Mandalay (Birmania), 14 de noviembre del 2015
Lago Inle, pueblo de Mine Thauk, Monasterio Taw Ya, Nyaungshwé, Hehó y vuelo a Mandalay
Hoy sábado, décimo noveno día de mi sensacional viaje por Extremo Oriente, completaré mis visitas a la impresionante zona del Lago Inle y, ya a última hora de la tarde, me desplazaré al aeropuerto de Hehó con el fin de tomar una avión que me dejará en la ciudad de Mandalay.
Ruidos y mosquitos
Una vez más, las numerosas barcas que surcan continuamente las aguas que “lamen” mi habitación del “Hotel Paramount” me dieron el coñazo e interrumpieron mi sueño a partir de las seis de la mañana. Y eso que hoy no hay el gran mercado tradicional que hubo ayer….
El tremendo ruido que producen los motores de las miles de embarcaciones que navegan por el Lago Inle ve favorecida su penetración hasta lo más profundo de mi habitación por su construcción. Es totalmente de madera, con el techo muy alto, deja pasar la luz a través de algunos paramentos, y en el suelo hay rendijas que me permiten ver el agua del lago. ¡Menos mal que aquí no hay serpientes, ni culebras ni víboras!.
Y aunque apenas hay mosquitos, mi cama tiene un enorme mosquitero que la cubre totalmente, y que me recuerda al que mi hijo Robert colocó en la cama de mi nieta Lucía, en mi casa de la Playa de Santa Cristina.
Buena temperatura
La mañana, como de costumbre desde que estoy en el lago, amaneció cubierta y con 17º de temperatura y una ligera brisa que incrementa la sensación de frescor, La previsión es que alcance los 26º y sin lluvia.
A las 9 en punto vino a recogernos el barquero y marchamos al pueblo de Mine Thauk, que está a una media de camino. A “lago abierto”, fuimos hasta la lejana orilla contraria, topándonos con cientos de pescadores que remaban con la pierna derecha, mediante un corto remo atado a la misma, mientras manejaban la red con ambas manos. A su alrededor revoloteaban gaviotas y otras aves, a la procura de peces.
Mine Thauk
Tras navegar durante media hora, a bastante velocidad, llegamos vivos y salvos al rudimentario embarcadero del pueblo de Mine Thauk. Por cierto que los vetustos, aunque potentes, motores de las barcos los ponen en marcha mediante golpes de manivela, como sucedía con los automóviles en los años 40.
Las barcas de pasajeros cuentan con cómodos asientos de madera o de plástico, movibles, colocados en fila india, además de mantas, paraguas e impermeables, para protegernos del agua que desplazan las barcas con las que nos cruzamos, e incluso de la que desplaza nuestra embarcación, más que de la propia lluvia.
Mercado Comarcal
Después de una larga caminata por una carretera de tierra, bordeada de plantas cuyas hojas utilizan para cubrir los puros de tabaco, llegué al Mercado Comarcal de Mine Thauk, al que concurre mucha gente de aldeas y pueblos circundantes.
Durante el recorrido, me llamó la atención el curioso y rudimentario sistema de encendido-apagado del alumbrado público, ya que a lo largo de cada poste cuelga un cable dotado de un interruptor, protegido de la lluvia mediante una bolsa de plástico.
El mercado ocupa una gran extensión, sobre un terreno sin asfaltar ni allanar. El espacio entre los innumerables chiringuitos es tan estrecho que apenas hay lugar para poder cruzarse cómodamente con otras personas. La es muy variada y curiosa: frutas, aperos de labranza, pescados, carnes, legumbres, ropas, hortalizas, calzado, electrodomésticos, puestos de comidas y bebidas, herrero, e incluso dos peluqueros-barberos que no daban abasto para “trasquilar” a los paisanos que guardaban cola. Es de destacar, sin embargo, la abundante oferta de objetos y joyas de plata, muy bien trabajados, debido a que en ese territorio abunda muchos este preciado metal.
Monasterio Taw Ya
Tras más de una hora de recorrido por el Mercado Comarcal, me enfrenté a la empinada subida a la montaña en cuya cima se encuentra el Monasterio Taw Ya. Bajo un sol de justicia, a más de 30 grados, el ascenso resultó muy duro, pese a que la carretera tiene buen firme. Una vez en la cima, mi primera visita fue a la bella estupa que está a la izquierda, en cuyo interior hay una estatua de Buda.
