Bogotá (Colombia), 29 de octubre del 2018

Permítanme que hoy inicié mi crónica con 4 temas futbolísticos: 1.- Siento mucho la muerte de Machicha, ex jugador del R. C. Deportivo de La Coruña. 2.- Sigo con el Dépor, para mostrar mi alegría por su triunfo sobre el Reus. 3.- El posible fichaje del internacional colombiano Wilmar Barrios por el Madrid ha alborotado el estridente cotarro futbolístico en Colombia. 4.- A raíz de su fichaje por el Madrid comenté que Lopetegui no comería el turrón como entrenador merengue, de lo que pueden dar fe Mella, López Rico, Rilo, Jose el de La Forja, Eligio, Suso Boquete, Ramallo, Suso Pedreira, Javier V. Brage, Fana Quiroga, Lago II, José Paz, Carlos Ferro, el Dr. Duarte, Folgueira, etc…..
Hoy dediqué la mayor parte del día, muy soleado por cierto, a la visita de la Catedral de Sal de Zipaquirá, que está a 71 km de Bogotá


A las 9 me recogieron la guía Bibiana Rodríguez y el chófer Marco-Antonio Suárez y salimos de mi hotel, en la calle 56 hacia la 230 Norte, que es donde está el Peaje de los Andes, que cuenta con 12 cajas de pago.
Al borde de la Autovía, en una zona de colegios y viviendas campestres, habia muchos vendedores de flores y de extintores y recargas.
Entramos en la Chía, nombre que le dieron los indígenas a la Madre Luna, pues ellos no adoraban a la Madre Tierra (Pacha Mama). Era un pueblo que trocaba sus vasijas y enseres de barro por sal.
En la zona hay varias Universidades: La Sabana, Manuela Beltrán y Militar de Nueva Granada, y grandes cultivos de patatas, maíz, zanahorias, guisantes y otras legumbres. Lugar muy destacado lo ocupan el cultivo, en enormes invernaderos, de rosas y claveles.
Tras atravesar una zona industrial, con muy poco tráfico por ser domingo, pasamos entre grandes plantaciones de eucaliptos, cuya finalidad es chupar el agua para evitar se filtre en la mina de sal.
La Virgen del Rosario, patrona de los mineros, nos dio la bienvenida a Zipaquirá, municipio de 110.000 habitantes que cuenta con un tren turístico que domingos y festivos va a la Estación de La Sabana, en Bogotá.


Tras dejar atrás la antigua Catedral de Sal, llegamos a la entrada de la nueva, donde nos reciben un gran camión de la mina y uno de los vagones del tren de viajeros, hoy convertido en tienda de souvenirs . Allí leo: «Planta tus sueños y crecerán milagros » y «Los caminos difíciles a menudo llevan a destinos extraordinarios».
También hay unas largas tirolineas y los antiguos tanques donde se evaporsba la sal, convertidos en Pozos de los deseos, con monedas en su fondo.
Alrededor de la Plaza hay 40 palmitos recordando los 40 años de extinción de la antigua Catedral de Sal.
Los indígenas Muiscas explotaron la sal a cielo abierto del año 1600 al 1700, hasta que Alexander Von Humboldt les enseñó a hacer túneles y surgió la minería en la zona.
Hacia 1950, el ingeniero José-María Coll quiso hacer un recuerdo a los mineros por su devoción a la Virgen del Rosario, y esculpió las XIV Estaciones del Via Crucis en la entrada de la mina, donde ellos tenían el altar a la Virgen. Esa primera Catedral duró 40 años, de 1950 a 1990, y llamó la atención a los familiares y amigos de los mineros, que acudían a verla. Con el paso de los años, aparecieron a millares los turistas y viajeros.


