El tradicional y muy celebrado «Día de difuntos» lo dediqué a realizar un sensacional e inolvidable » Tour Arqueológico», durante el cual visité «Joya de Cerén» y las «Ruinas de San Andrés» con sus famosas pirámides. Cuando me recogió en el hotel mi guía, Moisés Castillo, me comentó que el clima estaba afectado por la arena del Sahara, que era perceptible en la parte alta del Volcán San Salvador. Por cierto que hoy volvimos a superar los 35 grados, con un sol de justicia hasta la caída de la tarde. Salimos rumbo a Joya de Cerén subiendo por la Colonia Campestre y tomamos la Avenida Jerusalén, construida en su día en medio de plantaciones de café. Luego hicieron la Plaza Yasser Arafat, y colocaron en la esquina un pequeño busto suyo, cosa que no sentó nada bien a los israelíes…. Salimos a la Carretera Panamericana siguiendo el Bulevar Monseñor Romero, al que el gobierno anterior de derechas quiso llamar Diego de Holguin, en honor y recuerdo del español que fue el primer gobernador de San Salvador. Dicen que los taxistas lo llaman Diego Romero, para contentar a sus clientes de uno y otro bando…. Por cierto que el Ministro de Obras Públicas del gobierno actual del FMNL (Izquierdas), el ex guerrillero Gerson Martínez, es el mejor valorado por el excelente trabajo realizado en las carreteras. Siguiendo nuestra ruta, dejamos a la derecha el Parque Acuático «Los Chorros», propiedad del Gobierno, lugar en el que en el año 1975 se eligió a «Mis Mundo», título que había recaído en la representante de Finlandia. En Desvío de San Juan Opico la Carretera Panamericana elimina la amplia medianera central para habilitarla como una larga pista de aterrizaje de aviones militares con tropas, fin para el que fue usada en los años 80 durante la Guerra Civil.
En la salida hacia Joya de Cerén dejamos a nuestra izquierda una planta recicladora de papel y una fábrica de las mejores marcas internacionales de productos de papel, y atravesamos una gran llanura agricola, producida por un enorme hundimiento geológico, encontrando vacas sueltas por la calzada. Tras una hora de camino sin interrupciones llegamos a Joya de Cerén, asentamiento maya que había permanecido sepultado bajo las cenizas arrojadas por la erupción durante dos semanas del Volcán Loma Caldera. Posteriormente otros volcanes añadieron nuevas capas de sedimentos. La parte excavado representa solamente el tres por ciento de este sitio arqueológico, descubierto de manera accidental en 1978 y declarado Patrimonio de la Humanidad el 11 de diciembre del año 1993. Joya de Cerén es la «Pompeya de América, pero con la diferencia de que aqui no hubo muertos. Restos de comida indican que abandonaron a tiempo el lugar cuando estaban comiendo. Lo primero que visité fue una bodega-almacén de cereales y otros productos: maíz, frijoles, chile, etc. que se encontraron carbonizados. A continuación vi una sala de reuniones o Casa Comunal, en la que se encontraron restos de chicha (bebida alcohólica de maíz fermentado). En el exterior de sus paredes se aprecia claramente el colorido dejado por las distintas capas de lava. La tercera visita fue a un espacio que contiene una habitación, una bodega y un temascal, que es una sauna o baño de vapor que es el mejor conservado merced a haber penetrado las cenizas en su interior. Solamente rompió parte de la cúpula a causa de la caída de una roca volcánica. Tenía un hueco o aro que servía para controlar la temperatura, eliminar el hollín y controlar el vapor. En el exterior, junto al río Nixapa (cenizas en Nahuat) tuve la suerte de divisar un Torogoz, que es el ave nacional y muy difícil de ver, pero que en Joya de Cerén anida en los huecos de los monumentos. Visité luego la Casa del chamán, donde él realizaba su trabajo. Destaca este amplio espacio por su extraordinaria arquitectura muy bien conservada. Ademásde la Casa del chamán está la Casa Comunal y un espacio habitacional compuesto de vivienda, cocina y bodega. Aquí se encontraron los restos de un pato atado a una pared. En el exterior del recinto hay una réplica exacta de un temascal al que se puede acceder a su interior.
