Artículo by Fede G. Poncet en DXT Campeón el 23 de junio de 2013.
Desde que concluyó la liga, donde sin lugar a dudas el Dépor se gano a pulso el descenso de categoría, estamos oyendo muchas y diversas opiniones en torno al actual consejo de administración y principalmente sobre la figura del presidente deportivista Augusto Cesar Lendoiro.
Estos días en diferentes medios de comunicación se han emitido variadas y múltiples opiniones sobre la continuidad de Augusto en la presidencia del Deportivo. Independientemente de compartir unas u otras opiniones decir que todas merecen mi máximo respeto. Las manifestaciones que pululan por el ambiente entiendo que se pueden clasificar en tres diferentes grupos. A favor de la continuidad, en contra de la continuidad y los que no saben si suben o bajan. Evidentemente cada uno se engloba en una u otra opción con diferentes matices en las formas.
Todo este carrusel de opiniones y movimientos viene derivado de la mala situación administrativa y deportiva que vive a fecha de hoy nuestro querido Real Club Deportivo de La Coruña. La mayor parte de la parroquia blanquiazul se resiste a especular con la desaparición del Club y eso les lleva a exigir decisiones y depurar responsabilidades buscando y señalando culpables antes de vernos sumidos en un nuevo descenso por impago a los jugadores.
Lo que sí está claro, es que estos intentos desesperados por crucificar a unos u otros no debe sumirnos en una crisis aguda que derive en una desunión de la masa social y en consecuencia provoque un innecesario vacío de poder que nos acabe haciendo las cosas más difíciles. Ahora tenemos que configurar la plantilla para la próxima temporada, pagar, negociar y conseguir no desaparecer. Si el presidente se tiene que ir se irá, pero pienso que estos días son muy importantes para nuestro futuro y nos vemos obligados a tener un poquito de calma. Debemos fichar sin dinero unos cuantos jugadores y el más preparado en estos momentos para conseguirlo es el de Corcubión.
Me precio en conocer desde hace muchos años al presidente deportivista Augusto Cesar con el cual y dicho sea de paso me une una buena relación. Y me gustaría avisar a sus detractores que si quieren apartarlo de malas formas lo tiene difícil, pues Lendoiro ante las adversidades se hace si cabe más fuerte. Incluso podríamos decir que tiene un punto masoquista porque cualquier otro con la que está cayendo hubiese echado a correr como otros lo hicieron antes en esta ciudad.
Sin lugar a dudas nadie tiene un termómetro para medir el deportivismo que cada uno de nosotros llevamos en lo más adentro de nuestra alma o en el ADN de nuestro ser. Pero en el exceso de celo no debe impedirnos tratar de negociar una sucesión que a mi modesto entender debe liderar el propio presidente del Consejo de Administración deportivista.
En conclusión, hace falta la entrada de gente nueva en la junta directiva que aporte estabilidad social y que Lendoiro tenga la mejor salida posible. ¿Cuándo y cómo? Es la pregunta del millón. Una vez más y sin complejos ¡Forza Dépor!