Vuelve el “pan y circo”, como se decía antes, sobre todo en tiempos de Franco. Me refiero al fútbol, sobre todo al profesional, que es una verdadera “droga” para millones de españoles. Pero si a partir del próximo día 11 se reanudan las competiciones, tanto en Primera como en Segunda División Nacional, no se debe a que los dirigentes futbolísticos españoles (lo mismo que los de la mayoría de los países de Europa y del mundo) quieran que se resuelvan en el terreno de juego las clasificaciones definitivas, con sus consecuencias de ascensos, descensos o promociones si las hubiere.
Nada está más lejos de la realidad. Lo que menos les importa a los mandamases futboleros es el aspecto deportivo, ya que lo que prima por encima de todo son los intereses económicos (con repercusiones para sus propios bolsillos), en el que se manejan cifras realmente astronómicas a través de las transmisiones televisivas.
Por eso, un deporte cuya mayor esencia y disfrute está en vivirlo en directo (y se lo digo yo que, como Periodista Deportivo y sin vanidad alguna, he tenido la suerte de ver e informar de varios Campeonatos del Mundo, Juegos Olímpicos, Campeonatos de Europa, Torneos Internacionales, etc., etc.) va a jugarse contra reloj, a marchas forzadas, en una época del año muy poco apropiada en España para grandes y continuados esfuerzos y, lo que es todavía mucho peor ¡¡¡sin público en las gradas!!!.
Y si a todo eso unimos los obligatorios test de control de la pandemia del Coronavirus cada dos por tres, con el nada despreciable riesgo de que se produzca algún caso de contagio que dé al traste con el negocio, no sé por qué, a mí que soy tan optimista y positivista, me viene a la memoria el famoso “Cuento de la lechera”….
Pero, ya puestos a ello, creo que solamente puedo hacer una cosa: rezar para que tanto el Real Club Deportivo de La Coruña (en la primera fotografía, el Estadio de Riazor sin público)) como el Celta de Vigo, a pesar de la gran rivalidad existente entre estos dos grandes equipos gallegos, mantengan la categoría en sus respectivas Divisiones Nacionales. ¡Amén!.
Desde Madrid, el polifacético creativo gallego Antonino Nieto Rodríguez, me remitió este texto: “Muchísimas gracias, Roberto, por nombrarme. Que tengas una muy feliz semana. Siento mucho lo de Heidi (yo creo que la conocía… porque me suena mucho… aunque en estos momentos no podría confirmarlo) y de Antonio Bonet, también lo siento y mucho, conozco también a su hijo y en más de una ocasión lo he presentado como poeta, aún recuerdo un día en que estábamos comiendo mi querido Antonio D. Olano y yo en una tasca (esa tasca era un clásico) próxima a la calle del Pez y entran el matrimonio Bonet y el matrimonio Jiménez de Parga y lo que pasó al saludarnos los dos matrimonios fue de tal envergadura que aún dura la carcajada que nos dio a todos y que, si te parece, un día que nos veamos te contaré. Un abrazo grande y otro, si haces el favor, se lo das de mi parte a mi querido Alfredo Conde. Seguro que el prólogo que él te está escribiendo y tu libro serán magistrales. Un abrazo grande. Antonino”. Gracias, querido amigo, ya le transmití tus saludos a Alfredo Conde, gran prologuista de mi nuevo libro “Coronavirus: la pandemia que aterrorizó al mundo”.
Con la llegada del buen tiempo y con la favorable desescalada del actual “Estado de Alarma” provocado por el maldito Coronavirus, cada vez son más las embarcaciones de recreo y deportivas que buscan el abrigo de la Playa de Santa Cristina para fondear, y bañarse y tomar el sol sus ocupantes.
Precisamente, en la segunda fotografía vemos parte de los barcos que se sitúan habitualmente en la zona del desaparecido embarcadero, aunque también hay una media docena de pequeños yates que fondean entre Las Jubias y La Barra, donde en marea baja aflora una pequeña playa usada tradicionalmente por los lugareños, compartida ahora con los pasajeros de esas embarcaciones deportivas.
Es una verdadera lástima que, en lugar de las dos enormes escolleras, sendos mamotretos de grandes piedras, que pusieron donde estaba el viejo embarcadero no hayan creado un pantalán para acoger embarcaciones de recreo. Y, además, el tiempo se encargó de demostrar a los técnicos de Costas que se equivocaron de plano con su planteamiento de protección de la Playa de Santa Cristina, cuyo arenal se ha visto aún más mermado que antes de realizar esas malditas obras, pese a las advertencias de las personas que conocen muy bien las corrientes dominantes en esa zona. Lamentable, pero cierto. ¡País!.
Sobre mi nuevo libro en torno al maldito Coronavirus, José-Ramón Mella Pampín, presidente del Club de Leones La Coruña-Marineda, me envió el siguiente correo electrónico: “Enhorabuena por uno más. Y a seguir escribiendo e informando. Como son muy amenos e ilustrativos se van pronto de las manos. Felicidades por el nuevo Libro. Un abrazo”. Muchas gracias, amigo Mella.
Y también en relación con mi mencionado nuevo libro, Paco Pita, ex Presidente del “Orfeón Herculino” y Presidente de la Asociación Irmáns Suárez Picallo, de la ciudad de Sada (La Coruña), me remitió este escueto mensaje de felicitación, que agradezco: “Parabéns Roberto. Saúdos. Paco Pita”.
Turno ahora para las personas incluidas en el denominado “Grupo de Riesgo” del maldito Coronavirus. Y hoy se asoma a esta ventana informativa mi vecino y amigo Lino López Rodríguez (tercera fotografía) que es uno de los asistentes “fijos” a las dos celebraciones de mis cumpleaños.
Lino, que nació el 24 de enero de 1959 y se jubiló recientemente como agente de la Policía Local de Oleiros (La Coruña), me dijo que llevó muy bien el confinamiento, que lo pasó con mucha tranquilidad y que, desde el principio, se adaptó muy bien a las circunstancias y a la forzosa inactividad exterior.
Lo pasó acompañado de su hijo y de la madre del chaval, haciendo diversos trabajos caseros, arreglando las bicicletas y la terraza y, a veces, caminando algo por la playa. Leyó algunos libros que casi ni se acordaba de que los tenía y jugó mucho al ajedrez por internet. Incluso montó un “ping pon” casero para jugar con la familia, y afirma que se le pasaron los días mucho mejor de lo que esperaba.
No tiene animal alguno de compañía, aunque tuvo un perro grande que había encontrado en Montrove, durante una ronda policial, cuando era un cachorrito. Estaba dentro de una caja, lo adoptó y lo tuvo en casa 15 años, hasta que murió. Y como le gusta mucho cocinar, siguió el programa de cocina “Fabrisa” de “La Voz de Galicia”. Por cierto, dijo que es especialista en preparar chipirones rellenos y conejo.
Ahora sale todos los días a ver a sus amigos, sobre todo a los de “Caña Brava”, popular local de copas de la Playa de Santa Cristina. También da grandes paseos en bicicleta, va a Oleiros a visitar a sus antiguos compañeros, e incluso se acerca hasta Mera y se baña en la bella y pequeña cala de Santa Ana. Y, al despedirnos, nos citamos para el 14 de julio en la celebración de mi cumpleaños.
Y finalizo por hoy. Prometo seguir dándoles más “Partes de Guerra”. Mientras el cuerpo aguante…. ¡¡¡Saludos y salud!!!. (Fotos: Lajos Spiegel)