Se acerca el final de competición liguera y nuestro Real Club Deportivo de La Coruña, y salvo catástrofe de última hora, va a conseguir el objetivo de la permanencia en la máxima categoría del fútbol nacional. Y cuando hago esta liviana alusión a un posible desastre lo hago desde la prudencia y el conocimiento de que fútbol es fútbol y donde todo puede pasar. Si a esto añadimos que hasta la fecha no se ha conseguido matemáticamente el objetivo marcado a principio de temporada consensuaremos que aún nos queda el trabajo más difícil por rematar. Aunque lo cierto es que nadie, ni los más pesimistas, con sentimiento blanquiazul contemplan la posibilidad de meternos ahí abajo.

A lo largo de la temporada no hemos pasado apuros e incluso en algún momento se acarició el sueño de volver a estar en puestos que dan derecho a jugar en Europa. Si bien es cierto que una racha de malos resultados nos llevó a estar sin sumar los tres puntos que da una victoria durante largo tiempo. El vértigo a lo alto de la clasificación y la sensación y satisfacción que otorgan la misión del deber cumplido pudieron ser las causas que llevaron al equipo aun letargo confianzudo. Las pobres excusas que señalaban a los malos arbitrajes o a la mala suerte como cómplices del mal se desvanecieron por el camino e hicieron fuerte a los errores propios cometidos. Esperemos que esta experiencia nos sirva en un futuro para no señalar culpables externos echando balones fuera y omitiendo responsabilidades. Tenemos muy cercana en España una crisis que omitió un tonto y que a fecha de hoy ha dejado muchos cadáveres por el camino. Esperemos que algunos dejen de buscar un paraguas donde ampararse de una falsa lluvia de errores.

Sin menospreciar a ninguno equipo de los que voy a nombrar nos quedan partidos asequibles ante Las Palmas, Eibar, Getafe y otros más complicados como el Sevilla y Villareal o los siempre difíciles  Barcelona y Madrid. Ahora que hablamos del Real Madrid decir que ante ellos jugaremos el último partido de liga en Riazor y donde esperemos estar salvados y revivir la dulce etapa de más de veinte años donde los de la casa blanca no fueron capaces de ganar al Depor en La Coruña. Je, je, je, como me gusta recordar aquellos partidazos con los que nos deleitaron a la hinchada que nunca se rinde entre otros los Bebeto, Claudio Barragán, Mauro Silva, Makaay, Valerón, Tristán, Djalminha, Rivaldo, Donato o el mismísimo Víctor Sánchez del Amo.

Cualquier deportivista hubiese firmado a principio de temporada la actual clasificación en la tabla del equipo blanquiazul, pero dicho sea de paso ninguno hubiese renunciado a soñar con mayores objetivos y cuotas más altas después de comprobar en carne propia y tras el nacimiento del SuperDepor que los sueños se pueden hacer realidad. ¡Forza Depor!

Previous post El Club de Regatas de Perillo necesita ayuda, para poder adquirir una embarcación olímpica
Next post Javier Akerman presentó su libro “101 perlas budistas y cristianas para alcanzar la felicidad”

Deja una respuesta