Los deportivistas intuíamos que esta temporada se nos iba a hacer muy larga, pero la verdad es que ni los más viejos del lugar podían pensar que este camino podía convertirse en algo tan largo, tedioso y de tanto profundo sufrimiento. Lo cierto, es que no estamos pasando por nuestra mejor etapa y para muestra un botón si contemplamos el triste y tenso ambiente que se respira entre algunos miembros de la parroquia blanquiazul. Creo que llega el momento en que todos debemos reconocer los errores cometidos y encomendarnos a buscar con espíritu de paz la senda del buen camino. Esta misión que debe tener como único y fundamental objetivo la lucha en pro de los intereses deportivos, sociales e institucionales nos hará más fuertes si conseguimos perdonar y que nos perdonen. A la vez que el cumulo de tristes episodios vividos deben servir como experiencia para que unos y otros no volvamos a cometer errores de bulto. Si seguimos por este camino los más contentos y beneficiados serán nuestros rivales que verán como poco a poco nos debilitamos. Los motivos del descontento general son sobradamente conocidos por los que tenemos linaje blanquiazul y tampoco vamos a enumerar todos los frentes abiertos. Pero hay casos que deben ser tratados con delicadeza pues hay opiniones muy diversas, tenemos que convivir y para eso el respeto a las opiniones contrapuestas es fundamental.
O sea, debemos dejar a un lado las pequeñas brechas creadas en una numerosa parte de la afición tras el polémico despido de Fernando Vázquez. Es posible que el estilo, momento y las formas no fuesen las más adecuadas, pero si esta directiva no quiere o no confía en un entrenador está totalmente legitimada para actuar en consecuencia. Lo que no ayuda a disminuir la tensión son las barbaridades que alguno va diciendo por ahí de este deportista y deportivista que es defendido por una parte importante de la hinchada. Por otro lado, es posible que si Víctor Fernández hubiese hecho las cosas mejor en el plano deportivo los muchos que se acuerdan del de Castrofeito estarían más tranquilos. Y tenemos que reconocer que el míster maño tampoco ha estado muy afortunado en sus declaraciones donde algunos piensan que trataba de culpar, excusar o disfrazar sus malos resultados. A mí personalmente no me gusta el baile de entrenadores en el banquillo y menos en medio de la temporada, pero intuyo que a Víctor le queda muy poco tiempo como entrenador deportivista.
Otro tema que está generando división y que incluso aburre a los que menos confían en el actual Consejo de Administración es la continua alusión a la herencia recibida. Algunos piensan que deben dedicar todo el esfuerzo a sumar, ganar y calmar. Augusto Cesar Lendoiro es el mejor presidente para unos y el peor para otros, pero a la vez deben tener presente que se siente su influencia al comprobar como con un solo gesto ha dejado con el culo al aire a más de uno.
Si hacemos alusión a la gestión de los lamentables hecho ocurridos a orillas del Manzanares hace unas semanas comprobaremos como el denominador común es el no a la violencia. Creo que todos los que tenemos dos dedos de frente estamos por aportar un granito de arena y templar gaitas en pro de hacer viable una solución a un conflicto que ha provocado un gran revuelo en el panorama nacional. Eso sí, no haciendo bueno el dicho de “pagan justos por pecadores” y tomando decisiones precipitadas y que han provocado una gran fractura social. Por último, creo que debemos confiar y apoyar las decisiones que tome el Consejo de Administración y que estos deben dirigir y cuidar el Real Club Deportivo de La Coruña como un club de fútbol lleno de sentimientos. ¡Forza Depor!
Artículo publicado en DXT Campeón el domingo 21 de diciembre de 2014.