Moskowich: Bogotá (Colombia), 27 de octubre del 2018
Visita a Tiahuanaco (Bolivia), «Cuna de la civilización andina», y vuelo directo a Bogotá (Colombia)
Por Roberto L Moskowich
Tras enviar la información a las 5 de la mañana, volví a la cama, y a las 7 me levanté. Una hora mas tarde dejé La Paz, en compañía de Javier Torrez (guía), Cristian Moumani (chófer) y los españoles Luís Valenzuela y Santiago Sánchez.
La salida por El Prado fue complicada debido al tráfico, con miles de furgonetas de viajeros y mini buses. Es sorprendente la habilidad de los perros callejeros para esquivar la triple fila de vehículos.
En el límite entre la Paz y El Alto entramos en la autopista, desde la que hay unas vistas impresionantes de la capital colombiana. En la entrada de El Alto dejamos la autopista y atravesamos esta ciudad con suma lentitud por la gran cantidad de rompemuelles (badenes) existentes. Grandes letreros recuerdan la primera visita de un Papa a Bolivia: Juan Pablo II en 1985….
Por encima de nosotros el teleférico azul que llega al límite con La Paz, donde se transborda a uno rojo. Varios
grandes carteles, y una enorme Cruz en una rotonda, nos recuerdan que los bolivianos son mayoritariamente católicos, aunque en los últimos años hubo un aumento de evangelistas y mormones.
Salimos de El Alto por la amplísima Avenida de Buenos Aires, que tiene 8 carriles, y tomamos una carretera de doble carril, festoneada de letreros con el nombre «Barra», que significa venta de madera. En el peaje está Laja, lugar donde los españoles fundaron inicialmente La Paz, cambiada a los tres días al descubrir el sitio en que está ahora.
Durante varios kilómetros, el borde de la carretera está marcado con grandes neumáticos semienterrados y pintados de amarillo. Seguimos una gran recta, dejando a la derecha las cumbres nevadas de la Cordillera Oriental de los Andes.
En ambos lados de la ruta vimos muchas vacas (a una altura insólita para ellas) y «paja brava», una hierba que sirve para cubrir las viviendas campesinas, hacer fuego y alimento para los animales. Llama la atención la ausencia casi total de árboles.
Atravesamos el Puente Katari, sobre el Rio del mismo nombre, y seguimos la Carretera 4, que une La Paz y la frontera con Perú. Tras una fuerte y sinuosa subida, llegamos al mirador de Lloco Lloco ,que está a 4.820 metros de altura, desde el que divisamos los nevados Andes, el Lago Titicaca y El Alto. Lloco Lloco, que significa Entre montañas, es un lugar sagrado en el que los chamanes hacen sus ceremonias a la Pacha Mama y a otras deidades andinas. Había abundantes restos de hogueras y botellas de alcohol. Tres perros callejeros parecían cuidar ese «santuario»….
Cruzando la línea férrea turística La Paz- Tiahuanaco, entramos en el impresionante lugar en que se fundó el primer Imperio de América del Sur. Se dice que sus primeros habitantes llegaron hace 40.000 años desde Europa Central, a través del Estrecho de Bering, o en oleadas desde Australia y Nueva Zelanda.
Considerada como la «Cuna de la Civilización Andina «, Tiahuanaco,…
[08:36, 27/10/2018] Moskowich: La visita, que sobrepasó mis mejores expectativas, se vio favorecida por un día soleado y una temperatura muy agradable. La tradición dice que unos seres muy altos, llegados del espacio antes del diluvio, fueron los constructores de Tiahuanaco, y nadie se explica cómo pudieron transportar esas piedras tan enormes desde las canteras del Volcán Kapia, que está a unos 60 kilómetros, en Perú. Otro dato curioso: no apareció ninguna herramienta utilizada en la construcción….
