El fútbol es fútbol, y el objetivo no estará cumplido hasta que matemáticamente estemos ascendidos, el deportivismo esta crecido y todos pesamos que están hechos los deberes, pero aun nos faltan muchos puntos por jugar y aunque la situación es favorable este juego demostró en múltiples ocasiones que por algo se dice que es fútbol. Esta es la grandeza del balompié, que pasará el tiempo demostrando que dos más dos no siempre son cuatro. Por eso, recomiendo confianza y desconfianza.
Estos días me vienen al recuerdo unas cuantas ocasiones en que teniendo ilusión, confianza y todo a favor los blanquiazules salimos escaldados y muy disgustados. Algunos recordamos momentos imborrables como los días en el que el Rayo Vallecano nos frustro tristemente un merecido ascenso en el año 83, en el mismísimo estadio de Riazor.
Otro de esos días tristes fue el partido de Oviedo donde niños del ascenso viajamos en caravana a la capital del principado para ver como el equipo dirigido por un gran entrenador como Chuchi Aranguren ponia nuevamente una muesca amarga en una parroquia que empezaba a saber lo que es sufrir.
No contentos con esto y también en los años ochenta nos quedaban varios episodios duros por vivir que ciertamente nos hicieron madurar y ser lo que somos ahora. Recordar la inédita promoción de ascenso, con el bueno de Eusebio Ríos como entrenador, y que si de otra situación se tratase hubiésemos ascendido directamente a la máxima categoría del fútbol nacional, pues el Dépor había acabado la liga en puestos de ascenso directo. Y digo inédita, pues hasta la fecha no existía aquella fallida promoción que no se volvió a repetir.
La semifinal de Copa del Rey con Soriano Aladren y el Valladolid como actores principales fue uno de los días más injustos del nuestra historia. La promoción ante el Tenerife de Rommel Fernández como la gota que colma el vaso. Y los posteriormente y tremendos momentos en que Djukic falló en el último minuto aquel penalti ante el Valencia con un Riazor engalanado con las mejores galas.
Y más cercano, y pienso que los recordamos casi todos son los últimos descensos a segunda con Valencia y Real Sociedad. Qué pena ver como aquel SuperDepor se desmoronaba y dejaba de ser Super. ¡Ojo!, voltaremos y muy prontito.
Pues bien, ahora con una dosis de paciencia y prudencia hagamos buena la experiencia y el dicho “no hay mal que por bien no venga”. Estamos curtidos y llenos de desconfianza, pero a la vez también llenos de confianza e ilusión que sirve de aval para demostrar lo que somos. Espero que la victoria ante un equipo gallego como el Lugo sirva de punta de lanza para dar esa tranquilidad que necesitamos, a la vez que le deseo a la querida familia lucense muchos éxitos a partir de la fecha. Sin lugar dudas que voltaremos ¡Forza Depor!
Artículo by Fede G. Poncet en DXT Campeón el domingo 27 de abril de 2014.