Guayaquil (Ecuador), 11 de noviembre del 2018
Al rematar mi crónica viajera de ayer, que envié a las 4 de la mañana, les prometí seguir contándoles mi estupendo recorrido por la ciudad de Guayaquil, y ahora cumplo mi promesa.
Guayaquil debe su nombre a los dos jefes indígenas Guaya y Quil, a cuya estatua me referí ayer, y está a orillas del Río Guayas. Es la segunda ciudad más grande de Ecuador y tiene el puerto más importante de este país. Cuenta con unas playas realmente hermosas, museos, catedral, casas coloniales, y no sé cuántas iglesias.
La población estimada de Guayaquil en 2018 es de 2.671.801 habitantes, y este año dejará de ser la más poblada de Ecuador, ya que Quito alcanzará los 2.690.170 habitantes.
Ayer les dije que estuve en la Catedral (cuya foto publiqué ) y que saludé a las populares iguanas de la Plaza de la Independencia, alguna de las cuales mide más de un metro de largo. En esa Plaza, que tiene en el centro una gran estatua ecuestre de Simón Bolívar (que por cierto era bajito como Franco) y a la izquierda el Palco de la Música, de hierro forjado pintado de verde, se encuentra la Catedral, que data del Siglo XIX y es la Iglesia Arzobispal de Guayaquil. Es de estilo neogotico, y en el altar, que es de mármol, tiene destacados elementos dorados, para atraer a los indígenas, diciéndoles que el Sol (Inti) bajó hasta allí para estar más cerca de ellos.
A un par de manzanas de encuentra el bonito y muy amplio edificio de la Alcaldía, y enfrente la Universidad de las Artes. Entre ambos edificios está el Monumento al general Sucre, y por detrás queda el veterano Yatch Club, ya en el área portuaria, asi como la llamativa Torre Morisca, que da a la calle 10 de Agosto.
Accedí a la amplía y muy bien cuidada zona pogusria por el Malecón 2000, en referencia a su año de inauguración, y llegué a La Rotonda, lugar histórico en el que los días 26 y 27 de julio de 1822 se reunieron Simón Bolívar y el General San Martín para tratar de repartirse la «tarta» sudamericano, encuentro que recuerda un monumental grupo escultórico de bronce protagonizado por ambos libertadores. Como dicen los ecuatorianos: «Mucho cacique, y poco pueblo».
Seguí mi largo recirr6a pie por el Jardín Botánico, me retraté con el famoso personaje infantil Popeye, en su paseo por el Río Guayas, y vi el Faro que está en lo alto del Cerro de Santa Ana.
Mención especial merece la visita al precioso y colonial Barrio de Las Peñas, a cuya parte superior se accede subiendo una pronunciada escalera de nada menos que .¡¡¡444 escalones!!!
debidamente numerados. Ni uno más, ni uno menos, ascenso que y les contaré. Hay otra escalinata interior más estrecha, a la mitad de la calle principal que se encuentra en la base de la montaña.
Las casas importantes de Las Peñas están señaladas con sus nombres en unas placas oficiales de ceramica: Cssa Rocafuerte, Casa Iturralde, Casa Triviño, Casa Arosemena, Casa Calderón, Casa Urbina, Casa Gabela, etc. En ese barrio hay salas y talleres de arte, cafés con estilo, buenos restaurantes, boutiques de clase, etc., y el popular Callejón del Galeón.
En lo alto de la pobladísima montaña hay un Faro, una Capilla, un fantástico mirador, y los restos del Fuerte de La Polvorosa.
Al final de la calle baja de circunvalación del barrio de Las Peñas está el Puerto de Santa Ana, y en su inicio hay una reproducción del Fuerte, defensa militar que tuvo su gran gloria el 25 de agosto de 1824…. Y allí cerca la Iglesia de Santo Domingo, al pie del Cerro de Santa Ana, desde cuya cima hay unas impresionantes vistas de la ciudad de Guayaquil y del Río Guayas, que según mi guía allí realmente es una Ría.
Olvidé comentarles que en Guayaquil ya no está conmigo Javier Santafé. Cuento con un guía local, Abdo Mosquera (segundo apellido de mi madre), y luego se nos unió su esposa, Elena Rezavala, profesora y también guía de turismo. ¡Dos por el precio de uno….!. Y además, y por suerte para mí, muy buenos profesionales ambos.
Salimos de la ciudad para ir a visitar el famoso Parque Histórico Guayaquil. Lo hicimos por el Puente Unidad Nacional que pasa sobre el Río Drule, que se une al Río Babahoyo para formar la Ría Guayas y desembocar en el mar unos 8 km más adelante.
Ya en el otro lado, circulamos por la Avenida de San Borondón, del cantón del mismo nombre, dejando a la izquierda una gran figura de Garzas Reales, obra del mismo artista que hizo el Mono Peregrino al que ya me referí.
