Ciertamente sería una obviedad empezar a hablar ahora de la excelente afición de la que goza nuestro querido RC Deportivo. Desde muy niños hasta personas que llevan más de 50 años renovando su carnet año a año, todos formamos esa gran familia deportivista que últimamente no hace más que dar ejemplos de amor a unos colores por toda la geografía española. Unos atesoran mil y una historias que contar: ascensos, descensos, títulos, goleadas… otros van viviendo historias y hasta hace poco no sabían lo que era ver al Deportivo en Segunda División. Nadie es mejor que nadie por el hecho de haber vivido más historias. Simplemente, a cada uno le ha tocado vivir una época y todos vamos formándonos nuestra particular película de experiencias vividas siguiendo a nuestro equipo.

Mucho se ha escrito acerca de esa afición que supera por poco la veintena y de la que se decía que no sabían lo que era ver al Deportivo en Segunda División y que desconocían lo que era de verdad pasar una época de vacas flacas. Siendo verdad todo esto, pienso que para nada es reprochable esta actitud, ya que ha sido simplemente la época que les ha tocado vivir. Y no por ello dejan de ser mejores deportivistas. Sufren y celebran los éxitos del Deportivo igual que lo hicimos los demás cuando teníamos su edad.

A quien esto escribe –que cumplió hace unos pocos años su “segunda veintena”- y a los de mi edad, nos tocó vivir una situación contraria: hasta pasados los 20 años no supimos lo que era ver al Deportivo en Primera. De la temporada 72-73 en Primera no nos acordamos, ni tampoco del descenso a Tercera. Más que nada porque nos preocupaba más en aquel momento el ir a ver a Gaby, Fofó, Miliki y Fofito al Palacio de los Deportes que lo que le pasase al Deportivo. Somos una generación que hemos vivido media vida en Segunda y la otra media en Primera. Y una vez que hemos superado los 40 estamos en un baja-sube-baja que no habíamos vivido nunca.

Somos una generación que nos pilló siendo muy niños el ascenso de Tercera a Segunda, que seguíamos siendo niños cuando en 1981 subimos de 2ªB, jóvenes veinteañeros cuando subimos a Primera, y ya hombres hechos y derechos cuando el último ascenso de 2012.

Es igual. Para nosotros el de 1991 siempre será el “año del ascenso”. Siempre nos referimos al año 2000 como “el de la Liga”, el 2002 es el del “Centenariazo”, el 94 el del “penalti de Djukic”… Pues bien, aunque hace escasamente dos temporadas subiéramos a Primera y aunque este año –esperemos- lo logremos también, muchos de nosotros seguiremos llamando a la temporada 90-91 “la del ascenso”. La que, tras toda nuestra vida jugando en Segunda, nos llevaría a lo más alto. Fueron muchos años de frustraciones y de ver fútbol de élite por televisión como para despojar a aquel año de su merecido calificativo.

Este domingo nos visita precisamente el rival de entonces: el Real Murcia. La única coincidencia con aquel día es que un amigo mío aprobó entonces una oposición y este año –curiosamente- se examina un día antes en una promoción interna (esperemos que tenga el mismo éxito que entonces). Pero esta vez no se va a quemar ninguna cubierta del estadio (toquemos madera!) ni vamos a ir a Cuatro Caminos a celebrar la victoria. Eso sí, los puntos van a ser igual de importantes que los de entonces. Todas las victorias cuentan, las de la 4ª jornada y las de la última. Y si al final conseguimos subir, guardaremos otro ascenso en nuestra particular historia de vivencias deportivistas, pero seguiremos recordando aquel 9 de junio de 1991 como “el año del ascenso”.

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Un pensamiento en “EL AÑO DEL ASCENSO

  1. Personalmente me marco mucho el partido que nos privó del ascenso a la división de honor en la temporada 83 ante el del Rayo Vallecano, la promoción con el Betis año 1993 y el partido del ascenso con el Murcia de Aquino.

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