By Fede G. Poncet en DXT Campeón el domingo 14 de octubre de 2012
Los últimos días se hizo bueno el dicho “todos sabemos de fútbol”. Comprobé que el desahogo de los futboleros es señalar un culpable y que las soluciones de los entendidos son múltiples. Como culpables ganaron por amplia goleada los que señalan al cuerpo técnico, en la figura del Mister, y a los miembros de la plantilla que en los últimos partidos han cosechado estas tristes derrotas.
Como valía todo, este momento de debilidad demostró que José Luis Oltra era el blanco de las críticas y que pese al éxito conseguido el año pasado la confianza en él tiene caducidad. Creo que tiene tantos detractores como tuvieron tiempo pasado sus antecesores. Lo sorprendente de este caso es que algunos tratan de crear presión para desprestigiar la labor del valenciano y así conseguir su relevo en el banquillo del Dépor. Je, je, je, perdonen que me de la risa, pero parece mentira que algunos después de veinticinco años no conozcan a Augusto Cesar Lendoiro, cuando deposita su confianza en un entrenador lo hace hasta limites insospechados. Como es de mal gusto hablar de los que no están, no pondré ejemplos.
Dentro de la plantilla de futbolistas la palma se la lleva el lateral zurdo Evaldo, que no cae en gracia después de sus muy discretas actuaciones, el año pasado le cargaron las tintas a Ayoze. Es muy difícil sustituir un puesto que ocuparon los Nando, Bonisel, Romero y Capdevila. Otras grandes críticas vienen centrándose en la línea defensiva, donde no se salva ni el veterano Marchena. La opinión de muchos es que en el mediocampo solo se salvan los primeros tiempos de Abel Aguilar, que baja mucho en las segundas partes, y se le exige a Juan Domínguez mucho mas sacrificio. Y un clamor unánime es la que muchos entienden como absurda suplencia de Nelson Oliveira. Por cierto, nadie dice que tenga que sentar a Riky en el banquillo.
Los deportivistas estamos en un momento complicado, y aun se puede complicar más si algunos no ponen límite al nerviosismo que desde el ansia generan y en consecuencia propagan al resto de la parroquia deportivista. El nerviosismo es contagioso y los efectos como los de cualquier plaga pueden ser terroríficos si desde el primer momento no se pone coto a la propagación de la pandemia. Por cierto, es obligación del Real Club Deportivo tratar de buscar acciones paliativas a dicho mal y tratar de mitigar y prevenir con acciones amortiguantes dicha desconfianza. Una muestra pueden ser la palabras tranquilizadoras de Valerón días pasados.
Para tranquilizar a los más críticos debemos anunciar sin desmayo que aun estamos comenzando la temporada, por lo cual la lógica nos indica que los tiempos de reacción aun no han llegado a su límite natural y mucho menos al matemático. Aquí debemos tener claro que pese a que los tiempos de reacción son sobrados, no podemos pensar que son ilimitados. Por lo cual desde el Club se debe trabajar mucho con los cinco sentidos y ese sexto que tenemos los deportivistas para salir cuanto antes de esta situación que no es bueno que se prolongue en el tiempo.
A modo de ventaja, ahora debemos aprovecharnos de la experiencia cosechada a lo largo de tantos años y demostrar que las grandes tristezas nos han llevado a lograr alegres y valiosas hazañas. Estas tristezas y alegrías son el combustible que nos deben generar confianza e ilusión para que los poderosos tentáculos de la desesperación no tomen nuestra alma deportivista.
Ya sé que a los más ansiosos les urge que se tomen decisiones, pero deben entender que la solución la tienen los profesionales con armas fundamentales como la confianza, compromiso y el trabajo que en muchas ocasiones suplen carencias de otro tipo.
Los aficionados blanquiazules debemos apoyar sin ningún tipo de fisura a jugadores y cuerpo técnico. Con esto no digo que tengamos que comulgar con ruedas de molino, pero si dejar un margen prudente para que el cuerpo técnico busque el problema y la solución.
Siempre un forza Dépor