Es una zona muy rica, que fue propiedad de la familia Rendón. Cuenta con dos buenos centros comerciales, un gran teatro y todas las dotaciones de una ciudad moderna, hasta el punto de que los chicos que se crían allí, llamados la «generación burbuja», apenas van a Guayaquil. Las calles están adornadas con árboles ilán lan, cuyas flores se usan para hacer perfumes.
Y en esa zona llana y rica, a unos 8 km de Guayaquil, es donde el Banco Central de Ecuador creó el Parque Histórico de Guayaquil, con el fin de preservar la cultura y las costumbres de la costa ecuatoriana. Es un espacio cultural, medioambiental, educativo y recreativo de la ciudad de Guayaquil, de 8 hectáreas, e incluye varios espacios perfectamente diferenciados, todos muy bien cuidados:
Zona de vida silvestre.- Contiene las diferentes variedades de manglar, destacando el importante papel que desempeña dentro de los ciclos biológicos de la región. En el recorrido se pueden observar la fauna y la flora de la antigua provincia de Guayaquil, con espacios diseñados para que las diferentes especies vivan en su hábitat natural con la recreación de bosques diversos. La primera fase data de 1999 y hay animales de la costa, en peligro de extinción, que han sido rescatados. Hay loros, chanclones, garzas nocturnas con orejeras, flamingos, patos,etc.
En el Bosque seco tropical, he visto: guatusas (una especie de roedor grande, del tamaño de un perro pequeño), tortugas omnívoras, venados de cola blanca, iguanas, perros de monte (como pequeños lobos!, cangrejos violinistas, saínos de collar (cerdos negros salvajes y peligrosos), papagayos enanos y grandes, pájaros horneros (su nido es como un horno de pan), y grandes tortugas terrestres.
En el Bosque de llanura inundable: caimanes, grandes tapires amazónicos (danta), la planta de la paja toquilla (de la que se hacen los sombreros de Panamá), caimanes de anteojos, ocelotes (como un pequeño jaguar), bosque de garúa (vegetación prehistórica de grandes hojas), osos perezosos, cocodrilos de la costa (de hocico alargado) y monos (capuchinos, araña, cariblanca, etc.).
Bosque de manglar: rojo colorado, gateado, negro, botón, etc. , con mapaches y gavilanes polleros (comen pollos).
Por cierto, los pasos elevados por los que caminamos están hechos de madera de chanue, muy dura y resistente a las termitas. Con esta madera se hacían las naves para la Armada Española de entonces, en el Astillero Real de Guayaquil.
Zona Urbano-Arquitectónica (Hatun Llakta Suyu). – Es la recreación de la ciudad de Guayaquil de los años 1900, merced al empeño del Presidente del Banco Central de Ecuador, que rescató varias casas que iban a derribar. A destacar que las piedras del suelo son las originales del Malecón. Está la Casa del Dr. Julián Coronel (estaban con los preparativos para una boda), la del Banco Territorial (que quebró hace un par de años), la de la Familia Lavallén Paredes, y la fachada de la Casa Rosada (hecha con bambú recubierto de cemento). Por los laterales pasan las viejas vías del tren, y se conserva un pequeño y lindo vagón.
Por detrás está el gran edificio del Hospicio del Corazón de Jesús, hoy convertido en el Hotel del Parque, el mejor hotel de lujo de Ecuador, en el que se alojan políticos, deportistas, artistas, empresarios, cantantes y grandes personalidades. La semana pasada estuvo alojada la cantante Shakira, que está casada con el futbolista internacional español Gerard Piqué, jugador del Barcelona, equipo que tiene aquí muchos seguidores. Conserva la Capilla original, y está hecho todo con maderas nobles, incluso las paredes y las columnas del edificio. Enfrente,
en los kioskos que son copia de los antiguos de Guayaquil, invité a mis guías a una bebida fría de coco con limón y maracuyá. En ese momento, la temperatura era de 37 grados….
Zona de Tradiciones. – Se trata de una muestra de la vida de los campesinos durante el boom del cacao. Según mis guías, tratan de darle importancia al montuvio,que son los campesinos de la montaña y fluviales. Ellos, que conservan una forma especial de hablar, son los generadores de la riqueza del país, con el cultivo de cacao, bananos, café, etc.
Allí entré en la Casa Campesina, sobre palafitos, con sus distintas habitaciones, dos sillas de montar hechas de madera, un gran pilón para machacar el arroz, etc. Alrededor plantaciones, aves de corral, hortalizas, plantas medicinales, y el achiote, que es un árbol que da unas flores que son como el azafrán para nosotros.
Destaca la casa de la Hacienda de San Juan, bella construcción de madera que data de 1882, traída de Los Ríos, al Norte del Ecuador, en la que se celebran representaciones teatrales, enmarcadas en la filosofía global del Parque.
Sudando a mares, regresamos a Guayaquil, y tras una reconfortante ducha me puse a describir esta nueva crónica, con el deseo de que les guste.
Pero antes de cerrar la información, como buen coruñés y deportivista, celebro el 4-0 que el Deportivo le endosó al Oviedo. ¡Forza Dépor!.
Hasta mañana. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)