Al igual que el legendario Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador), el destacado artista plástico coruñés José Ramón (El pintor de la Ciudad Vieja), sigue cosechando éxitos después de muerto. Desde su fallecimiento, hace tres años, la fama y el merecido prestigio de José Ramón, con cuya amistad me honraba, han ido “in crescendo”, a lo que han contribuido las muestras organizadas por su hija, Ana, y por su esposa, Teresa Agra. Apenas finalizada la exposición “La Alegría del Color”, que desde el 3 al 30 de abril acogió la sala de “Afundación” en Vigo, se inauguró una nueva, bajo ese mismo nombre, en la sede del Club Financiero de La Coruña, a la que acudí por invitación expresa de Ana. El acto inaugural, al que asistió muchísimo público, tuvo lugar el pasado día 3. Debido a la ausencia del presidente, nos dio la bienvenida Carmen López Olmedo, mi querida ahijada en el Club de Leones La Coruña-Marineda e integrante de la junta directiva del Club Financiero. A continuación, Silvia Longueira, Directora de la Fundación Luis Seoane, nos ofreció una auténtica lección magistral en torno a la figura de José Ramón, al que conoció desde niña en la Ciudad Vieja, y su obra, destacando su importante legado artístico y afirmando que “todo el mundo tiene alguna obra suya”. Cerró el acto Ana, la hija de José Ramón, que por momentos tuvo que contener su lógica emoción al recordar a su progenitor. Dijo que la pintura de José Ramón era extrovertida, con estilo propio, que había estado dibujando a lápiz casi 25 años, y que todo se lo debe a su público “que es el que coloca al artista en el lugar adecuado”. Desveló que su padre era un músico que tocaba varios instrumentos; y, con una mirada de complicidad con la suya, se refirió al inminente “Día de la Madre”, siendo muy aplaudida. Tal cual, se lo cuento. (Foto: Lajos Spiegel)