Se nos fue D. Carnal, con sus excesos de música y representación cuasi teatral; disfraces y coplillas alusivas a personajes y hechos, satíricas unas, intranscendentes otras cargadas de humor y burla las más; es tiempo de permisividad (contenida).

La imaginación y buen gusto se puso de manifiesto en el desfile de las diferentes comparsas que inundaron nuestras calles haciendo las delicias de niños y no tan niños.

Un grupo de socios del Casino herculino quisieron despedirse de estos festejos y para ello no dudaron en lucir sendos antifaces y acompañándose de una copa de cava, hicieron votos por los próximos ya libres de todo atisbo de pandemia.

Dan fin estos festejos cargados de tradición con el fastuoso entierro de la sardina, ceremonia con la que se anuncia el fin del carnaval. Días de permisividad y fiesta. Consiste en un desfile carnavalesco que parodia un cortejo fúnebre y culmina con la quema de alguna figura simbólica, en Marineda está representada por una colosal sardina, su entierro se celebra el miércoles de ceniza.

Su cortejo, acompañado de todo tipo de plañideras y música para la ocasión no deja indiferentes a los ciudadanos que acuden en buen número a celebrarlo, viendo cómo se consume en la hoguera encendida para la ocasión en la playa de S. Amaro, acompañada del dios MOMO que presidió los festejos carnavalescos en el centro de la ciudad.

Con él se quema simbólicamente el pasado, a lo socialmente establecido, para que puedan renacer con mayor fuerza y surja una nueva sociedad transformada, dando paso a la taciturna Dña. Cuaresma, que, con semblante huraño, arisco y esquivo, nos conmina a la reflexión, purificación severa, ”purificación e iluminación interna”, si en Carnaval, la sátira está permitida, llega la Santa Cuaresma con su dedo acusador advirtiendo del pasado, la necesidad de penitencia y por tanto del arrepentimiento debengante del perdón; tiempos austeros cargados de sentimientos de culpa que es necesario espiar, días de recogimiento, meditación y ayunos, para ello nos recuerdan tiempos históricos o de leyenda, 40 días duró el diluvio que arrasó con todo, dando origen a un mundo nuevo, 40 años duró la travesía del desierto de Moisés, 40 décadas la esclavitud en Egipto del pueblo elegido y 40 fueron los días que Cristo estuvo desaparecido a sus discípulos; nos encontramos con estas celebraciones en las variadas culturas; así en unas se abstienen de comer carne de animales, aves y peces impuros, en otras no consumen alcohol ni fuman, en la India el no comer carne supone un argumento de salud y de reverencia a todos las formas sensibles de vida, es un distintivo del hinduismo, a esto hay que añadir la prohibición que pesaba sobre quienes profesan ciertas religiones como los israelitas quienes tenían fuertemente prohibido beber cualquier tipo de sangre de animal y usar la grasa del mismo origen.

Entramos pues en días de reflexión, de decisiones transcendentales para nuestras vidas, se nos fueron los días de barullo y música estridente.

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