Aparcando diferencias religiosas o políticas, no cabe duda que las fechas navideñas son entrañables. Es un tiempo en el que nos acordamos de forma especial de familiares y amigos; y, es por ello, que agradezco este “Cuento de Navidad” con que me obsequió mi excelente amiga, pintora y escritora, Ana-Isabel Leonett: “Hugo era un niño, de un pueblo de Teruel. Tenía diez años, y en sus clases de primaria la maestra les hablaba del mar. Cuando llegó la Navidad, y tuvo que escribir la carta a Papá Noel, solo pidió una cosa: CONOCER EL MAR, y durante las vacaciones escolares, sus padres lo enviaron con su abuelo a Benidorm. Llegaron a un hotel situado muy cerca de la playa. Hugo y su abuelo, tomados de la mano, deciden dar un paseo y se dirigen a la playa más cercana. Los ojos del pequeño se hicieron más grandes cuando oyó el ruido de las olas que iban y venían formando una especie de tirabuzones. ¡¡Una ola gigante lo inunda todo!!!. Hugo pasó del asombro al “miedo”, y veía como el mar dejaba una estela de agua y espuma. Nunca había sentido el salitre en su piel, y de repente…. todo quedó en calma. El sol se dejaba ver en el horizonte, mostraba su acuarela de colores que se mezclaban entre el amarillo, rojo y el naranja. La cara del niño se reflejaba en el espejo del agua, lo cual para él todo era un paraíso. Y con una sonrisa dibujada en su pequeño rostro, señala con su dedo índice, diciendo: ¡¡abuelo, abuelo!! debajo de las piedras hay un “pecesito”. Cuando el paseo va llegando a su fin, Hugo le pregunta a su abuelo: ¿Qué es la Navidad?. Éste, que estaba feliz con su nieto, responde: la Navidad es el ritual que utilizamos para que las familias permanezcan unidas, aunque sea por unos días. Por cierto, Hugo, mañana regresamos porque se acerca la Nochebuena, y tenemos que cenar todos juntos en casa”. Y tal cual, yo les cuento este cuento (Foto: Lajos Spiegel)