a mar”; así titula Rebeca Novo su exposición (la 3ª individual). Esta joven Artista es poseedora de un trabajo muy interesante; se ha curtido en diferentes muestras tanto individuales como  colectivas como concursos, a los que ha asistido con sus trabajos;  desde que se licenció en BB.AA. no dejó de caminar por el proceloso mar del Arte obteniendo numerosos reconocimientos a su bien hacer.

Hoy nos muestra en la Asociación de Artistas 14 de sus últimas creaciones; en algunas se vislumbra la figura femenina dando vida al paisaje.

Maravillosa pintura reflejo de imaginados paisajes marinos; en los que la pintora utiliza un cromatismo suave que da a los lienzos un torneado enlace, que los hace mucho más poderosos. Asimismo los azules utilizados para representar las aguas marinas, que rompen sus olas en acantilados y playas, son, sin duda, un acierto para la representación de la pureza de nuestra costa.

Son composiciones que alcanzan un notorio  acierto; donde la paleta y  el pincel, se unen para formar un dibujo  de excelente factura, puesto que lleva a su signo, un gran dinamismo acogedor, su acabado y cromatismo  con gran intensidad lumínica alcanza su punto más álgido en la atmósfera de los primeros planos, dando una importante profundidad a la paisajística.

Una enamorada del mar, que envuelve con una filosofía poética de emociones contenidas, su variada obra,  que centrada en temas marítimos la titula “La mujer y el mar”, sintetizada por la visión paisajística de las aguas bravas de un mar enfurecido algunas veces, tranquilo otras.

Así; con esta enorme voluntad de hacernos llegar  el eco y el olor a salitre, que parece salir del propio lienzo, nos aporta el mensaje al decir que un cuadro es un estado del alma de la Artista.

De esta Manera Rebeca Novo, siente apasionadamente lo que hace, lo que pinta; haciéndolo con la alegría de quien sabe, que la sinceridad es el secreto de toda expresión  artística; por lo tanto, no responde a modos sino a sentimientos del alma, pudiendo entablar un imaginario diálogo acompañado por el silencioso ballet de unas olas, que basta mirarlas para oírlas.

 

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