Como ayer me acosté después de las doce de la noche, tras un largo y ajetreado día, hoy me levanté a las 6 de la mañana para ordenar mis cosas, rotular las fotografías y revisar mis apuntes.
El día amaneció nublado, pero con 17 grados de temperatura y sin viento, que por cierto ayer soplaba con tanta fuerza sobre las altas y peladas rocas de la ciudad rupestre de Uplistsiji que me zarandeó en mas de una ocasión, con el riesgo de perder el equilibrio….
Hoy me espera también un día muy movidito, ya que después de dedicar la mañana a visitar Kutaisi y sus importantes alrededores, saldré para Chardaji, santuario del buen vino, y más tarde seguiré a Tiblisi, donde pernoctaré.
Kutaisi, que como dije es la segunda ciudad de Georgia, tiene 233.000 habitantes, y en todo el país no llegan a los cuatro millones. Por cierto, mi buena amiga Mariel Padín me envió un guasapo preguntándome por la seguridad, la limpieza y el orden en los pueblos y en las ciudades. Es muy buena, le respondo.
En el restaurante del hotel, muy limpio, ordenado y acogedor, hay un gran piano de cola, a disposición de los clientes que sepan tocarlo, ya que en este país hay una gran afición a la música.
Como la guía, Nino, y el chófer, Dato, durmieron en el mismo hotel que yo, salimos de inmediato para hacer las visitas previstas en el programa que me prepararon Agustín Vázquez y Loly
Nuestra primera visita fue a la espectacular Catedral de Bragati, que data del Siglo XI. Tras circular por la adoquinadas y limpias calles de Kutaisi y bordear el Río Rioni, iniciamos la fuerte subida al Monte Ukimerioni, en cuya parte superior está la Catedral.
La Catedral, que tiene 51 metros de altura y fui construida por el Rey Bragat III, era mucho más grande que ahora, pero en 1691 fue destruida por los turcos. Está amurallada y el campanario es independiente de la Catedral. Tenía unos mosaicos muy bellos, pero ahora solamente quedan los del altar. Es la obra maestra de la arquitectura medieval georgiana.
En 1996 fue declarada Patrimonio de la Humanidad, pero debido a los añadidos laterales de cristal y metal, más las columnas interiores de hierro, le retiraron esta calificación.
En el año 2003 celebraron el centenario de la Catedral, cuya fecha de construcción fue encontrada grabada en una piedra y que, entre otras cosas, contiene una copia del Sudario de Cristo.
El arco de la entrada está sustentado por dos gruesas columnas hexagonales, con bases y capiteles profusamente adornados. En cada lado del tímpano hay una cruz, sobre una bola que simboliza el mundo.
En el interno hay restos de columnas, cercenadas por su base, y otras de acero para sustentar la estructura de piedra. Las columnas de piedra, unas son redondas y las otras hexagonales, y la cúpula de piedra es totalmente nueva.
El altar también es completamente nuevo, y cuenta con un gran sillón bastante sencillo, para la visita del Patriarca. Durante mi visita disfruté de la actuación de un bien conjuntado cuarteto de voces, que interpretaron varias composiciones religiosas del Siglo IV. Luego nos brindarían un mini concierto al lado del bello campanario, que es casi lo único que se conserva tal cual era. Allí cerca hay una gran cruz de hierro forjado, y un gigantesco abeto pegado a la muralla. Las vistas de la ciudad, desde allí arriba, y de las grandes montañas que la rodean, son estupendas.
Terminada tan interesante visita, regresamos a Kutaisi atravesando el Puente rojo sobre el Río Rioni, y vimos la Galería de Arte, el Palacio de la Ópera, el City Park Boulevard, la Fuente Colchis (coronada por dos preciosos caballos dorados), el Ayuntamiento, la Policía y el Drama Teatro.
Luego nos desplazamos hasta el impresionante Monasterio de la Virgen María, en Gelati, que está a unos diez kilómetros de distancia y es Patrimonio de la Humanidad. En la Edad Media fue el centro educativo más famoso, y se conocía con los nombres de «Nueva Jerusalén» y «Nueva Athos «.
Dejamos la ciudad de Kutaisi, con sus bellos y cuidados jardines, por una carretera de doble carril y de muy buen firme, adentrándonos en las frondosas montañas.
Antes de pasar sobre el río Rioni e iniciar un fuerte ascenso, atravesamos la vía del tren por un paso a nivel con guarda y elevación manual de la barrera de seguridad. Las curvas eran interminables y muy pronunciadas, y empezó a acompañarnos una ligera llovizna. Accedimos al Monasterio de la Virgen por unas muy desgastadas escaleras de piedra cruzando un viejo y grande portalón de madera.
Este impresionante conjunto monástico y educativo fue construido, en el año 1106, por el Rey David Agmashenebeli, y lo remató su hijo Demetrio. Incluye la Iglesia de la Viregen María, la Iglesia de San Nicolás, un precioso Campanario independiente, la cárcel, una Fuente de agua milagrosa la Iglesia de San Jorge, la Academia, las viviendas de los monjes que aún viven allí, y la tumba del Rey constructor, una persona muy inteligente que ganó numerosas batallas y fue santificado. Su reinado fue definido como «período de oro».
