La semana pasada estuve escribiendo sobre la sensación que nos quedaba al marcar un gol en el último suspiro de los partidos y, miren ustedes por donde, jugamos contra el Tenerife y nos marcan un gol en el minuto 91. En esta ocasión la sensación fue amarga y simplemente lo que hizo fue matar ese mal partido del Deportivo con un 2-0 que enterraba cualquier posibilidad de conseguir el empate.

Esta semana han sido varias las personas que me han recordado otros goles in extremis marcados por el Deportivo. Mi buen amigo Fede rememoraba aquel gol que Scaloni le marcó al Hamburgo en nuestra primera participación en la Champions y que supuso el 2-1 final. Otro buen amigo mío, Alfredo, recordaba un gol de Albístegui de falta directa al Sp. Gijón en la 92-93. También me recordaron los “no-goles”, como aquel que le anularon al bueno de Songo´o en Soria y que hubiese supuesto el empate. En fin, que si rebuscamos por la historia, seguro que podemos encontrar un buen puñado más.

Existen también otros partidos que dejan un regusto mucho más que dulce en el aficionado. Son esos partidos que finalizan en empate o victoria pero que se producen tras una remontada más o menos espectacular. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es el del 4-3 al Paris Saint Germain, pero existe otro partido con ese mismo marcador al que me quiero referir.

En el mes de febrero de 1985 nos visitaba el Castilla, era la jornada 25 y estábamos en mitad de la tabla, tan lejos de los de arriba como de los de abajo. En el campo 8000 o 10000 aficionados y no mucha expectación por el partido. Lo de siempre, vaya.

Empieza el partido, todo transcurre con normalidad y llega el primero de la tarde marcado por Traba. Alegría en las gradas. Pasan 5 minutos y en el 36, otra vez Traba, que hace el segundo. Parecía que iba a ser una tarde tranquila en Riazor. Pero no. En el 9 de la segunda parte, Ortiz, aquel que militara cedido dos años antes en el Deportivo y que recordaba por su aspecto a Schuster, establecía el 2-1. Recuerdo un comentario de un aficionado que tenía a mi lado: “bueno chaval, ahora a sufrir, como siempre”. Efectivamente,  cinco minutos más tarde, un tal Pardeza conseguía el empate y los silbidos que aparecen por Riazor. Otros 5 minutos más y el 2-3. “Sois una banda”, “fuera fuera…” y ni un solo grito de ánimo.

Pero por una vez, no estaba todo el pescado vendido. Ese día, nuestro José Manuel Traba iba a hacer historia marcando consecutivamente el empate y el cuarto gol en solo dos minutos. No era muy habitual, pero esa tarde se vivió en Riazor una algarabía más propia de los partidos de la década posterior y que eran impensables en ese 1985 en el que estábamos. Le dices ese día a alguien que 10 años después íbamos a ser campeones de Copa y subcampeones de Liga y se muere de la risa.

José Manuel Traba fue uno de nuestros “galácticos” de los 80. Esa temporada sólo marcó 8 goles, cuatro de ellos aquél día, pero durante las más de 10 temporadas que militó en el Deportivo, llegó a ser uno de los máximos goleadores del club –sinceramente, no sé quien es el máximo goleador en todas las categorías-, superando en muchas ocasiones la decena de tantos por temporada . Perteneció a esa generación de futbolistas que nacieron en la década de los 50 –él nació en 1957- y que nunca se sabrá qué hubiese pasado si hubiesen nacido 10 años después. Posiblemente hubiese jugado en Primera División y viviese partidos como aquel del Castilla. Posiblemente llamase más la atención su juego, sus goles, su remate de cabeza y no sería descartable que algún equipo se interesase por él. Es lo que tiene jugar al lado de grandes jugadores como Bebeto, Mauro, Fran, Voro, Manjarín… que tu juego y tu talento resaltan mucho más. Pero no fue así, y Traba se quedó sin jugar en Primera, como bien merecía.

Pero bueno, todo eso son hipótesis. Lo que sí fue una realidad es que Traba fue más que nunca nuestro galáctico aquella tarde de febrero de 1985 con su póker de goles al Castilla. Veremos si este domingo podemos vivir una tarde parecida. FORZA DEPOR.

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3 comentarios en “José Manuel Traba. Nuestro galáctico de los 80.

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