Llega el Teresa Herrera, el decano de los torneos veraniegos españoles que comenzó su andadura a mediados del siglo pasado. Quizás muchos no lo recuerden pero este trofeo representó durante mucho tiempo la oportunidad de ver en Riazor el mejor fútbol que se hacía en el mundo.
En la década de los setenta y ochenta el club coruñés deambulaba por la segunda división con alguna visita esporádica a la división de bronce. En aquellos años las estrellas del fútbol sólo las conocíamos por los cromos y los partidos televisados así que el Teresa Herrera representaba una visita fugaz de los equipos campeones.
Era una cita cuadrangular con las semifinales el viernes y sábado, y las finales el domingo en doble jornada de fútbol. Tenía algo de romería porque los aficionados acudían ese día con empanadas, vino y demás vituallas a pasar una tarde de fútbol y fiesta. También era fácil ver a la muchachada en los aledaños del hotel Atlántico tratando de conseguir los autógrafos de sus ídolos.
La época dorada que el Depor vivió en las dos últimas décadas, permitió no sólo ver a esos grandes equipos en la ciudad sino pelear con ellos todos los títulos. El Teresa Herrera ya no era la única ventana abierta al fútbol mundial.
En la actualidad, y tras probar varios formatos, se disputa a partido único que suele coincidir con la presentación del Depor ante su afición, en esta ocasión con el Sporting de Lisboa enfrente.
Pero haciendo memoria del Trofeo, por el césped de Riazor desfilaron los mejores equipos del mundo y sus rutilantes figuras. Jugadores Di Stefano, Pelé, Rivelinho, o Cruyff, dejaron su huella en este centenario torneo y en la memoria de la afición. Otro de los grandes, Diego Armando Maradona, tuvo una curiosa relación colateral con el trofeo aunque sin disputarlo.
Corría el año 1983 y el argentino defendía la camiseta del Barcelona. Aquel año se le rendía un merecido homenaje a Paul Breitner, el bravo jugador del Real Madrid que se había proclamado campeón de la Copa del Mundo en 1974 con Alemania. Al partido de homenaje estaban invitados, entre otros, Maradona y Schuster, compañeros en el equipo azulgrana. El presidente Núñez se negó a “prestar” a sus jugadores para aquel encuentro, decisión que desató un profundo malestar en ambos futbolistas que, pese a todo, insistían en acudir. La tensión fue en aumentó hasta el punto de que el presidente barcelonista solicitó a los representantes de los jugadores sus pasaportes con el pretexto de unas supuestas gestiones, y retuvo esa documentación para impedir su presencia en el partido.
Este suceso provocó que Diego Armando y Bernardo Schuster se presentaran en el despacho de José Luis Núñez, que misteriosamente se ausentó para no recibirlos. Maradona, ni corto ni perezoso, se dirigió a la sala de trofeos del Barça y amenazó con romperlos uno a uno si no les dejaban asistir al homenaje del alemán. Dicho y hecho. Ante la perplejidad del propio Schuster, el argentino cogió el primer trofeo que tenía a mano y tras levantarlo con gran esfuerzo lo tiró al suelo. ¿Saben cuál era ese trofeo? Si, la gigantesca torre de Hércules de plata del Teresa Herrera.
Esa fue la relación tangencial y fortuita que une al astro argentino con el decano de los torneos de verano. Ah! Finalmente ni Maradona ni Schuster pudieron jugar el partido que rendía tributo a Breitner Una cláusula de la Federación Española de Fútbol impedía que se desplazaran a este encuentro.
pgarcia_ramos@hotmail.com en DXT Campeón el jueves día 6 de agosto de 2015