Los Juegos Olímpicos acostumbran a ser un espectáculo de alcance mundial donde asoman todo tipo de especialidades deportivas pero también, y no menos importante, un campo de batalla donde los países dirimen su potencial deportivo. En muchos casos esta circunstancia suele utilizarse como propaganda de tal o cual sistema político. No hay que retroceder mucho, en tiempos de la Guerra Fría, para observar como los dos bloques pugnaban por la supremacía mundial a través de sus resultados deportivos, una inquietud que dejó un triste recuerdo con episodios de dopaje sistematizado en los países de órbita soviética.

Si nos referimos a resultados por países, el baremo más empleado es el número de medallas logradas por sus atletas. Seguramente algunos dirigentes federativos insistirán en el valor de los diplomas olímpicos, pero tristemente, ¿alguien recuerda el nombre de los diplomados?

En este sentido los EE.UU. con 121 metales, sigue siendo el gran dominador de los Juegos, con gran diferencia sobre el resto de países. España logró 17 medallas unos resultados que desde los JJ.OO. de Barcelona 92, el verdadero punto de inflexión del deporte olímpico español, sitúan a nuestro país entre los veinte mejores del medallero.

También supone una ocasión especial para entronizar a los reyes del deporte. En este caso tres han sido los grandes triunfadores que han marcado los Juegos en las tres disciplinas centrales: atletismo, natación y gimnasia. Michael Phelps y Usain Bolt han ratificado en Rio 2016 su categoría de mitos olímpicos. El de Baltimore completa su colección medallas con seis nuevas preseas para un total de 28 medallas, de las cuales 23 son de oro. El velocista jamaicano cierra un ciclo inigualable al ser campeón de 100 m. 200 m. y 4×100 m. en las tres últimas citas olímpicas. La consagración, si se puede calificar así a una gimnasta que domina casi todas las especialidades en los últimos campeonatos del mundo,  ha sido la norteamericana Simone Biles. Desde que la rumana Nadia Comaneci asombrara en los JJ.OO de Montreal 1976 no se había visto tal grado de perfección.

Sin embargo, me quedo con la presencia de los deportistas anónimos que preparan silenciosamente durante cuatro años su participación, con escasos recursos pero con el espíritu olímpico de superación, en deportes que apenas tiene relevancia mediática y con una pasión que hace que los Juegos Olímpicos sigan siendo el mayor acontecimiento deportivo del mundo.

@pgarcia_ramos

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