La sala de exposiciones del Aeropuerto de La Coruña, por donde transitaron el pasado año más de un millón trescientos mil viajeros, lo que se tradujo en un movimiento de personas superior a los dos millones, acoge actualmente una soberbia muestra de fotografía y escultura del artista coruñés Javier Sanz (con quien aparezco en la fotografía), exposición que está mereciendo numerosos elogios. Javier hereda los genes artísticos de su abuelo, Ricardo Gómez, mi querido ahijado en el Club de Leones La Coruña-Marineda, y es hijo de Rosa Gómez, destacada crítica de arte en “La Voz de Galicia”. Lo conocí hace tres años, con motivo de su exitosa exposición en la galería herculina “Arte Imagen”, de mis buenas amigas María del Carmen Pérez y Bea Pardo.

 

Hasta el 15 de marzo, podremos disfrutar de su actual muestra de 20 obras: 3 fotografías y 17 esculturas surrealistas o conceptuales. Las fotos están realizadas en metacrilato, y son de 50 x 70 cm. El tamaño de las esculturas es muy variable, ya que van de los dos metros de alto hasta apenas 10 cm. Su temática gira en torno al arte conceptual, pretendiendo unir dos objetos que nada tienen que ver entre sí, pero que juntos funcionan metafórica, plástica y visualmente. Javier crea imágenes nuevas, que sorprenden al espectador porque no las habían visto nunca. En definitiva, trata de ser original. Hay esculturas realizadas en hierro, en metacrilato, y otras son meras antigüedades a las que añadió otro objeto, y de esa unión surge la metáfora. Las fotografías también se pueden clasificar como conceptuales. Su última exposición tuvo lugar en enero del 2019, en la coruñesa Casa de María Pita, y se titulaba: «El triunfo del odio». Era una crítica contra los regímenes totalitarios que hubo en el siglo pasado, y tuvo gran acogida. En la actualidad está centrado en nuevas creaciones, pero abierto a la propuesta de algún proyecto interesante. (Foto: Lajos Spiegel)

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