Esperado como agua de mayo aunque llegó en noviembre, rodeado de una expectación sin precedentes, pues no en vano era el primer extranjero que se incorporaba a nuestro fútbol una vez finalizada la guerra civil española. Se llamaba José Luis Borbolla Chavira y había nacido en Ciudad de Méjico el 31 de enero de 1920. Corría el año de 1944 cuando Santiago Bernabeu de Yeste, un “visionario” que se había hecho cargo de la presidencia del Real Madrid y proyectaba ya en su cabeza un equipo que con el paso de los años se iba a convertir en el club más laureado del mundo. Las obras del nuevo estadio que se levantaba en el corazón del moderno Madrid, aderezado con una serie de fichajes, llevarían al equipo blanco a tocar el cielo con las manos sobre todo en la década de los años cincuenta.
Fue un socio del equipo merengue, que residía en México, de nombre Isidoro Rodríguez, quien le apuntó el nombre de Borbolla, -que despuntaba en el club mejicano Marte-, a Don Santiago, destacándole su clase y elegancia. También envió magnificas referencias el internacional español y ex jugador del Real Madrid, Luis Regueiro que vivía en el distrito federal de la capital Mejicana. Unos días después de aquel informe fue el propio Bernabeu quien llamó por teléfono a Borbolla y personalmente lo invitó a formar parte del equipo español.
“Vengo con modestia a ganarme un puesto, pero le tengo un miedo terrible a la importancia que se ha dado a mi llegada”, dijo Borbolla nada más bajarse del avión que lo trajo a Madrid. La afición merengue, ávida de triunfos, se empeñó con su fantasía en hacer de él un autentico fenómeno que convertiría con su juego en campeón al Real Madrid en un abrir y cerrar de ojos. Pero la realidad iba ser muy diferente al sueño. Borbolla presenció atónito, al día siguiente de su llegada a la capital de España, un 12 de noviembre de ese año de 1944, un partido de liga jugado de poder a poder, en el viejo Chamartín entre el Real Madrid y el Barcelona, que se saldó con la victoria del club madrileño por un tanto a cero. ¿Es como juegan ustedes acá?, preguntó sorprendido el jugador mejicano. ¡Me vuelvo a Méjico, yo aquí no tengo nada que hacer!
Sus temores y recelos pasarían a convertirse en realidad a pesar de llenar hojas y hojas de numerosos periódicos madrileños que se interesaron vivamente por su fichaje.
Chamartín se vistió de gala para recibir al nuevo ídolo el día 8 de diciembre de 1944, día de la Inmaculada Concepción, que desgraciadamente no arropó con su dulce y azul manto al “manito” en su presentación oficial. En partido amistoso el Real Madrid caía derrotado ante el Hércules de Alicante por tres tantos a uno y Borbolla defraudó tanto que el respetable de forma injusta se cebó con él de una forma brutal. Aún se recuerda en Madrid a día de hoy, la famosa anécdota protagonizada por aquel seguidor castizo que desde la grada le gritó, cuando Borbolla posaba para un fotógrafo antes del inicio de la segunda parte, lo siguiente: “Ponte bien manito que esa foto es para el pasaporte de regreso a tu país”. Borbolla, que era un buen jugador, ya no levantó cabeza en el club madrileño. Dotado de una muy buena técnica, con un gran dominio de balón, desgraciadamente nunca se adaptaría al campeonato español.
Sin apenas jugar en el Real Madrid, el equipo blanco cede a Borbolla al Deportivo que ocupaba el último puesto de la clasificación de la división de honor, gracias a las gestiones realizadas por Emilio Rey, propietario de La Voz de Galicia y gran amigo de Bernabéu. El mejicano llega a La Coruña en los últimos días del mes de enero de 1945 con la misma euforia con la que había llegado a Madrid unos meses antes. En sus debut realizado el 4 de febrero, el Deportivo vence por tres tantos a dos al Español de Barcelona y José Luis marca un soberbio gol de volea, el del triunfo, que llenó de pañuelos el estadio de Riazor. Aquél domingo el Deportivo alineo a Acuña; Pedrito, Portugués; Lezama, Cuqui Bienzobas, Caballero; Viso, Borbolla, Paquirri, Guimerans y Chao. El Deportivo anotó por medio de Chao, Paquirri y el propio Borbolla que fue el gran triunfador de la tarde. Al final del encuentro el nuevo ídolo, recibió flores desde las gradas y fue paseado a hombros por el césped de Riazor, entre la alegría desbordante de los aficionados que creyeron ver en el nuevo jugador, el cerebro que le faltaba al equipo. Con él, decían, la permanecía estaba asegurada. Las frases que más se oyeron a la salida del estadio fueron: ¡vaya inteligencia! ¡Cómo juega y acaricia la pelota¡ ¡como le da al balón¡
¡Que equivocación pues la auténtica realidad era que Borbolla no pasaba de ser un jugador normal que poseía una gran técnica, pero era demasiado frío, no luchaba, no bajaba a apoyar a la defensa y lo que es peor no chutaba a gol.
Luego jugaría nueve partidos más contra el Oviedo, Valencia, Bilbao, Sevilla, Atlético Aviación, Barcelona, Granada, Castellón y Sabadell. Lograría además de marcarle el extraordinario gol al Español, tres más anotados ante el Oviedo, Atlético Aviación y Sabadell, pero no podría evitar el descenso de nuestro querido Real club.
Su elegancia y simpatía dentro y fuera del terreno de juego, le convirtieron en un personaje muy popular de aquella Coruña de los años cuarenta. En la calle del Arenal del barrio de Monte Alto se fundó en un bar la Peña Borbolla y su apellido dio nombre a una conocida tapa de cocina. A día de hoy todavía existe la peña Borbolla que se dedica con gran éxito al deporte del Hockey Sobre Patines. Presidido por el infatigable Armando Sánchez tiene un magnífico equipo sénior de Hockey Femenino y conjuntos en diferentes categorías.
El Deportivo descendió y Borbolla abandonó la ciudad a finales de mayo, entre la pena de muchísimos seguidores que le demostraron con su cariño que las fotografías no sólo sirven para el pasaporte de regreso.
Pasados unos años Borbolla fichó por nuestro eterno rival el Celta de Vigo donde dejó también patente su impronta personal y deportiva. En 1950 acudió con la selección de Méjico al mundial de Brasil. Jugó tan sólo un encuentro contra Suiza pero se vio inmerso en un altercado con el seleccionador Octavio “la Pulga” Vial que terminó a golpes. Una vez retirado del fútbol se dedicó a negocios textiles. Falleció en el mes de febrero de 2001 cuando contaba 81 años de edad.
Aquel que vino a hacer al Real Madrid campeón y a salvar al Deportivo del descenso, que llegó en loor de multitudes, abandonó España y el fútbol español en silencio, por la puerta de atrás y sin llegar a cumplir nunca sus objetivos. Borbolla fue arrastrado por una ola de propaganda hinchada y falsa y su fracaso en España fue sonoro. Volvió a hacerse realidad aquella máxima de que “mas vale caer en gracia que ser gracioso”.
Calin Fernández Barallobre