Hacía tiempo que no veía cine en pantalla grande, y en la bella ciudad de Betanzos me resarcí a tope durante la pasada semana. A pesar del susto que nos dio José-Luis Cuerda el día de la clausura, tras una caída en la habitación del hotel y su ingreso en el Hospital Universitario de La Coruña, finalizó con suma brillantez la “XVII Semana Internacional de Cine de Betanzos”, que del 26 al 29 de julio se celebró en la remozada sala del legendario Cine Alfonsetti. El ciclo, dirigido por Chema Paz Gago y dedicado a José-Luis Cuerda (con quien aparezco en la foto el día de la inauguración), solo parabienes merece. La organización ha sido magnífica, el programa extraordinario, y la asistencia de público más que notable. La inauguración corrió a cargo de Cuerda, Paz Gago y María Rivas, concejala de cultura, y nos deleitamos con “Amanece que no es poco” y “Así en el cielo como en la tierra”, presentada ésta por María Donapetry, de la Universidad de Oxford. El 27 vimos: “La marrana” y “El bosque animado”, presentada ésta por José-Luis Castro de Paz, presidente de la Fundación Wenceslao Fernández Flórez. El 28 disfrutamos con: “Los girasoles ciegos” y “La lengua de las mariposas”, presentada ésta por el escritor Manuel Rivas, la actriz Uxía Blanco, el actor Gonzalo Uriarte, y el cineasta Ignacio Benedetti. Y el 29, en el acto de clausura, la concejala de cultura entregó a Manolo Rivas el “Globo de Betanzos” destinado al ausente-doliente José-Luis Cuerda, y un ramo de flores a la actriz Celia Freijeiro, gran protagonista de “Todo es silencio”, extraordinaria película con la que se cerró este nuevo ciclo brigantino, que fue premiado con una larga ovación por parte del público que abarrotaba la acogedora sala. Un cóctel, celebrado en el claustro del Museo das Mariñas y regado con el estupendo vino “San Clodio”, de las bodegas de José-Luis Cuerda, puso brillante colofón al Festival. ¡Enhorabuena a todos!. (Foto: Lajos Spiegel)
Un pensamiento en “Extraordinario éxito de la “XVII Semana Internacional de Cine de Betanzos””
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Espléndida crónica querido Roberto