También había una muralla de 4 metros de altura, destruida por los turcos con otras partes del complejo. Durante nuestra visita, un gallo, que andaba por allí con media docena de gallinas, no paró de cantar…. También había patos grandes y varios gatos muy bien cuidados.
En el edificio que guarda la tumba se cambió la entrada al mismo, ya que desde que el Rey constructor fue santificado los monjes prohibieron pisar la gigantesca y pesada lápida que la cubre. En ella figura esta sencilla frase, redactada por el propio monarca: «Esta es mi tumba, hasta siempre». Era muy alto, tal como se puede apreciar en un cuadro que hay en el lateral y por eso la losa es muy grande.
La Academia, un edificio muy grande de dos plantas, fue un emporio de sabiduría, un gran centro educativo en el que se estudiaba griego, música, pintura, astronomía, filosofía, mtematicas, etc.
La Iglesia de la Virgen María es una auténtica belleza, en la que sobresalen sus bellos frescos de mosaicos. Todas sus paredes, techos y cúpula están magistralmente decoradas. Cuenta con un gran altar, profusión de preciosos iconos , un Cristo crucificado, varias capilla laterales, a cual más bella, y numerosas tumbas de obispos, gente importante y benefactores del templo.
Finalizado este detenido e interesante recorrido iniciamos el camino al pueblo vitivinícola de Chardaji, que está a unos 160 kilómetros de distancia.
Debido al empedrado, que estaba mojado a causa de la ligera lluvia, salimos de Kutaisi con bastante lentitud. A nuestro alrededor, mucho verdor y una vegetación muy frondosa, con abundancia de árboles frutales.
Ya abajo, cuando entramos e la autopista, dejó de llovizna. Faltaban aún 201 kilómetros para nuestro destino final en Tiblisi. Pero antes hicimos varias 0sradas. La primera, «de la meada», fue en Zestafoni, frente a una vieja y enorme fábrica de manganeso, que cuenta con dos gigantescas chimeneas y aún sigue en funcionamiento.
Cuando reiniciamos el viaje lucia el sol, y la temperatura era de 26 grados. Circulamos entre verdes campos y abundantes árboles, y aunque había bastantes curvas la carretera era excelente.
Nuestra segunda parada fue en Shrosha, un pueblo que fabrica todo tipo de alfarería. Por cierto, había dos grandes cruces de Santa Nino, cuya característica
diferenciadora es que los brazos están semicaidos.
Seguimos ruta bajando, pero de forma más suave y con curvas menos pronunciadas. Pasamos por Makatuvani y sobre los ríos de montaña Dzirula y Dumala, mientras al borde de la calzada pacian libre y tranquilamente unas vacas del color de las marelas gallegas.
Media docena de grandes camiones, varios de ellos turcos, ralentizaron nuestra marcha durante una larga bajada llena de pronunciadas curvas.
Al logramos llegar al pueblo de Surami, donde fabrican exquisitos panes. Yo comí junto a su Iglesia Parroquial uno con pasas, que me hizo recordar los que de vez en cuando «pesco» en La Coruña.
Seguimos circulando por la autovia que nos llevaría a Tiblisi, a través de una gran llanura de largas rectas, y nos detuvimos a comer algo ligero en el pueblo de Chardaji, concretamente en la «Bodega de Yago», que está en medio del campo y es propiedad de Yago Bitarishvili, un anfitrión excelente con el que degustamos sus magníficos vinos blancos y tintos y un soberbio orujo. Allí, nuestra joven guía, Nino, demostró cumplidamente sus conocimientos vinícolas, que le vienen por tradición familiar.
Debo destacar que so los únicos vinos BIO hecho en tinaja de barro (kvevri) conforme a la tradición georgiana. El método de preparación del vino georgiano está incluido en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Estos soberbios caldos están en la famosa lista de vinos únicos del Hotel Ritz de Londres.
Nino nos explicó detalladamente el proceso de elaboración de esos vinos, en una sala repleta de tinajas llenas de vino y enterradas en el suelo, cuyas paredes están llenas de dedicatorias de gentes de todo el mundo (algunas en Español), fotos centenarias de gente de la Bodega y numerosos premios y distinciones conseguidas.
Después de esa ilustrativa e interesante visita pusimos rumbo a Tiblisi, desde cuyo Hotel Old Meidan escribo y envío esta crónica viajera. Es un buen hotel, situado en la zona antigua de la ciudad, muy cerca del Río Kura, y desde mi ventana veo pasar los teleféricos que van a la vieja Fortaleza de Narikala y a la «Madre Georgia». Hasta mañana, que viajaré hacia el Este, concretamente a Signagui, Gavazi, Tsinandali, Vardisubani y Telavi. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)