Copán  (Honduras), 24 de Octubre del 2017

Hoy, cuanto día de mi interesante viaje por tierras de Centro América, me levanté a las 6 de la mañana, ya que a las 7.15 vino a buscarme Ciro, el guía, quien por cierto cumplió hoy 54 años de edad, al que felicité con tan fausto motivo.
El día amaneció lluvioso y alternó con algunos claros durante el recorrido. Dejamos Ciudad de Guatemala por la Carretera Panamericana, que en ese tramo recibe el nombre de Carretera a El Salvador. La salida fue bastante fluida, mientras que la entrada estaba materialmente colapsada. La distancia a Copán es de 283 kilómetros pero lleva unas 4 horas y medía debida a su trazado, con muchas curvas y grandes pendientes. Pero lo peor es el estado de la calzada, que es lamentable en varios largos tramos. Según el guía, el Gobierno anterior robó gran parte del dinero destinado a las vías públicas…. y por ello está encarcelada la Vicepresidenta.
En nuestro largo recorrido son de mencionar la «Casa de Dios», que es la Iglesia Evangélica más grande de América; el residencial de alto standing «Pontevedra «; el Volcán Pacaya, que está activo; el pueblo Nuevo Viñas, que tiene la mejor piña del país; Cuilapa, que es el centro geográfico de las Américas  (en estos territorios es frecuente el uso de pistolas, y de aquí proceden muchos guadaespaldas); San José de Acatempa, un pueblo de gitanos españoles llegados a finales del Siglo XIX y que conservan sus ancestrales costumbres; y la «Ruta Colonial de los Volcanes «, destacando Juliapa con nada menos que 16.

En «Ceiba de Oriente» (foto adjunta), a 116 km. de Copán, realizamos nuestra primera «parada hidráulica». Seguimos luego una ruta casi impracticable, que puso a prueba la pericia de Ciro como conductor. En algunos tramos había muchachos voluntarios echando tierra en los baches…. y pidiendo una propina a los chóferes. Tras dejar a nuestra derecha el impresionante Volcán Ipala y la Laguna de su nombre, muy rica en pesca, realizamos otra breve parada en Chiquimula, a 40 kilómetros de la frontera con Honduras.
Bajo una persistente, aunque no muy fuerte lluvia, llegamos a la Frontera de El Florido, que por cierto pasamos a pie por un tramo bastante embarrado. Los trámites de entrada a Honduras fueron muy rápidos, pero no resultó así el recorrido en coche hasta Copán, que está a unos 12 kilómetros, ya que los grandes camiones y trailers provocan grandes atascos en una zona urbana cercana al paso fronterizo.


Con el fin de aprovechar mejor el tiempo para visitar el impresionante sitio arqueológico de Copán comi en un restaurante que hay en su interior, llamado «Rosalila». Siguiendo la recomendación del guía, tomé un «Burrito de res» con una cerveza «Salvavida», considerada la mejor de Honduras.
Yo, que he tenido la suerte de haber visto ya muchas e importantes ciudades y restos mayas, tengo que reconocer que me quedé impresionado con lo que contemplé en Copán. Este lugar arqueológico es conocido mundialmente por  su gran escalera de jeroglíficos, el refinamiento y tamaño de sus estelas, el Museo que contiene numerosas piezas halladas en las excavaciones y una bella y fiel reproducción del Templo de Rosalila, sus pirámides, zonas residenciales, juegos de pelota y enterramientos.
Y, además, tuve la suerte de tener como guía a Virgilio, uno de los arqueólogos que hace 28 años descubrió la zona residencial del conjunto real, en el que trabaja desde entonces. Su pausada y casa «clerical» exposición fue muy didáctica e ilustrativa.


La lluvia nos acompañó buena parte del recorrido, pero no fue impedimento para conocer con detalle La Acrópolis con el Portal Sagrado del Rey XVIII «Conejo», el Altar Q del Rey XVI, el Templo de la Escalera, el Templo 22, la monumental Plaza Mayor,  la impresionante Escalinata de los Jeroglíficos, El Campo de Pelota, y las gigantescas estelas monoliticas del Rey XVIII.
Todo eso, y mucho más, Patrimonio de la Humanidad, son señales vivas y evidentes de la creatividad y poderio de los antiguos pobladores de Copán, considerada la «Universidad de los Mayas», y cuya visita culminó un deseo largamente anhelado, concretamente desde que en 1990 visité Chichén Izá, en Méjico.
Y después de un pequeño recurrido por el coqueto y bello pueblo de Ruinas de Copán, me retiré a mi habitación del céntrico y veterano «Hotel Plaza» para escribir y enviar esta crónica y algunas de las numerosas e interesantes fotografías realizadas.
Mañana toca madrugar, pues retornaremos a Guatemala para visitar el lugar arqueológico de Quiriguá, y navegar desde Puerto Barrios, en el Mar Caribe, hasta la ciudad afro-americana de Livingston. Prometo seguir contándoles. Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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