Cuatro derrotas seguidas, colistas en la clasificación, equipo que baja los brazos, partidos que se tiran en el primer minuto… las sensaciones de estas últimas semanas no han podido ser peores y no hemos hablado de otra cosa en estas dos semanas que de qué hay que hacer para revertir esta dinámica tan negativa. Llevamos sólo 7 jornadas de liga y simplemente volver a pensar en un posible descenso cuando aún estamos en octubre es algo que a muchos nos da algo más que escalofríos.
Estaba dándole vueltas a la situación actual del Deportivo cuando por fin conseguí recordar un precedente de hace no muchos años que –todas las comparaciones siempre son odiosas- bien pudiera servirnos de ejemplo y de motivación para el partido de este domingo contra el Valencia.
No hay que remontarse mucho, tan sólo 8 años, para situarnos en la temporada 2006-2007. Fue el año en que Joaquín Caparrós hizo una arriesgada -pero necesaria- revolución en la plantilla del Deportivo y construyó lo que se llamó durante un tiempo el BabyDepor. Un equipo al que no se le iban a exigir los resultados de temporadas pasadas pero que tuvo un prometedor inicio, llegando incluso a plantarse en la jornada 7 (curiosamente en la que estamos ahora) en la quinta plaza con 4 victorias, 2 empates y solo 1 derrota y 14 puntos en el casillero. Todo un logro para lo que se esperaba de ese equipo con una de las medias de edad más bajas de la categoría.
Pero a partir de ahí llegaron los sinsabores. En las siguientes 9 jornadas, hasta el parón navideño, el equipo cosechó tres empates y 6 derrotas. Algunas muy estrepitosas como el 4-1 ante Osasuna o las tres consecutivas ante el Valencia (4-0), Ath. Bilbao (0-2) y Sevilla (4-0). El equipo era una marioneta y quien más quien menos nos temíamos lo peor. Nueve jornadas, de la 7 a la 16, en las que el equipo sólo anotó 3 goles y se plantó en el puesto 15º y al borde del descenso. Bendito parón navideño.
El caso es que a la vuelta de Navidad, el 7 de enero, nuestro RC Deportivo recibía al Real Madrid de los Casillas, Ramos, Van Nistelrooy, Raul, Beckham, Ronaldo, Cannavaro…Vaya, que el maleficio madridista en Riazor estaba en su año más propicio para romperse.
Pero no. Lo que llegó fue la esperada reacción del Deportivo. En aquel 7 de enero de 2007 y en horario nocturno (no como el horrible horario que nos pusieron este año), la mezcla de los Manuel Pablo, Capdevila, Andrade con los Arbeloa (poco antes de abandonar el club rumbo a Liverpool), De Guzman, Riki, Cristian y con Riazor llevándoles en volandas, hicieron que el Real Madrid se marchase nuevamente de vacío. Capdevila marcó el primero a las 10 minutos con un lanzamiento de falta que salvó una patética barrera formada por los merengues y ya en la segunda parte, Cristian anotaba el segundo gol que ya sería definitivo. Pero lo más importante era lo conseguido por nuestros jugadores: se había roto con la dinámica negativa y se volvía a mirar para arriba.
Las siguientes jornadas corroboraron sin demasiados alardes esa reacción. Se encadenaron hasta 7 jornadas sin perder aunque también con bastantes empates y se logró la salvación matemática con bastantes jornadas de antelación. Fruto de ello fue la relajación en las últimas jornadas que se tradujeron en bastantes derrotas, algunas tan sonrojantes como aquel 2-5 ante el Recreativo de Huelva.
Este domingo tenemos la oportunidad también de conseguir romper esta dinámica tan negativa de 4 derrotas consecutivas. A veces es simplemente ganar un partido para cambiar el chip y ver las cosas de otro modo. Aquel día de enero de 2007 tan sólo se lograron tres puntos más, pero las sensaciones para los siguientes partidos ya eran otras.
Y es que la vida se mide muchas veces por esos pequeños detalles.