Retraso, colapso e incertidumbre en los medios de transporte, es un habitual en época estival. Da igual que nos refiramos al avión o al tren, o incluso al vehículo público o privado por carretera, donde ir en coche o autobús se hace un imposible, llegar en tiempo y hora a destino debido al abultado tráfico y retenciones se convierte cuantos menos en una incertidumbre, no hablemos del escaso aparcamiento publico o incluso privado que existe desde que hemos declarado la no convivencia con los vehículos de cuatros ruedas.
Hoteles, restaurantes, campings con overbooking, convertidos en un auténtico despropósito son uno de los grandes caballos de batalla, pues no son capaces de atender una demanda concentrada en unas semanas donde una gran mayoría de los ciudadanos debería disfrutar de unos merecidos y necesarios días de descanso. Si a la masificación y a la dificultad de encontrar profesionales cualificados para la hostelería le sumamos la subida de precios, el alojarse o comer fuera de casa se hace difícil para el común de los veraneantes.
Podíamos hablar de los líos que se monta en el disfrute de los servicios de campo, playa o náutico, donde las colas se convierten en interminables, debido a la masificación que cuanto menos y por diferentes motivos se convierte en incomoda.
Como todo esto y más, suele ser habitual en época estival, y teniendo en cuenta que el objetivo es descansar he decidido no vacacionar fuera de temporada, da igual que sea verano, navidad o carnaval. Mención especial merecen las ya conocidas huelgas de los trabajadores de aeropuertos y compañías aéreas en Semana Santa donde los grande perjudicados son los de siempre.
En fin, quizás deberíamos plantearnos que esta no es la mejor forma de descansar, disfrutar y veranera.