Luego, siguiendo un sendero que va en sentido contrario, me desplacé hasta el corazón del Monasterio de Taw Ya, coincidiendo mi llegada con la hora de clase de los novicios, cuyas madres esperaban para verles en un local lateral del gran patio que hay delante del Monasterio, y que accedieron encantadas a fotografiarse conmigo.
Los edificios están hechos de forma escalonada, en la empinada ladera de la montaña. Y antes de dejar el Monasterio (Foto 6), siguiendo el consejo de mi guía, le entregué una ofrenda de frutas al monje-jefe budista.
Una selva sin animales
El único camino que conduce al Monasterio tiene un su parte baja arrozales, plantaciones de caña de azúcar, platanales, caña de bambú y árboles frutales. A medio camino hay un gran lavadero público en el que la gente se lava “íntegramente”, lavan la ropa, y recogen agua para sus casas. El agua, pura y cristalina, llega desde la montaña por medio de unas gruesas tuberías de plástico, gracias a los monjes del Monasterio.
Algo más arriba hay un Orfanato privado, que se mantiene principalmente con los donativos de los viajeros y turistas. Y a medida que ascendemos nos rodea una verde e intrincada selva, en la que curiosamente no hay ningún tipo de animales.
De regreso a Mine Thauk, subí a la barca y fui a visitar Nyaungshwé y disfrutar de una sabrosa comida birmana en el restaurante del “Hotel Amazing”.
El aeropuerto de Hehó
Después de comer vistamos la estupa Aung Chan Tar y el Monasterio Yatanar Mang Aung, y pasadas las 6 de la tarde continué ruta al aeropuerto de Hehó, por una carretera de montaña con granes cuestas y cerradas curvas. Cuando llegamos a la cima ya era de noche, aunque la temperatura seguía por encima de los 30 grados.
La noche cerrada acentuó la sensación tercermundista del aeropuerto de Hehó. En toda el área exterior únicamente había una bombilla (sí, han leído bien: unas sola bombilla) en lo alto de un poste; y justo al entrar en el edificio un empleado barría el suelo con una rudimentaria escoba de ramas…
La pequeña “Sala de espera” era de asientos corridos, en dirección a la pista, y un empleado, con un megáfono en una mano y un cartelón en la otra, anunciaba la salida de los vuelos. Un detalle positivo: el anuncio también lo hizo en español, debido a nuestro peso turístico en Birmania. Ya en la pista, un empleado sostenía una regleta de luces led para que no nos rompiésemos la crisma al subir la escalerilla del avión.
Grato viaje y llegada a Mandalay
Sin embargo, el viaje hasta Mandalay, de media hora de duración y en un moderno turbohélice ATR 72-600 de la “Mann Yanadarbapán Airlines”, resultó estupendo, con un excelente servicio a bordo y comodidad entre las filas de asientos.
A las 20,45 llegamos a Mandalay, un moderno aeropuerto de estilo europeo, donde la entrega de equipajes fue muy rápida. Tras atravesar el gran puente sobre el Río Pequeño, dejando a la izquierda la impresionante e iluminada Estupa de Jade, en una hora llegué al hotel “Shwe Inn Gyin”, que se encuentra en la calle principal de Mandalay, esquina a la 33, enfrente mismo de la Estación de Ferrocarril.
La ciudad de Mandalay, que visitare con detenimiento mañana, tiene más de un millón de habitantes y es la segunda más poblada de Myanmar. En el Siglo XIX, durante dos reinados, fue capital de Birmania.
Y tras dejar las cosas en mi habitación, subí a cenar al restaurante del hotel, y a disfrutar un rato de las preciosas vistas nocturnas desde la terraza superior. Cuando regresé a mi cuarto puse en orden las fotografías y papeles y me acosté, ya que mañana me espera otra jornada de intenso tráfago.
¡Buenas noche, Birmania!. (Fotos: Lajos Spiegel)
3 comentarios en “Lago Inle, pueblo de Mine Thauk, Monasterio Taw Ya, Nyaungshwé, Hehó y vuelo a Mandalay”
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Descubriendo nuevas maravillas en Birmania.
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