Esta columna de hoy podría titularse de muchas maneras, de hecho empiezo a escribirla sin saber como la voy a titular. He barajado varios encabezamientos sin llegar a convencerme ninguno. Aunque suele ser inusual, en esta ocasión dejaré la elección del mismo para el final de esta columna dominical. Antes de profundizar en el contenido, decir que por mi cabeza han pasado titulas como “Maltrato a la afición”; “Empezamos como nunca y terminamos como siempre”; “Fallos arbitrales”; “No valen excusas”; “Persecución arbitral”; “Errores clamorosos”; “Se veía venir” y una larga lista de titulares que no voy a listar por el tono que por decoro voy a omitir. Insisto en que no vamos a poner excusas de mal perdedor, pues si algo sabe la afición deportivista es sufrir y aprender a ganar tras aprender a perder.
Los asistentes de ayer al estadio de Riazor teníamos muy claro que el Sevilla C.F. era uno de esos equipos difíciles de ganar, sin olvidar que tras Real Madrid, F.C. Barcelona y Atlético de Madrid es el máximo aspirante a conseguir alcanzar uno de esos cuatro puestos que dan derecho a jugar la Campions League. Por un momento y tras el gol de Ryan Babel y la gran jugada que propicio el segundo gol de Florín Andone nos olvidamos y nos llegamos a creer que ganaríamos a un Sevilla que había reservado en el banquillo para su próximo compromiso europeo a jugadores importantes como Vitolo o Rami.
Hoy vamos a tirar de las orejas a un árbitro del cual no vamos escribir su nombre para no erigirlo en el único culpable del cumulo de despropósitos vivido ayer en el césped de estadio municipal coruñés. Este señor y sus ayudantes con sus fallos perjudicaron seriamente los intereses del Real Club Deportivo de La Coruña al no pitar un claro penalti a favor del equipo blanquiazul y al perdonar la expulsión a un jugador sevillista por agresión y posterior empujón. Amén de prescindir de enumerar otros fallos menores que fueron minando a lo largo de los noventa minutos de juego a los deportivistas.
También debemos recordarle a Garitano que posiblemente él sea uno de los culpables de haber perdido un partido que desde su inicio se decantó a favor de Depor. Quizás no fuimos capaces de avanzar porque los andaluces no nos lo permitieron, pero lo cierto es que no estuvo afortunado es sus decisiones técnicas, sin olvidar que parecía que renunciábamos a atacar en pro de defender la portería en la que nuevamente nos metieron tres goles. Estamos a la espera de comprobar cuál es el fuerte de un mister que no acaba de ser muy querido por la afición. Está bien que pongamos leves excusas, pero el relacionar el puesto de la tabla al presupuesto es la mayor estupidez que se puede decir en futbol.
Y al presidente Tino Fernández animarlo a dar un golpe en la mesa mostrando el descontento al que sufre la afición que nunca se rinde tras un amplio cumulo de errores que han privado al Deportivo de sumar algunos puntos que posiblemente echemos de menos en un futuro. No hay excusas, tenemos que defender los intereses del Depor, pese que a algunos no les guste el tono y las formas. Creo que en esta etapa y por momentos debemos descartar lo políticamente correcto, y decir lo sentimos, que dicho de paso ya no está de moda. A fecha de hoy estamos a tiempo de patalear y defender a nuestro querido Depor. ¡Forza Depor!
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