Antes de dejar Joya de Cerén tuve la suerte de que Moisés me presentase a Salvador Quintanilla Reimundo, de 66 años de edad, con quien aparezco en la fotografía. Era el dueño de los terrenos, y su casa estaba justo encima del yacimiento arqueológico. Conservador de las estructuras del área, participó en las excavaciones desde el principio y trabajó en el laboratorio con el Dr. Chet, director del proyecto iniciado en 1977. Salvador descubrió las columnas del temascal y un muñeco de hueso y piezas de jade en el número 7. Me contó que su vivienda estaba justo encima del yacimiento principal, que trabajaron con material de la NASA, y que hay enterrado otro yacimiento tan importante como éste. ¡Casi nada, vamos!.
Retornamos por la misma carretera de llegada, y tras girar a la derecha nos dirigirnos a las Ruinas de San Andrés. A nuestra derecha grandes graneros metálicos del Plan de Recuperación de la zona, bastante deteriorados. Volvimos a la Panamericana, con largas rectas, buen pavimento y doble carril en ambas direcciones. Al borde mismo de su margen derecha está la entrada del Sitio Arqueológico de San Andrés, sito en el fértil Valle de Zapotitán, donde antes había una plantación de azúcar.
Los restos mayas se encontraron por casualidad, al realizar unas mediciones topográficas de la enorme Hacienda de San Andrés.
San Andrés, que fue capital de un Señorío Maya, cuenta con un excelente Museo, muy representativo, con piezas únicas y muy bien conservadas. Algunas proceden de Joya de Cerén, cuyas gentes caminaban unos diez kilómetros hasta este centro ceremonial. Hay vasijas, ánforas, vasos ceremoniales de barro y cerámica, además de un gran incensario de piedra volcánica negra tallada con espinas del árbol de ceiba. Figuras humanas, miniaturas de barro cocido, y hasta un cráneo muy bien conservado encontrado al pie de la Pirámide número 4. Recoge también la historia del Sitio desde el año 900 antes de Cristo (Preclásico tardío) al 1000 después de Cristo (erupción del Volcán El Boquerón) y 1658 (erupción del Volcán El Playón e inundación del valle).
Vi como los mayas extraian el añil (una de las grandes riquezas de la zona hasta que llegó la anilina) pisándolo como si fuesen uvas para em vino en una especie de lagar.
También trabajaban el henequen, una fibra que aún se usa actualmente y con la que se confeccionan incluso zapatos. Se utiliza sobre todo para hacer los sacos en los que se exporta el café.
La Acrópolis está sobre una plataforma elevada en la que construyeron 4 pirámides pequeñas y una grande al frente del gran espacio ceremonial. Esa zona era exclusiva de la élite gobernante en San Andrés. Es posible que las pirámides hayan sido de uso funerario. Solamente se encontró el cráneo que cité antes, con incrustaciones de jade en los dientes.
Estuve en las Pirámides 7, 2 y 4 y en la parte alta de la Acrópolis, desde donde hay unas impresionantes vistas del Volcán San Salvador y a la izquierda el Volcán de Santa Ana. El río Nixapa (conocido como Río sucio) que vi en Joya de Cerén también bordea San Andrés. Finalizada tan interesante visita regresamos a San Salvador, para completar el recorrido turístico de ayer.
En la Panamericana dejamos a la derecha Ciudad Mujer, un proyecto de la Primera Dama anterior. Cuentan con apoyo financiero, psicológico y legal. Rebasar Los Chorros, a causa de las obras por un derrumbe, fue un auténtico martirio. Bajamos por el Paseo del General Escalón y a la derecha vimos una llamativa Iglesia Judía. En El Salvador el 80 por ciento de la población es católica y casi el resto son cristianos. Rematé mis visitas en la Plaza Salvador del Mundo, con gran monumento a Jesús Salvador que da nombre al país. En esa plaza, desde la que hay una gran vista del Volcán San Salvador, está el rascacielos de la española Telefónica, uno de los pocos de la ciudad. Cuando regresé al hotel aún tuve tiempo a bañarme en la piscina y disfrutar de mi primer momento de relax en los 12 días tan intensos que llevo de viaje…. Mañana tendré que levantarme a las 5 de la mañana, para volar a Costa Rica. Les seguiré contando. ¡Saludos y salud!. (Fotos: Lajos Spiegel)