Ayer, cuando fui a cenar, me encontré con varias parejas españolas de recién casados, entre las que estaba una de Lugo.  El chico era de Quiroga y su mujer de Antas de Ulla. Por cierto que el restaurante, amplio y espacioso, se llama «Las Acuarelas», lo que me hizo recordar a mis numerosos amigos y amigas artistas  así como a las galerías y galeristas de La Coruña, a las que estos días tengo forzosamente abandonadas…. Olvidé comentarles que la preciosa casita del «Garden deluxe» en la que me alojo es una gentileza del Mayorista turístico que me atiende aquí, que sin costo adicional alguno me la asignó en lugar de una habitación estándar. Además está en la parte más alta de la montaña, con una sensacional vista del Volcán Arenal desde el balcón y desde la habitación. Cuando me levanté hoy, a las 6.30, había una niebla tan espesa que apenas veía más allá de 50 metros. Creo que es una situación frecuente, debido a la altura en que nos encontramos.
Tras asearme y desayunar, el coche del Hotel me llevó al pueblo de La Fortuna, que está a unos diez minutos solamente. Recorrimos una bajada larga y suave, con numerosas curvas y muchos hoteles, tiendas y restaurantes al borde mismo de la carretera. Y a medida que avanzaba el día el tiempo mejoraba notablemente. Por cierto que el conductor, Denis Cibaja, resultó ser un gran aficionado al fútbol y al decirle que era español de La Coruña automáticamente citó al Deportivo y a Celso Borges, al que calificó de extraordinario jugador con gran porvenir. Como es natural, eso me llenó de orgullo y satisfacción, sobre todo al estar a tantos miles de kilómetros de La Coruña….

Lo primero que  visite al llegar a La Fortuna fue la Iglesia Parroquial de San Juan Bosco, de buen porte, con una sola nave muy ancha, bastante larga y sobriamente decorada. A destacar que en todo el templo no hay ni una sola boeta o caja para las limosnas. Atravesé la bonita y bien cuidada plaza pública, donde ondea la bandera de Costa Rica, inaugurada en octubre del 2002 y donada por Isolina Hidalgo. Hay una amplia chocolatería, un hotel para indios, restaurantes de calidad, tiendas de souvenirs, farmacia, colegio, varios supermercados y un Instituto de Capacitación Turística. Es un pueblo muy tranquilo, limpio y seguro. Es llano, con poco tráfico, pero con  bastante movimiento, sobre todo de turistas. La casa más alta es el Hotel Fortuna, con cuatro pisos y bajo, en la esquina de la calle 466 y 325. Abundan las agencias que venden todo tipo de viajes y aventuras. Hay un atractivo viaje a los dos volcanes, el Arenal y el Cerro Chato, en cuyo cráter hay una Laguna muy bonita. Los dos están inactivos y comparten una gran caldera magmática. Detrás de ambos está el precioso Lago Arenal, y en la base del Cerro Chato está la catarata del Río Fortuna. Después de un detenido y entretenido recorrido por La Fortuna, sudando la gota gorda, con una temperatura de 33 grados y 38 de sensación térmica, siguiendo la Ruta 142 regresé al Hotel. Lo hice con tiempo aún para disfrutar un rato en la piscina antes de comer. Y un dato curioso  antes de que me olvide: la gran  mayoría de turistas y viajeros son mujeres. Deben estar entre el 70 y el 80 por ciento….


El baño en la piscina, que cuenta con bar dentro de la misma, me sentó estupendamente y tuvo un beneficioso efecto relajante. Hoy comí un plato típico costarricense que llaman «Sabor tico», aunque su nombre original es «Casado», porque lleva un poco de todo. Mientras comía gocé de una sensacional vista del Volcán Arenal, ya que el restaurante está en un lugar elevado, al borde mismo de la carretera que bordea su base. Fotos  mi guía local, me recogió con puntualidad española. Tras dejar la carretera del Hotel, giramos a la izquierda y nos adentramos en una totalmente destrozada y con muchas curvas, hasta llegar a la base de nuestra caminata por el Volcán Arenal.


Iniciamos el ascenso por un sendero en cuyo primer tramo vimos plantas de cacao con frutos, machacamos y bebimos el jugo de la caña de azúcar y comimos su parte blanda interior, plantas de café (presumen de tener el mejor del mundo), piñas, plantas de papaya, ranas, hormigas bravas, monos aulladores, buitres, e incluso una serpiente amarilla venenosa enrollada en una rama. Ascendimos por el lado nuevo del Volcán, de hace 49 años. A diferencia de otros volcanes, mantiene su cono merced a que expulsó la lava por un cono lateral. En su última erupción arrasó Pueblo Nuevo y mató a 87 personas. A medida que avanzábamos se multiplicaban las dificultades. Al borde de nuestro camino encontramos rocas muy grandes lanzadas por el Volcán, y grandes y profundos agujeros causados por otras. Tras una marcha relativamente fácil, tomamos el Sendero Colada 1968, donde vi y oi cantar a un tucán. Estábamos en medio de la selva total, solamente hollada por un sendero cada vez más estrecho y difícil. A continuación nos enfrentamos a un ascenso muy escarpada, con el suelo de piedras sueltas y falsos escalones. Desde una pequeña plataforma natural gocé de una vista espectacular del Lago Arenal, y a partir de ahí el ancho del camino se redujo casi al mínimo, caminando entre grandes rocas volcánicas.
Y tras casi dos horas de duro ascenso, bajo un fuerte sol y sudando la gota gorda, al fin llegamos al término de la ruta, gozando de una impresionante vista del Volcán Arenal, dejando constancia gráfica de la «hazaña». Fue realmente duro, pero valió la pena.


Tras una breve parada para reponer fuerzas, iniciamos el descenso. Y si la subida fue dura y complicada, la bajada, realizada por una ruta distinta, no le fue a la zaga. El mayor problema eran las numerosas piedras sueltas y el musgo en tan empinado sendero, así como las voraces y agresivas hormigas bravas, de considerable tamaño. Terminar de bajar y cubrirse totalmente de nubes el Volcán todo fue uno. No cabe duda que tuvimos una suerte enorme, y que es un recuerdo para toda mi vida. Después de más de tres horas de trajín, disfruté de un reparador baño en las aguas calientes de las lujosas Termas de The Springs, un hotel de cinco estrellas con unas soberbias instalaciones de lujo, con tres grandes piscinas: la central dicen que es de agua fría porque está a 28 grados…. pero es que las de ambos lados está nada menos que a 40 grados.Yo estuve una hora en la «fría» y  después subí a cenar en el restaurante de la cuarta planta. Todo esto por invitación de mi Mayorista español, Club América, y gestionado por mis amigos de Viajes Rai, de La Coruña. Como con la cena me pusieron un  vaso de agua del grifo y pedí una copa de vino tinto Cabernet-Savignon …. y me cobraron nada menos que 22,14 dólares americanos.Terminada la cena pasó a recogerme mi chófer y me trajo al hotel Tierra de Fuego, desde donde envío esta crónica viajera. Mañana viajeré a Guanacaste, en la orilla del Pacífico. Ya les contaré. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel).

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