Hace unos días leí, en “El Ideal Gallego”, un reportaje firmado por R. L. (nada que ver conmigo, aclaro) a través del cual tuve conocimiento de un dato realmente preocupante y demoledor. Según el autor de la mencionada información, en la ciudad de La Coruña hay más perros que niños de entre cero y nueve años de edad. Manejando los datos aportados por el Instituto Galego de Estadística (IGE), y comentados por el citado colega, resulta que frente a los 20.222 infantes de cero a nueve años que había en la urbe herculina el año 2016, se contabilizaron nada menos que 20.744 canes. Se trata, como dije, de datos oficiales del IGE, y eso representa una proporción de 85 mascotas perrunas por cada mil pobladores humanos asentados en Marineda. Desde mi punto de vista, el dato es en verdad preocupante y demoledor, como apunté anteriormente. Y no es porque considere que hay sobreabundancia o exceso de cánidos; sino que, pese al ligero repunte de los últimos tiempos, el nacimiento de niños sigue siendo muy bajo. Con el agravante, en esa comparativa entre niños y perros, de que así como los niños son todos los que están, en el caso de los “chukelos” no sucede lo mismo, ya que todavía hay animales que escapan a los controles oficiales. El incremento de animales de compañía es evidente. No hay más que salir a las calles, paseos, plazas y playas para comprobarlo. Eso mismo ocurre en la playa coruñesa de Santa Cristina. Desde la ventana de mi despacho veo todos los días una auténtica “procesión canina”. Somos muy pocos los viandantes que no caminamos sin un perro a nuestro lado. Y como en esta época les dejan bajar a la playa se forman grandes grupos de personas (como en la fotografía) con todo tipo de perros. Solamente un apunte negativo: todavía hay propietarios que no recogen las heces de sus mascotas…. ¡País!. (Foto: Lajos Spiegel)