El hecho de que la ciudad de La Coruña haya sido durante mucho tiempo capital del Reino de Galicia le ha supuesto a esta bella y moderna urbe del Noroeste de España contar con una serie de destacados edificios, civiles y religiosos. Una de esas singulares edificaciones es la que ocupa el Banco de España, que se encuentra en el número 16 de la céntrica calle de Durán Loriga, y que se ha convertido en sucursal única del Banco central nacional español al desaparecer las que había en otras ciudades, incluso la de Santiago de Compostela. Debido al arquitecto José Astíz, su construcción data del año 1927, una época en la que la moda eran los edificios públicos robustos y de formas más bien austeras. En la guía del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) consideran al edificio que alberga el Banco de España en la Coruña como “rotundo, absoluto e inexpugnable”, lo cual hay que valorar como muy adecuado al uso, ya que entre sus pétreas paredes se guardan muchos millones de euros. En esas oficinas bancarias trabajó, hasta su jubilación, mi tío político Manuel Lago Castro, cuyos padres tenían muy cerca de allí el popular Café Gran Vía, sito en la calle de San Andrés. Por motivos profesionales, durante mis años de Director de Banca, visité en varias ocasiones el Banco de España y siempre me gustó la luminosidad y amplitud de su patio central y la sobria pero elegante decoración. Recuerdo que mi última visita a tan emblemático edificio fue para cambiar a euros unos cuantos miles de pesetas que un pariente guardaba en una “hucha” que tenía en su domicilio. Pues bien, el edificio del Banco de España, que cuenta con protección integral, va a recuperar ahora la cubierta plana, eliminando el “parche” del altillo que le habían añadido, y también se revisará su aspecto exterior. Tal cual, se lo cuento. (Foto: Lajos Spiegel)

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