Mi jornada viajera de hoy ha tenido tres etapas muy diferentes. La inicié en Guanacaste; la segunda fue un largo viaje en coche hasta San José, que está a 1.104 kilómetros; y la finalicé en la capital costarricense. Por cierto que en Costa Rica, al igual que en otros países de Centroamérica, la referencia de las distancias las dan en tiempo y no en kilómetros como nosotros. Creo que es por las carreteras…. Hoy salió nuevamente con mucha fuerza el sol. Cuando me levanté al baño a las 6 de la mañana había 26 grados, cosa que no creo fuese muy agradable para los obreros que ya estaban trabajando dentro del vaso de la gran piscina…. Una de las primeras cosas que hice esta mañana fue felicitar a Teo Castro, mi ahijado de boda, porque estaba de Santo. Y aprovecho para felicitar por este medio a: mi tía Tonecha y Xoan Ríos, de cumpleaños el 21-10; Manolo Rilo, de cumpleaños, y mi primo Germán, de Santo el 23-10; de nuevo Germán, por cumplir años el 24-10; y a Diego Boquete Pereiro (hijo de mis buenos amigos Ana y Suso) y a Berta Cuiñas, por cumplir años ambos el 7-11. Espero que lo vayan pasado muy bien, y poder felicitarles muchos años más. Siento no haber felicitado a mis contactos de Facebook, pero es que desde que salí de La Coruña no lo volví a abrir…. Me pondré al día cuando regrese, como lo haré con mis actividades habituales, entre las que están las exposiciones; y, entre ellas, la de Laura Doldán en «ARGA», a quien por cierto agradezco sus comentarios jocosos a mis diarias crónicas viajeras.
Como «De bien nacidos es ser agradecidos» valoro todas las atenciones y facilidades que en estos tres días de estancia en el Hotel Occidental Grand Papagayo, en Guanacaste, he recibido por parte de todo el personal, especialmente de su Gerente General Jean Marie Prudencio (francés, hijo de españoles, con quien aparezco en una de las fotografías); Francine Solís, Jefa de Recepción; y Enrique Soto, Jefe de Restauración. Todos los días estuvieron pendientes de mi, e incluso hoy me permitieron cerrar mi habitación a las 14 horas en lugar de las 12, con lo que pude aprovechar a tope mi estancia hasta la hora justa de dejar el Hotel. Es de justicia, y por eso lo cuento, especialmente para que lo sepan mi mayorista, el Club América, y a mis buenos amigos Estefanía y Agustín de «Viajes Rai» en La Coruña. Tras rematar mis tareas de convivencia y relaciones públicas, bajé a la piscina para disfrutar de un relajante baño y saborear un par de buenos cócteles que preparan los especialistas del bar de dicha instalación. Luego, antes de comer, di un completo paseo por el gran parque del complejo hotelero, a bordo de uno de los coches abiertos que continuamente llevan y traen clientes. Por cierto que frente a la entrada del hotel hay un Night Club que se llama «Amnesia». ¡Vaya nombrecito más adecuado!.
Poco después de comer pasó el chofer a recogerme y de inmediato iniciamos el largo viaje a San José, por una carretera de buen firme y doble dirección. Atravesamos un extenso terreno muy llano, con grandes plantaciones de arroz y granjas de ganado vacuno, y pasamos al lado del aeropuerto, que está a 25 kilómetros del Hotel Occidental Grand Papagayo. Un poco más adelante esta el popular restaurante «El Patacón», nombre que me trajo recuerdos bastante pretéritos. La travesía de la populosa ciudad de Liberia resultó bastante lenta y complicada. Allí tomamos la Carretera Panamericana, y pasamos sobre gran número de ríos y canales: Liberia, Arenas, Caraña (como el de Betanzos, donde estaba la «Peña del Huevo Frito»), Salto, Pijije Urraca, Potrero,Estanque, Tenorio, Sandillal, Cañas y los amplios Canal del Oeste y Canal Sur. En una buena parte de la Panamericana la velocidad permitida es de 60 kilómetros por hora, y además con reductores de velocidad cada dos por tres, por lo que el coche parecía una auténtica ametralladora. La velocidad máxima autorizada es de 90 kilómetros por hora…. Viajamos hacia el Sur con muy poco tráfico, y dejamos atrás Bagaces y 25 kilómetros después Cañas.
Allí salimos de la Panamericana, entramos en un altiplano de largas rectas, e hicimos una «parada técnica » en El Limonal, prácticamente a medio camino de nuestra meta. Un poco más adelante, paramos en una estación de servicio a echar gasoil al coche y flipé al ver nada menos que seis máquinas distintas para el pago con tarjeta de crédito, una modalidad muy extendida en Costa Rica.
A las 5 se puso el sol, momento en el que sobrepasamos el caudaloso Rio Guacimal y cuando faltaban aún 123 complicados kilómetros. En el largo descenso posterior, dos grandes trailers nos hicieron la vida imposible durante varios kilómetros, situación que se complicó al encontrarnos otro averiado en medio de la carretera. ¡Ajo y agua…. ! Muy cerca ya del valle pasamos por el Río Aranjuez, y un poco más adelante hay un pueblo llamado Cuenca. Cuando llegamos a la industriosa ciudad de Puntarenas, que tiene un gran puerto en el Pacífico Central, eran ya las 18.30 y según el chofer quedaban todavia un par de horas para arribar a San José…. Al salir de la cudad tomamos la Carretera Nacional y pasamos nada menos que cuatro peajes antes de llegar a nuestro destino. El enorme tráfico de salida, así como el ascenso y la bajada del puerto de montaña del Aguacate, ralentizaron mucho nuestra marcha. Al borde de la carretera habia muchos carteles ofreciendo viandas y bebidas, y entre ellos dos que ponían Pipa y Pipa fina, que según me aclaró el chófer es agua de coco. Y tras rebasar Tivives, Atenas y algunos pueblos más al fin entramos en San José. Cuando llegué al Hotel Presidente había completado nada menos que cinco horas y medía de viaje. Y sin más dilación, me puse a escribir esta crónica para enviarla. Luego cenaré, pues el comedor está abierto hasta las 12 de la noche. Me queda menos de una hora…. Mañana por la mañana completaré la visita a la ciudad, parte de la cual ya recorrí el pasado día 2. Les mantendré informados. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel!)