Galicia siempre ha sido tierra de excelentes cocineros. Desde mucho antes de que existieran esas clasificaciones de “estrellas”, “soles” y demás denominaciones al uso. Las buenas “casas de comidas” nunca han tenido nada que envidiar (lujos y otras greguerías aparte) a los grandes restaurantes en lo que al producto final se refiere. No será tan “sofisticado”, pero lo que el paladar degusta finalmente es en muchas ocasiones realmente insuperable. Y, a fin de cuentas, eso lo que cuenta a la hora de comer. Y si a eso añadimos que en Galicia contamos con unas materias primas fabulosas (carnes, pescados, verduras, mariscos, patatas, etc.) el resultado tiene que ser forzosamente excelente. Por eso no es de extrañar en la comunidad gallega mantenga once restaurante con la preciada estrella en la Guía Michelin 2018. Hubieran sido doce estrellas, con toda seguridad, de no haber cerrado hace unos meses el restaurante “A Estación”, en Cambre (La Coruña). La Ciudad de La Coruña tiene dos locales con una estrella: “Alborada” y “Árbore da Veira”, y cuenta con otros tres restaurantes en la provincia: “As Garzas”, en Malpica; “O Retiro da Costiña”, en Santa Comba; y “Casa Marcelo”, en Compostela. No deja de ser paradójico que, en Lugo, cuyo lema es “para comer, Lugo”, no haya ningún establecimiento que para los calificadores de la “Michelin” merezca una distinción que premia “muy buena cocina en su categoría”. Ourense sigue contando con “Nova” entre los recomendados, mientras que Pontevedra cuenta con “Yayo Daporta”, en Cambados; “Culler de Pau”, en O Grove; “Casa Solla”, en Poio (en la foto, estoy con su responsable, Pepe Solla); “Pepe Vieira”, en Pontevedra; y “Maruja Limón”, en Vigo. Esta es una calificación estandarizada a nivel mundial, lo que no significa que tengan que gustarnos. “Para gustos, se pintan colores”…. (Foto: Lajos Spiegel)