Ya ha pasado una vuelta completa y ya tenemos aquí el partido frente al At.Madrid. Muchas cosas han pasado en estas 19 jornadas intermedias, sobre todo por estos lares. Allí, en el equipo colchonero pues simplemente se han despedido de revalidar el título de liga, en la Copa fueron eliminados por el Barça y es en la Champions donde están concentradas todas sus esperanzas tras el chasco del año pasado. Sólo se habla de la eliminatoria de cuartos ante el Real Madrid y de las posibilidades que tienen en el Bernabeu tras el 0-0 de la ida.

Confieso que tenía cierto temor a que este partido que jugará el RC Deportivo este sábado fuese a tener más componentes extradeportivos de los deseados, pero parece que, gracias a Dios, no va a ser así. Si en el equipo rojiblanco están pensando en otras cosas, aquí también tenemos las nuestras y no vamos ahora a perder el tiempo en recordar aquellos hechos lamentables de la primera vuelta. El partido de Anoeta nos dejó unas buenas sensaciones que no podemos ahora echarlas a perder.

Escribía la semana pasada acerca de la tristeza que había invadido Riazor en el partido frente al Córdoba y en el anterior frente al Español. Han pasado apenas unas pocas semanas y todo apunta a que el ambiente en Riazor va a ser el de las grandes tardes. Lo celebro, sinceramente. Que se hayan enterrado las disputas internas que tenemos, que se haya recuperado la ilusión y que nos hayamos dado cuenta de que lo verdaderamente importante en estos momentos es conseguir el objetivo de permanecer en Primera División. Y quedan muy poquitas jornadas para lograrlo.

Aún es pronto para evaluar si el cambio de entrenador ha sido positivo o no. Por lo pronto, parece que lo visto en Anoeta fue diferente a lo sucedido en los partidos anteriores ante el Español, el Getafe y el Córdoba. Personalmente me quedo con dos detalles que vi en el partido contra la Real Sociedad: por un lado, la fe de Lucas para rematar el penalti que había fallado previamente y que encontró su premio cuando ese balón tenía todas las trazas de ser para el portero. Por otro, la misma fe y el coraje que demostraron Oriol y Toché en el segundo gol, ganándole el salto en ambos casos a los defensas y permitiendo el remate del murciano que estableció el 2-2 definitivo. Actitud positiva. Lo justo para contagiarnos de ese espíritu y que los aficionados volvamos a estar ilusionados.

El sábado a las 18:00 Riazor tiene que ser una fiesta. Como en aquellos partidos de Champions en los que no teníamos nada contra el rival nada más que por ser el equipo que teníamos enfrente. En los que nos dedicábamos únicamente a animar al Deportivo y en el que los jugadores notaban ese aliento en las gradas. El rival no nos importaba. Daba igual que fuese el Arsenal, la Juve, el Manchester o el Bayern. Nosotros a muerte con el Depor.

Olvidémonos del rival de este sábado más allá del enorme potencial que tiene. Nuestra guerra no es contra el At. Madrid. La gran mayoría de sus aficionados son excelentes personas que no dudaron en censurar y rechazar a su grupo ultra nada más conocerse los penosos incidentes de Madrid Río. Tampoco esa afición tiene la culpa de tener esos dirigentes que han hecho algunas declaraciones lamentables como decir que “el frente atlético siempre es bienvenido si se porta bien”. Nada de eso nos importa. Ellos están ahora hablando sólo de la eliminatoria de Copa de Europa. Pues nada, ojalá que vengan aquí pensando en eso y se descentren del partido de liga.

La semana pasada escribí sobre tristeza y en esta lo hago sobre ilusión. Que dure.

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