Las Áreas de Höfn y Mitvan, las Cascadas de Dettifoss y Selfoss, y los cráteres de Skutustadir

01-Djúpivogur 

 

Otro madrugón, y van…Pero es que la jornada que se presentaba era de grandes distancias, y además con muchas e interesantes cosas y lugares que visitar, con buenas caminatas en algunos casos, y con ciertas dificultades orográficas en otras.

El madrugón no impidió, empero, que gozase de un excelente desayuno en el Hotel Edda, y de una animada charla con Órn, mi corpulento guía, un hombre que llevaba una vieja cartera de cuero, tipo ministerial, con una carpeta de hojas transparentes llena de mapas, planos y otros datos necesarios para nuestro recorrido. Además, demostrando su condición de Profesor de Instituto, llevaba también un buen lote de chuletas para informar certeramente de los lugares visitados o de las cosas de interés que se apreciaban durante los desplazamientos de un lugar a otro.

 

Lon, la más bella bahía de Islandia

Al poco tiempo de dejar la ciudad de Höfn pasé por un moderno y bien iluminado túnel que desde hace unos años evita la subida al muy empinado puerto de Almannaskaró, de 530 metros de altura. Al salir del túnel, giramos a la izquierda y tomamos la carretera vieja, como si volviésemos para Höfn, y subimos hasta lo más alto del complicado paso, lo que nos permitió gozar de unas vistas impresionantes tanto de la zona marítima como de las grandes formaciones montañosas que nos rodeaban.

Tras bajar el puerto, seguimos viaje y tuve oportunidad de contemplar grandes bandadas de cisnes que disfrutaban de los últimos días de verano antes de emigrar al continente. Tras detenernos en la enorme Bahía de Lon, en Hornafjördur, que es la más bella de Islandia, recorrí los fiordos del Este, una de las zonas más salvajes de la isla y que cuenta con una gran riqueza de minerales.

Por parajes de auténtico ensueño, con un precioso mar azulado a nuestra derecha e impresionantes formaciones rocosas a la izquierda, seguimos rumbo a Djúpivogur, un pueblo pesquero de 400 habitantes, que comparte la riqueza procedente del mar con un turismo cada vez más en expansión. Es famoso por el hecho de ser un pueblo que tiene nada menos que 283 días de niebla al año. ¡Casi nada, vamos!. Visité el Restaurante Langabúd, del año 1790 (primera fotografía), que está muy bien conservado, y el Fiordo de las Rocas.

 

Los Fiordos del Este

Luego subimos por Öxl, una pista de montaña, de tierra, que cierran en el invierno, y llegamos a los Fiordos del Este, atravesando la zona de bosques más importante de Islandia, hasta llegar a la ciudad de Egilsstadir, que con 2.000 habitantes (“almas” como me decía una y otra vez Örn cuando se refería a la población) es la más importante del Este de Islandia. Está al borde del mítico Lago Logurinn, que es famoso por contar con un gran monstruo, que al parecer solamente lo ven los idos o los “iluminados” por el alcohol o por los estupefacientes.

Tras comer en el restaurante que hay en su plaza central, realicé un recorrido por el pueblo  antes de tomar de nuevo la carretera que me llevaría a atravesar la enorme y deprimente, pero majestuosa, zona desértica de Jökulsdalsheidi, detenerme en su mirador situado a 550 metros de altura, batido por unos tremendos vientos, y presenciar la montaña preferida de los islandeses, con sus 1.622 de altura.

Tras una larga y prolongada bajada me detuve en la Granja Modrudalur, que es la más aislada de Islandia y cuenta con una iglesia privada, que el dueño de la granja erigió en 1949 en recuerdo de su esposa muerta de cáncer,con su pequeño y cuidado cementerio anexo. Hoy tiene cafetería, tienda turística, lavabos y un pequeño museo.

 

Las Cascadas de Dettifoss y Selfoss

 02-Dettifoss

Continuando hacia la región del Lago Myvatn, visité la monumental Cascada de Dettifoss (segunda fotografía), que con sus 92 metros de alto y 100 metros de ancho es la de mayor caudal de Europa, desembocando en un impresionante cañón de 130 metros de altura y 30 kilómetros de largo por el que discurre el Río Glaciar. Y desde allí realicé una prolongación de mi ruta a pie, bordeando para ello el río, hasta la Cascada de Selfoss.

De nuevo en la ruta, me detuve en Námafjall con el fin de visitar con detenimiento las numerosas fumarolas sulfurosas (tercera fotografía), de muy variadas formas y actividad más o menos intensa o violenta, que ocupan una especie de gran valle y que continúan montaña arriba, apreciándose desde allí también muchas otras en las montañas cercanas. Se trata de un lugar productor de azufre, que es aprovechado con fines industriales.

 

Cráteres de Skútustadir y Lago Myvatn

 03-Ante-un-cráter-sulfuroso

Y de Námajfall se trasladé a Skútustadir, un lugar famoso por sus cráteres volcánicos de explosión, que se encuentra al borde del Lago Myvatn. Después de dejar mi equipaje en el Hotel Gigur, realicé un recorrido por el pequeño pueblo, en el que destacan su iglesia, el cementerio anexo a la misma, los hoteles y restaurantes, pero sobre todo su entorno natural que es realmente hermoso y atractivo.

Tras cenar en un comedor muy bonito y con maravillosas vistas al lago, me retiré a dormir, no sin antes cumplir el requisito de revisar las fotos y el video diario.(Fotos: Lajos Spiegel).

Previous post Islandia: Mucho más que agua y fuego (III)
Next post Islandia: Mucho más que agua y fuego (V)

2 comentarios en “Islandia: Mucho más que agua y fuego (IV)

Deja una respuesta