Mi primera visita fue a la Pirámide de Akapana, que fue el primer templo construido. Tenía 7 plataformas y 15 m de altura, y en su parte superior había un Observatorio Astronómico, y una gran Cruz Andina, de 15 ángulos, que marca los tres espacios: superior, medio e inferior, que tuvo su origen aquí y que se reflejaba en el cielo.
La Kalasaya llama la atención por el corte y encaje perfecto de sus piedras. Parecen las piezas de un Lego. Su pared está perfectamente alineada con una gran roca blanca, situada a media ladera de una montaña de los alrededores.
Seguimos por el Palacio Putuni; el Palacio de los Sarcófagos, con un gran patio de 68×52 metros y cámaras funerarias en las paredes laterales; y la Estela descabezada, decapitada por los españoles.
A la entrada al Templo Kalasasaya hay una roca única -¿cómo la transportaron ?- de 7 escalones, y por esa «Puerta real» solamente puede pasar el Presidente Evo Morales.
En la parte posterior de la Pirámide de Akapana había mucha gente trabajando en su recuperación, y allí cerca está el templete semienterrado de Kantallita, representación del mundo interior. Y en su centro hay la gran estela del Hombre barbado, con bigotes y barba. ¿De dónde era, dado que los indígenas eran barbilampiños y los españoles aún no habían llegado?. Se especula con que sea la representación de un vikingo.
En la parte superior de la Pirámide había 7 casas (número repetitivo), hechas por los incas, quienes por cierto supieron copiar siempre lo mejor de los otros pueblos. Y alli arriba, una oronda indígena dotada de un megáfono, controlaba el comportamiento de los visitantes.
Vimos luego la estupenda Estela del fraile, de 2.45 metros de alto, llamada así porque fue descubierta por frailes franciscanos.
En el amplio espacio interior de Kalasasaya hay una piedra dotada de energía que, según pudimos comprobar, descontrola brújulas y aparatos electrónicos, alineada con la Puerta real y un monolito intermedio.
También hay un lugar de ofrendas, con los 3 niveles y cuatro godos en sus esquinas. La Estela Ponce, original monolito de 3,05 metros descubierta en el año 1957.
Y con la visita a la grandiosa «Puerta del Sol», bloque monolítico de andesita tallada, de 2,88 de alto, 3,84 de largo,medio metro de espesor y 10 toneladas de peso, finalizamos el recorrido.
Y como cierre de la visita a ese maravilloso sitio arqueológico, visitamos los dos grandes museos del lugar: Cerámica, con momias aymara enterrados en posición fetal dentro de una estera; y el Museo Litico, en el que destacan las figuras de pumas y chachapumas unicos, representativos del poder.
Comimos en el pueblo, en el restaurante «Pacha Mama «, degustando un sabroso menú típico. Y al finalizar nos dirigimos a la frontera con Perú, que está a unos 50 kilómetros, para dejar allí Luis y Santiago. Eso me permitió conocer el pueblo de Desaguadero, que tiene una parte boliviana y la otra peruana, comunicadas por un puente para peatones y ciclos varios. Pero, sobre todo, ver una vez más el Lago Titicaca, el más grande y alto del mundo, por el que navegué durante mi largo viaje por Perú hace unos años.
Desaguadero recibe el nombre del mismo rio que desemboca allí en el Lago Titicaca, y vive fundamentalmente del contrabando. La entrada fue un follón tremendo de camiones y autobuses para pasar la frontera, y además coincidió con el mercado semanal. Tras un pequeño recorrido, tomamos una «Bicervecina » que está hecha con cerveza negra y huevos batidos.
Tras parar al borde mismo del Lago Titicaca, regresamos a La Paz,entrando por la carretera que baja desde El Alto, lo que nos permitió gozar de una grandiosas vistas de la capital boliviana. Por cierto, nunca vi una ciudad con tantas casas con las fachadas de ladrillo al aire….
Y tras despedirme de guía y chófer, entré en mi suite del Hotel Ritz, donde escribí esta larga crónica viajera que confío les guste. De madrugada saldré para Bogotá (Colombia).
¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)