Nada buenos que 57 ingenieros se presentaron al concurso para construir la nueva Catedral y lo ganó Rosewell Garabito. Utilizó los viejos túneles de los indígenas y mineros, ampliando los espacios, haciéndolos más grandes y más profundos.
La actual Catedral tiene 180 metros bajo tierra, desde la parte más alta de la montaña, que está llena de plantaciones de eucaliptos para que absorban el agua y no penetre en la Catedral y en la mina. De todos modos se cree que la nueva no durará más que la anterior Catedral.
Se pasa por varios niveles de explotación. Cada uno duró cien años, con técnicas muy diferentes y con nombres distintos: Tajo abierto, Getsemaní, Potosí, Guasá, Fábrica Alta (180 m de profundidad) y el actual de Sal in vitro, que tiene agujeros tan altos como la Torre Eiffel. Ahora no usan dinamita. Inyectan agua dulce, que deshace la roca de sal, y por presión la envían a la superficie. Luego, por grandes tuberías la mandan a la fábrica «Mi Sal» (Refisal).
A la entrada de la nueva mina, que está a 2.764 metros sobre el nivel del mar, está la Plaza del Minero, donde los mineros daban gracias a la Tierra Madre (Pacha Mama). Eran un pueblo muy rico, gracias a la sal.
En 2 años (1990-1992), 127 mineros y el ingeniero Garabito esculpido la nueva Catedral, que consta de 4 partes: las 14 Estaciones del Vía Crucis; la Cúpula y el Coro; la Capilla de los mineros, con su Virgen del Rosario, y las 3 naves de la Catedral; y la Zona moderna, con el Árbol de la vida: Memorias de la sal, un indígena dando las gracias a la Pacha Mama , una lechuza que es el símbolo de la sabiduría y una araña que es el símbolo de la paciencia. Se juntan dos árboles, el roble (la fuerza) y la mano de oso; lámparas de sal, auditorio , el espejo de agua y muchas tiendas modernasde recuerdos.
Tras bajar 800 metros, llegamos a la Cúpula hecha por el ingeniero José-María Concha y llegamos al Coro de la Catedral, con sus instrumentos musicales tallados y a la izquierda una magnifica figura del Arcángel San Gabriel.
Bajando hscia la Capilla de los mineros, hay otra magníficatalla del Arcángel San Miguel. La capilla es el único lugar en que el Vaticano permite realizar ceremonias religiosas y tras su altar hay cien agujeros en recuerdo de los mineros constructores, y otro del ingeniero. En esos huecos han depositado un papel con sus peticiones a la Virgen del Rosario.
La Catedral tiene tres naves: Nacimiento, Vida y Muerte, y cuatro voluminosas columnas, que representan a San Marcos, San Lucas, San Mateo y San Juan, sustentan la enorme cúpula.
A la izquierda de la amplia nave hay un gran Nacimiento, hecho en roca arenisca, que ya estaba en la vieja Catedral. Y también la Cripta.
En el centro de la gran nave está la Capilla Sixtina Moderna, hecha en mármol de Carrara por dos artistas colombianos; y delante del Altar Mayor hay un busto del Papa Francisco, que estuvo allí el 1 de enero del 2017. Está hecho con sal marrón y con adornos de pirita, metal del que logré allí varios minúsculos pedazos.


La gran Cruz que hay tras el altar mayor, mide 16 m de altura, 10 m los dos brazos, y 80 cm de ancho. Aunque parece que sobresale de la roca, realmente está excavada en la misma.
En una pequeña sala anexa está la Sacristía, y la tercera nave es la de la Muerte. Allí podemos contemplar una gran «Pietá», en la que las figuras de la Virgen, Jesús y el soldado tienen rasgos indígenas muy marcados.
Este gran espacio es ocupado por unas 10.000 personas al mismo tiempo en Semana Santa o cuando actúa una gran Orquesta Sinfónica. Ahora está anunciada la de Italia.
La salida la catalogan los carteles como «muy fuerte» y está compuesta por 42 grandes escalones, que para asombro de mi guía subí sin tener que descansar.
Y como remate de esta maravillosa visita, en la salida visité el Museo de la Salmuera.
De regreso a Bogotá, por una autopista de 3 carriles, está el Hipódromo, cerrado a las carreras de caballos debido a las fuertes apuestas de los narcos y dedicado ahora a conciertos, exposiciones u otras actividades, y tras rebasar el letrero «Bienvenidos a Bogotá » está el pequeño aeropuerto de Guaymaral, que es para avionetas, y el Río Negro.
Cené en un restaurante de la Carrera 7 (7* Avenida), cerca de donde están las amplias instalaciones de MAPFRE y la Plaza Sucre Hippie. Y después de un pequeño paseo, regresé al Hotel para escribir y enviar este nuevo capítulo de mi estupendo viaje.

Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)

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