La Liga ha cobrado un vigor inesperado en los puestos de arriba. Al bajón del Barça hay que sumarle la pujanza del Real Madrid y Atlético de Madrid que siguen peleando por el título. Esta circunstancia ha dejado al descubierto cierto nerviosismo en el Barcelona, un Club ejemplar en muchos aspectos pero cuyas carencias saltan al primer plano cuando los resultados no acompañan, algo impropio de esta centenaria institución.

Sirva como ejemplo la respuesta que ofreció Luis Enrique al periodista Vicente Malo en la rueda de prensa posterior al partido contra el Valencia que se saldó con derrota azulgrana. Hay que entender el nerviosismo y la decepción del asturiano ante la eliminación de su equipo en la Copa de Europa y las últimas derrotas en Liga pero su actitud sólo se puede calificar de lamentable ante una pregunta pertinente sobre el estado físico del equipo que el técnico despachó de manera desconsiderada y grosera.

No se puede pedir a todos los entrenadores la elegancia de la que hacen gala, tanto en la victoria como en la derrota, muchos de sus compañeros (Ancelotti, Pellegrini, Víctor, por citar algunos ejemplos) pero si ser respetuoso en todas las facetas que desarrollan en un club. Y esto no se limita a dirigir entrenamientos, componer alineaciones, hacer cambios con mayor o menor acierto en los partidos y proponer fichajes. Existen habilidades intangibles que deben acompañar su desempeño profesional. A saber: dirigir con tiento un grupo humano, atender a los medios de comunicación con cierta educación, y, en definitiva, estar a la altura de las circunstancias como uno de los representantes más visibles de un club deportivo.

Este suceso no parece que sea aislado y no habla bien de una institución que consiente y no censura ciertas actitudes irrespetuosas de algunos de sus jugadores que últimamente se hacen visibles a través de las redes sociales.

Hay que rebobinar muy poco para recordar el bochornoso espectáculo de los azulgranas en el campo del Getafe con el insultante numerito de Halloween. Tampoco podemos obviar las polémicas que rodean al Barcelona, incluidos los fraudes fiscales de algunas de sus millonarias figuras, la presencia en los tribunales de su máximo mandatario por fichajes fulleros, y -a mi juicio- su arriesgado apoyo al proceso secesionista catalán que coloca a su masa social ante una disyuntiva impropia de una institución deportiva.

Son muchas las salidas de tono de los distintos estamentos del FC Barcelona que afectan a la imagen que proyecta el Club, una circunstancia que se veía atenuada cuando el equipo ganaba con facilidad y que ahora se agrava ante los resultados adversos.

@pgarcia_ramos

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