se puso el traje de torero y le hizo una faena al Real Madrid que muchos no olvidaremos por muchos años que pasen. Aquel delantero que ahora entrena al equipo del Bierzo vio como estaba jugando el Depor, qué esquema estaba utilizando y supo cómo cortocircuitarlo. Anuló a Juan Domínguez, cortó las bandas y se llevó el centro del campo de calle. Y, por supuesto, el destrozo que le hizo su delantero Yuri a nuestra defensa. El marcador, 0-3 que pudo ser un 0-5 o 0-6 perfectamente. El indiscutible líder perdía ante el peor visitante.

Y esta semana pasada el partido de Lugo. A todos, pero sobre todo a los que se desplazaron hasta allí, se nos quedó una cara de bobos al ver como el conjunto local nos empataba un partido completamente controlado en la primera mitad. ¿Relajación? ¿Exceso de conservadurismo? ¿O simplemente que el rival también juega?

Y, sin embargo, lo cierto es que hemos salido bastante bien parados de estos dos tropiezos. El día de la Ponferradina hasta nos salió una jornada redonda: perdieron todos y en el único enfrentamiento directo, el Eibar-Recre, se dio un empate. Habíamos perdido estrepitosamente y resulta que manteníamos la distancia y con una jornada menos por disputarse. Sería de locos si no fuera porque llevamos todo el año con resultados así, que nuestros rivales ahora son Tenerife o Murcia, que no hace tanto estaban por la parte baja. Y que los que eran nuestros rivales a priori, Zaragoza o Mallorca, pues por ahí andan rezando más por no descender que por pensar meterse siquiera en la promoción.

Esta semana pasada la distancia se redujo, pero no tanto como para estar alarmados. El Eibar se ha puesto a sólo dos puntos y el tercero, la UD Las Palmas, está a siete puntos. Quedan tan sólo 15 por disputarse y esperemos que las dos “collejas” que nos ha dado la cruda realidad hayan hecho su efecto y sirvan para algo. Es demasiado poco lo que queda y suficiente la ventaja que tenemos como para echarlo todo a perder.

De todas formas, no caigamos ahora tampoco en la inquietud y en la preocupación. Vamos a conseguirlo y lo vamos a celebrar, por supuesto! FORZA DEPOR.

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