La vida se apaga y la misión de los que tenemos mecha es  mantener la llama del recuerdo en la figura de los que a lo largo del tiempo nos han inculcado valores y amores. Como de bien nacidos es ser agradecidos me gustaría dedicar unas letras a la figura de un deportivista y destacada figura de la transición española, como es Adolfo Suárez. Este gran hombre será recordado por la inmensa mayoría de los españoles como la persona que lideró la difícil época de la transición en España. Pero a la vez será recordado en el seno del deportivismo como un miembro más de la familia blanquiazul.

Los más veteranos haciendo memoria en alto sobre la estrecha relación que mantuvo Adolfo con nuestra ciudad y con el Real Club Deportivo de La Coruña contaban como en el año 1949 aquel niño, que curiosamente después sería presidente del gobierno, probó suerte en el campo pequeño de Riazor junto a otros 400 chavales de entre catorce y dieciséis años para formar parte de los seleccionados de la ya histórica y afamada “Escuela de Scopelli”.

Esta escuela de la cual aun suenan ecos hoy en día, tras más sesenta años, fue creada y capitaneada por el entrenador argentino Alejandro Scopelli, que tuvo el honor de contar con auténticos ojeadores de lujo en la imagen de los internacionales Chacho, Hilario y Elicegui. Tras la selección inicial se formaron dos equipos, el Blanco y el Azul, que un treinta y uno de marzo de 1950 en un partido a modo de presentación debutaron en el campo grande de Riazor con resultado favorable de 1-0 para el equipo Blanco. Los que vivieron aquel partido recuerdan como se dejó ver la notable progresión asimilada por los pupilos del preparador argentino.

Entre estas promesas llenas de calidad se encontraba el ya mencionada Adolfo Suárez que formó equipo con otros jóvenes futbolistas como el único jugador español que tiene la distinción de balón de oro, que es el coruñés  de la avenida de Hércules Luis Suárez. Algunos, entre los cuales me encuentro yo, no lo vimos jugar, pero ¿quién no conoce a fútbol de seda? Creo que todos los aficionados al fútbol recuerdan o cuanto menos oyeron hablar de Luis cuando jugaba en el Perseverancia, Deportivo, Barcelona, Inter de Milán o Sampdoria. Otros como mi padre Fefé del Río, Botanita, Luis, Boedo, Modesto, Novo, Torres, Losada, Saavedra, Juan, Folla, Varela y Bouza también tuvieron la oportunidad de ser compañeros de un niño con corazón blanquiazul como Adolfo Suárez.

Otros momentos vividos en clave deportivista por Adolfo fueron la presidencia de honor del club que le otorgó la directiva presidida por Antonio Álvarez en el año 1977. Hace menos tiempo, en el 2002, la entrega honorifica del carné de socio del Depor con el mágico nº 30.000 que le concedió Augusto Cesar Lendoiro. Y la inolvidable imagen de felicidad que mostraba el blanquiazul Suarez cuando un 6 de marzo de ese mismo año el capitán deportivista Fran levantaba la Copa del Rey que nos acreditaba como campeones del Centenariazo. Un abrazo a nuestro jugador, presidente y aficionado Adolfo Suárez.

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3 comentarios en “Adolfo Suárez, un deportivista más

  1. Enhorabuena por el artículo, Fede. Sólo un pequeño apunte: el Presidente del Deportivo en el 77 era Antonio Álvarez, un gran hombre y padre de un amigo común. Un abrazo.

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