Comenzamos a hacer vida normal. Se suprimen las mascarillas, y como prueba de ello la Casa de León presidida por el incombustible Avelino Abajo organizó- como es su costumbre- la comida homenaje al botillo-suspendida durante 2 años por la dichosa pandemia-.
Alrededor de una nutrida mesa con viandas propias de la región leonesa nos hemos reunido un buen grupo de amigos dispuestos a hacer los honores a la suculenta pitanza en la que no faltaron los quesos, cecinas, pimientos asados, la buena sopa y como rey gastronómico el buen botillo acompañado de chorizos, patatas y el mejor repollo. todo regado con el MENCÍA de turno, no faltó el oloroso café y los dulces y frutas propios de León y comarca.
Como pueden ver VUESAS MERCEDES ante tamaña celebración reinó el buen humor y la camaradería de costumbre.
Si es bueno degustar tan sabrosas viandas, no menos bueno es conocer un poco de sus orígenes, nos dicen-quién de esto saben lo suyo- que el consabido manjar gastronómico procede de la época en que los celtas pululaban por las tierras bercianas, viendo las bondades de lo que por allí daba la tierra, léase, bellotas, castañas, alimento generoso y de excelente calidad para la alimentación del elemento porcino hizo desarrollaran una gran ganadería porcina.
No olvidemos que el bierzo fue una encrucijada entre los pueblos celtas y los invasores, LOS ROMANOS-estos que de tontos no tenían ni un pelo, vieron la gran calidad del producto allí criado y desarrollaron una industria notable, con ello podían alimentar satisfactoriamente a los numerosos esclavos que extraían el oro en las cercanas MÉDULAS, además de a las legiones romanas que circulaban por la HISPANIA conquistada.
Hay que tener en cuenta que la gran mayoría del pueblo celta que habitaba aquella región fue esclavizada por los invasores que lo utilizó como esclavos para la extracción del oro de las cercanas MEDULAS y la construcción de Calzadas Romanas.
El botillo no pasó desapercibido y pasó a usarse como alimento para los esclavos, por su facilidad logística.
Esto lo dicen ciertos eruditos, los historiadores que tratan del tema tampoco se ponen de acuerdo en el origen de este suculento manjar, unos-como indicamos-datan sus orígenes a la época celta-romana- en la edad media lo hicieron suyo y degustaron obispos y reyes, no están exentos de su patrocinio los monjes eremitas o los que habitaban los monasterios como el de CARRACEDO, tal es la calidad del histórico producto.
Los Templarios no están ajenos al desarrollo del mismo, era una orden muy implantada en la zona berciana, todos contribuyeron a su expansión, sin olvidar a los peregrinos del Camino de Santiago que sirvieron de elemento difusor por toda la región.
Ambas teorías nacen de los términos latinos butiro, o botulus registrados en los inventarios gastronómicos de la época. En el siglo V, Apicio en su De Re Coquinaria, hace referencia a él, describiendo su elaboración.
Sea como fuere estamos ante un producto culinario que a nadie deja indiferente, disfrutémosle pues.