Un quiero y no puedo es la conclusión que saco del último partido disputado en Riazor. El equipo dirigido por Seedorf, quiso pero no pudo. La que también lo intentó fue la hinchada que nunca se rinde. La comunión existente en este encuentro entre la grada y el equipo dirigido por el holandés no fue suficiente.
Pese a enfrentarnos con un débil Español de Barcelona no fuimos capaces de marcar un gol. Una primera parte floja y una segunda más intensa, en esta ocasión parece que los futbolistas del Depor se daban cuenta que se estaba jugando una final. Ojala nos queden por disputar trece finales más, eso querría decir que llegamos con opciones de salvar la categoría hasta el último partido de liga.
Lo cierto, es que el Depor mereció ganar y no ganó. No tuvimos suerte con los palos, ni con los rechaces, y el mismísimo Lucas Pérez falla un penalti que él había provocado. El equipo no escamoteo esfuerzos, se ve un cambio con la llegada míster, pero no se ven resultados en la clasificación. Se puede perder y se puede perder así, estoy seguro que si la plantilla deportivista hubiese peleado como la segunda parte de ayer otro gallo cantaría.
La afición coruñesa apoyó al equipo en lo que pudo, incluso tras el pitido final se escucharon canticos de apoyo desde las bancadas de Riazor. Parece que nadie se resigna y que se va a sentir el aliento de la masa social hasta el último momento. Así es como debe ser, todos a una.
Lo que queda claro es que la situación actual es una consecuencia de la mala planificación deportiva de los últimos años. El Depor ha decido prescindir de Richard Barral en un momento delicado, en el que tocaba reforzarse en el mercado de invierno.
No entiendo que se fiche para calentar banquillo, no entiendo que se fichen jugadores que no vienen en buen estado de forma, no entiendo que un refuerzo debute a finales de febrero cuando el plazo comenzó en diciembre. No entiendo el tiempo perdido. Lo que si entiendo es que el Real Club Deportivo de La Coruña tiene que plantearse un profundo cambio en todas las parcelas de un área que esta empañando la buena gestión hecha en otras parcelas. El Deportivo debe seguir un modelo y una hoja de ruta igual en todas sus categorías. A final de temporada y aunque se consiga la permanencia en la máxima categoría del fútbol nacional hay que plantearse otro modelo de trabajo.
El final de temporada será el momento de depurar responsabilidades en todas las parcelas del Club. El principal culpable sin lugar a dudas ha dejado de ser el entrenador, nadie le echa la culpa al míster. Las miradas van dirigidas a los jugadores y al Consejo de Administración. El presidente Tino Fernández tiene que tomar muchas decisiones si quiere ser el elegido por la masa accionarial en unas elecciones que están cada día más cerca. ¡Forza Depor!