Decía Valdano durante su etapa como entrenador del Real Madrid que la institución padecía urgencias históricas. Eran los años en que el equipo blanco se había quedado atascado con la sexta Copa de Europa y vivía bajo la presión de un séptimo título que no acaba de llegar. Tuvieron que pasar 32 años para volver a ganarla pero eso no significó que el apremio de conseguir un octavo título. Las exigencias no cesaron.

Ese síndrome se ha extendido y no es algo exclusivo del RM. La impaciencia se ha apoderado de los clubes. Salvo escasas excepciones, la planificación se hace a corto plazo, sin pensar en un modelo deportivo sostenible en el tiempo. Esas urgencias son las que obligan a acudir al mercado de fichajes invernal con el agua al cuello en busca de bálsamo inmediato.

Los equipos son lo buenos que hayan sido el domingo anterior y a los entrenadores se les somete a juicios sumarísimos cada semana. Ancelotti era, en navidades, el mejor entrenador que podía tener el Madrid. Hoy está cuestionado por ceder un empate ante el Villarreal (por cierto, qué bien juegan los de Marcelino). Luis Enrique vivió plácidamente en el banquillo hasta que perdió en un par de partidos y casi lo queman en la hoguera tras el desastre de Anoeta.

Algo parecido podemos decir de Víctor Fernández, un técnico que no llegó en el mejor momento. El despido un tanto atropellado de Fernando Vázquez y el pasado céltico del aragonés, contribuyeron a que la afición lo acogiera con poco entusiasmo. Tampoco ayudo la precipitada confección de la plantilla y los malos resultados no hicieron más que agravar la situación y comenzaron a sonar los primeros pitos en la grada.

Los vaivenes de los últimos años con esa dinámica de ascenso-descenso pesan en el imaginario colectivo blanquiazul y se ve con cierto dramatismo la marcha el equipo. Se deja de ir al campo a disfrutar. Sólo vale ganar para sumar puntos y que salgan las cuentas de salvación.

Pese al oscuro panorama, el Deportivo comenzó la segunda vuelta con una mejoría notoria. Los retoques invernales, la recuperación del carismático Lucas Pérez y el acoplamiento del grupo invitan al optimismo. A una buena racha de resultados le siguieron dos tropiezos; uno esperado en el Bernabéu y otro más incómodo de digerir contra el Celta en  casa.

El Sevilla va a ser una prueba de lo que puede dar de sí este equipo. En la primera vuelta demostró en Riazor ante el Valencia que puede hacer cosas importantes ante los equipos de arriba. Este sábado es el momento de reivindicar a este grupo y conseguir estabilizarse en la zona de salvación de la tabla.

By pgarcia_ramos@hotmail.com en DXT Campeón el jueves 5 de marzo de 2015

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