En este pasado mes de enero hemos vivido una verdadera vorágine de altas y bajas en la plantilla del RC Deportivo que ha terminado con una composición del plantel que ciertamente invita a pensar de forma optimista. Prácticamente todos hemos visto como ha quedado finalmente el equipo y nos hemos planteado que, si con lo que teníamos antes íbamos de primeros, qué será ahora con el equipazo que hemos formado.

Ha vuelto el que posiblemente fuese el más añorado: Diogo Salomao, ha venido un goleador como Toché que ya ha estrenado su cuenta, tenemos un recambio en defensa como Lopo que, polémicas absurdas aparte, es toda una garantía. Ha venido también un extremo como Sissoko del que traen buenas referencias pero al que, de momento, le sobran casi los mismos kilos que a mí. Y, por último, Bryan Rabello, un mediapunta chileno al que en Sevilla buscan minutos debido a su juventud y en el que tienen puestas muchas esperanzas debido a su juventud.

El caso es que, el día de la presentación de Rabello, hubo muchos periodistas que se preguntaban si este jugador era el primer chileno en la historia del Deportivo. Pronto se dieron cuenta de que en 1973 fichaba por nuestro equipo otro compatriota suyo llamado Guillermo “Hallulla” Muñoz. Pero no se hablaba de ningún chileno más. Y a mí me rondaba en la cabeza que hubo otro en los años 80. Un típico fichaje de aquellos años en los que nos vendían un fenómeno de allende los mares que luego resultaba ser un fiasco. Tan sólo recordaba su nombre: Hermes Navarro y que había fichado a mediados de la temporada 1984-85 para luego jugar poco o nada.

Rebusqué entre mis viejas revistas Don Balón y, efectivamente, estaba en lo cierto. El chileno Hermes Navarro llegó al Deportivo en enero de 1985. Procedía del Unión Española donde destacaba –decían- por su facilidad goleadora. Tenía 23 años y a final de temporada el club coruñés decidiría si lo fichaba definitivamente. Lo de siempre, un fenómeno que por arte de magia se lo ofrecían a un modesto equipo de Segunda.

Pues bien, en toda la liga Hermes Navarro no jugó ni un solo partido y su participación en el cuadro coruñés se limitó a sustituir a Traba en el minuto 60 de una eliminatoria de Copa frente al At.Madrid en Riazor. Huelga decir que su faceta goleadora no llegamos a verla. Al final de temporada, Hermes Navarro causó baja y, sinceramente, no he podido encontrar ninguna información más sobre su carrera deportiva.

En aquellos años fueron muy habituales este tipo de fichajes en el RC Deportivo. Jugadores que nos los presentaban como grandes goleadores, internacionales por sus países, pero que no nos sonaban de nada y que luego resultaron ser un verdadero fracaso. Así, a bote pronto, me vienen a la cabeza los nombres del argentino Osvaldo, que en la temporada 82-83 –la del fatídico partido frente al Rayo- apenas jugó unos partidos. Pablo Alonso, uruguayo, que jugó entre 1983 y 1985 haciendo una aceptable segunda temporada, el peruano y “exigido” William Huapaya, que jugó en la 83-84 y que actualmente dirige una escuela de fútbol en su país, el yugoslavo Batrovic en la 88-89 o el galés Steel, que jugó cinco partidos en aquel mal llamado play-off de 1987 sin marcar ningún gol y al que le pitaron infinitas faltas. Y, como no, el hondureño Zelaya, que lo único que supimos de él fue que nos metió un gol en el Mundial 82 y que con el Deportivo tan sólo jugó un partido de pretemporada en Riazor frente al Universidad de México.

La lista podría seguir, pero no es cuestión de andar recordando más nombres de futbolistas que, ya sea por mala suerte o por falta de calidad, no triunfaron en Riazor. No somos el único equipo al que le ha pasado esto ni tampoco seremos el último. Basta ver las plantillas de Primera y Segunda de estos últimos años para ver que todo esto sigue sucediendo.

En cualquier caso, Bryan Rabello parece bastante mejor que su antecesor. El sábado pasado así lo demostró y esperemos que lo siga haciendo. Seguro que va a ser así.

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