Entre los muchos mensajes y comunicaciones que recibo a diario, las hay de todas las clases y pelajes. Como es natural, en estos tiempos de Cuarentena, aunque sea ahora algo más relajada, abundan las relacionadas con el maldito Coronavirus y sus consecuencias. Hoy me hago eco, en mi diario “Parte de Guerra”, de un guasapo que llegó a mi poder sin el nombre del autor, pero que considero realmente interesante:

“¿Pero qué les pasa?. De golpe, a los que somos mayores de 60 años, nos transformaron en personas ancianas. Comenzaron a tratarnos como si fuéramos personas limitadas, a las que hay que ayudar porque solas no pueden o no saben. De golpe, el mundo se debate si dejarnos encerrados o no, si valemos la pena vivos o no.

“¿Pero qué les pasa?. ¿Quién construyó este mundo que ahora viven?. Déjennos cuidarnos solos. Nosotros, los que hasta hace media hora dirigíamos fábricas, organizaciones, instituciones o éramos profesionales independientes no perdimos ni la razón, ni el juicio.

“No nos cuiden de manera incorrecta. Consulten con nosotros qué hacer, tenemos sabiduría, experiencia, sentido común, somos los que hemos producido el capital y todo lo que ustedes tienen y menos miedo que ustedes, los más jóvenes.

“De la misma manera que un púber de 13 años no se equipara a un joven de 25, y ambos están en diferentes etapas de la adolescencia, una persona de 65 no se equipara a una de 90, siendo ambas personas mayores en edad. No se equivoquen, a nuestra edad tenemos mucho para enseñar y ustedes mucho que aprender.

“Ser mayor no es una plaga. Es un derecho que nos ganamos con trabajo y el respeto de muchas personas ajenas, y aún con más admiración hacia nosotros que ustedes los que hoy nos tiran al cesto de la ropa sucia.

“Y es un legado nuestro, al que ustedes los jóvenes y dirigentes no querrán renunciar. ¡No nos pidan a nosotros que renunciemos!. Somos la generación que sostiene a los que vienen, sin que les haya costado nada”. Tal cual, se lo cuento.

José-Manuel Dapena “Dape” (primera fotografía), Abogado de prestigio, ex Concejal y ex Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de La Coruña, y muy activo Vicepresidente del Club de Leones La Coruña-Marineda, escribió lo siguiente: “Mi querido amigo y compañero León, Roberto L. Moskowich-Spiegel Pan, infatigable viajero y animoso cronista, en este confinamiento suple los aviones por los móviles para tomar el pulso social a esta situación de coronavirus y compone cada día entre sus amigos un lienzo realista y afectuoso de hechos y sensaciones. El espíritu vital que no falte nunca”. Totalmente de acuerdo, bienquerido compañero.

Entre mis lectores más fieles se encuentra Avelino Abajo Ares (segunda fotografía), eficaz Presidente y factótum de la Casa de León en La Coruña. Con motivo de la entrada del mes de mayo, me remitió el mensaje siguiente: “Bienvenido Mayo. Que sea un buen mes para todos y que nos vaya mucho mejor que en Marzo y Abril. Que, poco a poco, vuelva todo a la normalidad. ¡Qué no nos falte la salud y las fuerzas para seguir adelante!. Un abrazo con todo mi afecto, y el deseo de que estés bien, tú, tu familia y todo tu entorno. Nosotros bien, salvo mi madre, que desde hace 6 meses viene empeorando progresivamente. Está bastante delicada. Aunque la tengo en la Residencia de las Hermanitas, de momento, ha dado negativo del malvado virus”. Muchas gracias por tus buenos deseos, y paciencia mi querido amigo.

Turno ahora para las personas incluidas en el denominado “Grupo de Riesgo” a causa del Coronavirus. Y hoy se asoma a esta ventana de “La Resistencia” mi excelente amiga Ánxeles Penas García (tercera fotografía), que el pasado día 5 cumplió 77 años plenos de sabiduría, bien hacer y trabajo. Nacida el 5 de mayo de 1943, en Teixeiro (La Coruña), reside en la urbe coruñesa desde hace muchos años, aunque no renuncia en absoluto a sus orígenes.

Escritora, poeta, escultora, pintora y crítica de arte, se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Compostela, y en Bellas Artes en la Facultad de San Fernando en Madrid. También estudió Música en el Conservatorio de La Coruña y Magisterio, y tiene en su haber una decena de premios literarios.

Ánxeles me “conoció” cuando ella tenía 15 años de edad, aunque yo tardaría bastantes años más en conocerla personalmente. Es una anécdota que ella recuerda con frecuencia. Resulta que cuando yo vivía en Santiago me crucé en la calle con un verdadero bombón, y le dije: “Eres un auténtico pecado mortal, niña”. Y resulta que esa niña era Ánxeles, que por aquellos tiempos era muy religiosa y a la que mi piropo la conmocionó profundamente, hasta el punto de que, más de sesenta años después, aún me lo recordó cuando anteayer hablamos por teléfono.

Como está viuda y vive sola, pasó el cumpleaños en la más completa soledad, pero sin venirse abajo por ello. Tomó una copa, a la salud de sus hijos y de sus amigos, y unos bombones que tenía en casa. A través de videoconferencia, conectó con sus hijos, que encendieron un mechero cuya llama, simbólicamente, apagó ella.

Cuando hablé con ella, estaba escribiendo un artículo de sus colaboraciones periodísticas, y me dijo que no le llega el tiempo a nada. No se aburre en absoluto, pues tiene muchas cosas que hacer: ordenando, clasificando y releyendo. Tiene miles de papeles, artículos, noticias, textos, muchas cosas suyas…. pero aún va por la mitad.

Durante este encierro no ha pintado nada, debido a que aún no se recuperó totalmente del golpe que llevó en la espalada hace un par de años, al resbalar en casa de sus abuelos, en Teixeiro. Pero sí hizo algo de escultura, y ordenó dibujos.
Gran amante de la música, debido a una avería en el sonido de la radio (la llevará a arreglar tan pronto como pueda), ahora escucha menos de la que le gustaría, ya que habitualmente tiene puesta la música clásica de Radio 2, tanto en su casa de La Coruña como en su taller de la aldea.

Ánxeles es una gran lectora, y le gusta releer cosas que le interesan, sobre todo algunas que tiene subrayadas desde hace años. Ve muy poca televisión, sale a caminar algo, y cocina de forma sencilla, que es como le gusta comer. Antes, con sus hijos, hacía una comida mucho más complicada y variada.
Solamente va de compras al supermercado una vez a la semana, ya que el inicio de la Cuarentena la cogió con mucha comida en el congelador. Y, hablando de comida, me dijo que estaba algo preocupada por los cuatro gatos que tiene en la aldea (llegó a tener nada menos que dieciocho….), Les dejó bastante comida en un hórreo que es como su casa, y una prima suya les ha llevado más “papatoria” recientemente.

Como es una persona muy positiva, me dice que esta pandemia está sacando lo mejor de la mayor parte de las personas, pero también lo peor en determinadas gentes. Aunque me repite que lo lleva bien, está deseando volver a la normalidad; o, al menos, poder desplazarse hasta Teixeiro. ¡A tiro de piedra lo tienes, querida Ánxeles!
Y finalizo por hoy. Prometo seguir dándoles más “Partes de Guerra”. Mientras el cuerpo aguante…. ¡¡¡Saludos y salud!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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