Nacido en la ciudad de La Coruña en 1948, y fallecido en Carril (Pontevedra) va a hacer en julio 7 años, Nacho Salorio fue un destacado abogado laboralista, que allá por los años 70 del pasado siglo se dedicó a defender a capa y espada a los perseguidos por el temido y vituperado Tribunal de Orden Público franquista. Pero esa ardua y complicada labor profesional, que ejercía en su despacho madrileño del número 13 de la calle Españoleto, no le impedía dedicar algún tiempo (aunque mucho menos del que él hubiese deseado) a una de sus auténticas pasiones: la pintura. Otra de sus grandes aficiones era la cocina, y según me comentaron algunas personas que tuvieron la fortuna de probas sus creaciones culinarias se le daba bastante bien el asunto de los fogones. Casado con la destacada feminista Emilia Graña, cuando pudo dedicar su tiempo a sus grandes pasiones vitales, se refugió en la ciudad coruñesa de Sada y posteriormente se trasladaron a Carril, donde falleció. Al dejar toga y tribunales, montó un restaurante que le servía de taller y de punto de encuentro con intelectuales y amigos. Le gustaba el mar con locura, y de eso dejó constancia en muchas de sus soberbias creaciones artísticas. Por eso le dolió tanto el tremendo desastre ecológico causado por el petrolero “Prestige”, ocurrido en el año 2002. De esa tragedia, como de otras relacionadas con la guerra, hay varios cuadros en la soberbia exposición que hasta el 29 de julio podemos contemplar en la Sala de Exposiciones del Palacio Municipal de La Coruña. Organizada por el museógrafo Juan-Ignacio Macua de Aguirre y la viuda del pintor, la exposición incluye una treintena de obras, muy interesantes y logradas. En todas, el color prima sobre la técnica y el trazo, aunque Nacho Salorio también era un excelente dibujante. ¡No se la pierdan, please!. (Foto: Rafa Magán)