El Cementerio Municipal de San Amaro (La Coruña), que cumplirá este año nada menos que 205 de existencia, es uno de los que integran la lista de los más representativos de Europa. De hecho, figura en la denominada “Red necro-turística” por la riqueza cultural y artística que atesora entre sus paredes, que por cierto precisan de reforzamientos y arreglos estructurales. Sus 2.400 metros cuadrados ocupan un lugar realmente privilegiado, con unas “vistas” al mar impresionantes. Pero esa maravillosa ubicación a punto estuvo de costarle su desaparición. Si, tal como lo están leyendo. Se trata de un hecho oscuro de la política local, que muy pocos conocen o recuerdan. Hace unos 37 años, concretamente el 20 de junio de 1980, el Ayuntamiento de La Coruña aprobó “Iniciar expediente para la clausura de los cementerios municipales de San Amaro y Santa María de Oza, y aprobar el Reglamento del Nuevo Cementerio General, situado al fondo del Valle de Mesoiro”. Para evitar esos cierres, y en defensa también de los Cementerios de San Pedro de Visma y San Cristóbal, se creó en agosto de ese año la “Asociación para la Conservación y Protección de los Cementerios Coruñeses”, presidida por Margarita Ponte (la foto corresponde a su entierro en San Amaro, hace 11 años), completando la directiva: María-Luisa López Freire, Rodolfo López Castro, Javier Molina Pita, Margarita Llopis Ponte, y yo como Secretario. Tras dura y tenaz lucha, contando con el apoyo del Instituto de Estudios Coruñeses José Cornide, un soberbio informe de Carlos Martínez-Barbeito, diversas entidades, y sobre todo el pueblo coruñés, especialmente los que tenían deudos en esos cementerios, se logró evitar lo que hubiese sido un escandaloso “pelotazo” urbanístico. Tal cual, se lo cuento a ustedes. (Foto: Lajos Spiegel)