Legado de un pintor muy singular; mucho se lleva escrito sobre él, su infancia, su educación; los personajes de su época con los que tuvo relación, la influencia de los mismos en su devenir, el ambiente familiar cultural de gran importancia que le rodeó etc.
Como la tierra, la luz, su mar están presentes en su pintura, gira en torno a la misma, no se concibe su obra sin la presencia del líquido elemento.
Bebió de las fuentes de un Magritte, un Chirico, Carrá e influenciado por el Bosco y los pintores de la escuela flamenca, de ellos adopta la técnica de la minuciosidad en el dibujo y la pincelada fina y precisa, la riqueza cromática y el juego de perspectivas a través de la escala de los objetivos representados.
En su pintura está siempre presente el mar, un mar fantástico, de leyendas que entroncan con la mitología clásica y atlántica, quizá tuviera mucha culpa de ello El gran historiador Tettamancy, amigo de su padre, que en su más tierna infancia le instruye en la historia y leyendas celtas sobre su tierra, tan presentes siempre en el universo del pintor coruñés así como la lectura de la obra de Julio Verne, que tanto influyó en las fantasías marinas de Lugrís.
Marinas surrealistas que reflejan en buena medida el universo pictórico del mismo, representando un mundo marino y submarino a través de elementos cargados de simbolismo. Un mundo de fantasía del que brotan multitud de elementos surgidos directamente de la extraordinaria imaginación del pintor, que nos remiten a un mundo mágico.
Bajo un cielo irreal y evocador, que va desde el blanco puro al negro más intenso, pasando por la gama de los azules, los rosa, naranjas o violetas surge una escena surrealista en la que podemos ver como una isla misteriosa emerge del fondo del mar entre la arena y las charcas, además de otros elementos igualmente desconcertantes cuya composición dan a entender que el mar se retiró y dejó a la vista un fondo marino cargado de misterio, relacionado con la mitología, y que transmite al espectador un hondo sentimiento de melancolía.
Así en Templo Sumergido, evoca lo mítico de las ciudades perdidas, sumergidas en las profundidades abisales, como la propia Atlántida. Restos de un mundo pasado. Naufragios incluidos, cohabitan con bancos de peces, medusas, erizos de mar y caracolas.
Su obra tiene una vinculación muy fuerte con su tierra natal. La visión de Galicia que nos ofrece el pintor hay que relacionarla con las leyendas marinas y con su condición de finis terrae.
Una Galicia mágica en la que el mar que lo acompaña a lo largo de su vida, estará siempre presente.